Por Red Voltaire
Al margen del encuentro de Roma entre China y Estados Unidos, realizado el 15 de marzo de 2022, Washington ejerció fortísimas presiones sobre el Vaticano para tratar de presentar el conflicto alrededor de Ucrania como una guerra de religión.
En tiempos del presidente George Bush padre, los discípulos del filósofo Leo Strauss –los llamados “straussianos”– concibieron la idea, junto con Bernard Lewis, de movilizar a los musulmanes contra Rusia. Aunque se trataba de una estrategia totalmente fabricada, el asistente de Bernard Lewis, Samuel Huntington, la presentó después como una fatalidad que denominó «choque de civilizaciones» [1].
Esa estrategia, ya aplicada en Bosnia-Herzegovina y en Chechenia, resulta ineficaz en Ucrania, donde ambos bandos son cristianos. Para sortear esa dificultad, los straussianos están tratando de resucitar viejas divergencias entre católicos y ortodoxos reactivando la teología desarrollada alrededor de las visiones de Fátima.
Durante los años 1930 y la Segunda Guerra Mundial, el «nacionalista» antieslavo y antisemita Stepan Bandera (1909-1959) se proclamaba «uniata», o sea greco-católico, al celebrar un rito ortodoxo aunque se mantenía afiliado a la iglesia de Roma.
Hace 3 años, los straussianos provocaron una escisión en la iglesia ortodoxa creando una iglesia ortodoxa ucraniana no reconocida por el patriarca ortodoxo de Moscú sino por el de Constantinopla [2].
En 1917, durante la Primera Guerra Mundial y justo después de la Revolución Rusa, tres videntes portugueses afirmaron haber recibido un mensaje de la Virgen María, diciéndoles:
«Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere instaurar en el mundo la devoción por mi Corazón Inmaculado (…) La guerra terminará, pero si no se pone fin a la ofensa contra Dios, bajo el reinado de Pío XI comenzará otra guerra todavía peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabréis que es la gran señal que Dios os envía para que sepáis que va a castigar al mundo por sus crímenes, mediante la guerra, el hambre y las persecuciones contra la Iglesia y el Santo Padre. Para impedirlo, yo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la comunión reparadora de los primeros sábados del mes. Si mis pedidos son escuchados, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, extenderá sus errores a través del mundo, provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán arrasadas. Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me dedicará Rusia, que se convertirá, y el mundo tendrá cierto tiempo de paz.»
El 24 de marzo próximo, el presidente estadounidense Joe Biden viajará a Europa para presidir una cumbre especial de los jefes de Estado y de gobierno de la OTAN contra Rusia.
El papa Francisco consagrará Ucrania y Rusia al Corazón Inmaculado de María al día siguiente, el 25 de marzo a las 17 horas (12 horas, hora de Washington; 18 horas, hora de Kiev; 19 horas, hora de Moscú), según el mensaje de los videntes de Fátima.
Invocando el mensaje de Fátima, Rusia será presentada como causa del problema y luchar contra ella será considerado un deber religioso para los católicos.
Históricamente, los creyentes que se embarcan en guerras de religión pierden totalmente la capacidad de razonar y dan muestras de extrema crueldad.
El mundo musulmán ha sufrido ese mal durante los últimos 20 años. El mundo cristiano parece a punto de hacerlo.
Notas al pie
[1] «Vladimir Putin en guerra contra los “straussianos”», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 5 de marzo de 2022.
[2] «Dispuesto Washington a dinamitar la iglesia ortodoxa», Red Voltaire, 25 de septiembre de 2018.
Fuente:
Red Voltaire: Los “straussianos” quieren convertir el conflicto ucraniano en una guerra de religión.