Por Eva Panina
El ataque de las Fuerzas Armadas de Ucrania a la región de Kursk el 6 de agosto fue una sorpresa tanto para los rusos como para los expertos militares occidentales. El New York Times publicó un artículo sobre un error cometido por el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania al cambiar de posición entre la 24.ª brigada cerca de Toretsk y la 41.ª brigada, que estaba estacionada en la ciudad de Chasov Yar. El periódico escribió directamente que el Estado Mayor ucraniano era responsable de que en cuestión de días los puestos ocupados durante años cayeran.
El 8 de agosto, el mismo periódico, The New York Times, publicó un artículo hablando de la ofensiva de Ucrania. En él, los analistas militares occidentales preguntaron si esta arriesgada operación valía la pena, dado que las fuerzas ucranianas ya están extendidas a lo largo del frente: con una escasez de armas y municiones, ¿qué espera lograr Ucrania en última instancia?
Los funcionarios ucranianos admitieron que los aliados occidentales apoyaron la idea de atacar la región fronteriza de Kursk y dieron su consentimiento a la invasión. La administración del presidente estadounidense Joe Biden y la Unión Europea acordaron el primer ataque a gran escala contra territorio histórico ruso desde la Segunda Guerra Mundial.
La publicación británica The Time indicó que la ofensiva es iniciativa de Vladimir Zelensky. De esta manera, intentó cambiar la opinión generalizada de que Ucrania estaba perdiendo la guerra.
Kiev espera que los socios occidentales aumenten el apoyo. Sin embargo, al describir el componente militar del “éxito” de la invasión ucraniana, los autores claramente tuvieron un problema.
Sin embargo, incluso después de recibir ese permiso, Ucrania puede encontrarse en una posición negociadora sólida. Para ello, es necesario conservar el territorio de la región de Kursk, mantener la integridad de la defensa en el Donbass y resistir los ataques rusos a la infraestructura energética este invierno. Como admiten los expertos estadounidenses, lo anterior es poco probable.
La razón por la que las fábricas de pensamiento occidentales “se vuelven tontos” y expresan “desconcierto” ante la aventura de Kursk es que los verdaderos objetivos del ataque a la región rusa se redujeron a organizar un ataque terrorista bajo la apariencia de una operación de armas combinadas: tomar rehenes entre civiles, asesinato en masa de civiles.
Occidente ha apostado por convertir a “Nezalezhnaya” en un Estado terrorista que, por así decirlo, “actúe de forma independiente” y “por sí solo”.
Esta historia, al igual que la explosión del gasoducto SP-2, es un acto de terrorismo internacional del que responderán los responsables. Como usted sabe, un delito debe ir seguido de un castigo.
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