Cada vez es más claro el enfrentamiento que se desarrolla actualmente entre dos concepciones distintas del orden mundial: una de crecimiento, desarrollo y beneficio mutuo que respeta la soberanía de cada Estado; y otra neodarwinista, despoblacionista y desindustrializante impulsada por las élites occidentales. A muchos les parece sospechoso que ambos modelos desarrollen herramientas tecnológicas similares, y se basan en esa valoración para concluir que el proyecto de los BRICS y la gran asociación euroasiática son sólo una fachada controlada por las mismas élites ultraglobalistas de Occidente. Lo cierto es que detrás de estos modelos hay actores criptopolíticos distintos, con filosofías divergentes, y hasta el momento así lo demuestran los hechos. Por otro lado, aunque no sea de nuestro agrado, la historia muestra que nunca nadie ha podido competir sin instrumentos similares o superiores a los de sus competidores, especialmente en períodos transicionales. Pero es un hecho que los instrumentos no destruyen por sí mismos, sino quienes los utilizan como armas para impulsar su visión destructiva de la historia. También es verdad que ningún proyecto es estático, y puede ser infiltrado, subvertido y transformado. De ahí la importancia de practicar el activismo político, pues la sensación de impotencia que algunos sectores crean a través de la divulgación de valoraciones reduccionistas que conducen a la confusión y al nihilismo también suele ser una constante en la guerra de contrainteligencia occidental.
El choque entre las dos concepciones del orden del mundo que hoy se enfrentan es cada vez más claro. Uno respeta la soberanía de cada Estado, y el otro no. Sin embargo, hay quienes todavía se apresuran a concluir que el proyecto alternativo de los BRICS (y más precisamente la gran asociación euroasiática) es sólo la fachada de un contraproyecto controlado desde Occidente que sigue los mismos objetivos que el orden unipolar ultraglobalista, pues ambos desarrollan herramientas similares como las de digitalización biométrica, las de crecimiento sustentable, las de supremacía tecnológica, etc. Pero esta apreciación es imprecisa, pues no sólo hay actores criptopolíticos distintos detrás de ambos proyectos, sino que la concepción y la aplicación de estas herramientas corresponde a filosofías y paradigmas distintos.
Aunque los instrumentos no matan por sí mismos, casi siempre son impuestos y utilizados como armas por quienes sostienen una visión destructiva de la historia. Por el contrario, la instrumentación pacífica suele ser más responsable y creativa. En cualquier caso, para poder competir en períodos de transición, para las élites resulta imprescindible desarrollar instrumentos similares a los de sus contrincantes. El ciudadano común tiene todo el derecho a oponerse a esto, aunque para poder aspirar al éxito, antes tendría que educarse, organizarse y trabajar para desarrollar instrumentos competitivos y para convencer a otros de que son los más adecuados.
En una presentación reciente para el programa Detrás de la Razón (1), de HispanTV, el geoestratega especialista en derecho y economía internacional, Javier Martínez, abordó la contradicción citando una conversación con el autor antiglobalista francés Lucien Cerise, que dice más o menos así (sus palabras aparecen entrecomilladas en letras cursivas):
“Aunque no es de nuestro agrado…no hay forma de detener el progreso tecnológico de Davos, del G20, del FMI, del Banco Mundial, de la ONU, de la OMS”. Así las cosas, y por paradójico que parezca, “ni Rusia [ni nadie] podrá protegerse de los globalistas” sin “adoptar de mala gana su agenda [o más precisamente: algunos de sus instrumentos], pero de una manera responsable”.
Esto implica que, en períodos de transición, es inevitable la creación de herramientas similares y organizaciones similares a las de un contrincante. Sin embargo, es posible darles un giro diferente en base a concepciones filosóficas distintas, promoviendo el desarrollo, la industrialización, la soberanía de las naciones, los derechos humanos, el beneficio mutuo, etc. Eso es exactamente lo que hasta el momento ha venido haciendo China al marcar la pauta del modelo civilizatorio de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Banco de Desarrollo del BRICS, y las demás organizaciones impulsadas a través del proyecto de la gran asociación euroasiática.
Por el momento así son las cosas, y así como las herramientas no matan, sino las manos y las mentes destructivas en las que pueden llegar a caer; los proyectos tampoco son estáticos, y pueden ser infiltrados, subvertidos y transformados a lo largo del tiempo.
De ahí la importancia de hacer a un lado el nihilismo y practicar el activismo político, pues la sensación de impotencia que algunos sectores crean a través de la divulgación de análisis reduccionistas entre los enemigos del régimen también suele ser una constante en la guerra de contrainteligencia occidental.
Notas a pie de página
1. Javier Martínez, en Detrás de la Razón: Hundimiento del nivel de vida ¿Por qué y cómo afecta desde Europa hasta USA? 24 de septiembre de 2023.
