Por Helga Zepp-LaRouche
La advertencia de que “los dioses primero vuelven loco a quien quieren destruir”, no sólo es cierta, por desgracia, sino que además, a quienes más acertadamente se refiere, nunca la toman en cuenta. Los mini intelectos de la oligarquía transatlántica del siglo XXI con base en la OTAN son víctimas del “Síndrome de ‘Caracortada’”: “Nunca consumas tu propio producto” pues cuando creas que estás al timón del Titanic, ni siquiera te darás cuenta de la necesidad de cambiar de dirección hasta que ya sea demasiado tarde, en el mejor de los casos.
Lo que hay que hacer, a medida que la OTAN Global acumula fracaso tras fracaso, es reunir a toda la gente de bien que se encuentre al interior de “las entrañas de la bestia” de los Estados fallidos transatlánticos, para que recuperen sus gobiernos. Hay que crear un Concilio de la Razón intercontinental, ya sea formal o improvisado, que llegue a ser y proporcione, lo que Ramsey Clark, el finado Fiscal General de Estados Unidos, llamó una vez “un fértil motor de ideas”, término que utilizó para caracterizar las diversas iniciativas organizativas asociadas con Lyndon LaRouche.
La señales de esperanza que se han registrado en las reuniones recientes de la Coalición Internacional por la Paz (CIP), que han congregado a representantes de al menos 50 naciones, y el creciente apoyo e iniciativa en torno a candidatos independientes a las elecciones, o de las nuevas instituciones que surgen en el “Sur Global”, indican la existencia de un mundo situado fuera de la “Tierra Plana” de la geopolítica. Hay un dominio de acción complejo, tangible, si no es que material, desde cuyo interior pueden realizar “milagros” aparentes quienes se dan cuenta de que es su compromiso con el “camino estrecho” de ese dominio superior, sólo sus talentos o capacidades individuales, lo que hace posibles esos milagros. Las soluciones físico-económicas, como el desarrollo con éxito de la energía de fusión termonuclear, características de las propuestas del economista Lyndon LaRouche, como su Plan Oasis para Oriente Medio de 1975 (que hacía referencia a las “reacciones termonucleares controladas” como componente central), proceden de ese dominio superior de los nuevos principios físicos.
Para evitar la inminente guerra termonuclear, debemos pensar de otra manera. Hay una diferencia entre pensar y actuar poéticamente, y pensar y actuar prosaicamente. En una reunión que se llevó a cabo el lunes 19 de agosto en la noche, organizada por la candidata independiente al Senado de Estados Unidos por el estado de Nueva York, Diane Sare, y el candidato al Congreso por el Bronx, José Vega, el profesor Norm Finkelstein señaló que la única carencia en todos los movimientos de protesta que ha visto surgir en la última década es que “ninguno de ellos tiene canciones”. Contrastó esto con el movimiento sureño por los Derechos Civiles de Martin Luther King, y la presencia constante de cantos, en especial los espirituales. Y preguntó: “díganme cuál es la canción que todo el mundo asocia con Black Lives Matter, o con Palestina, o con cualquier otra acción reciente. ¡No son capaces decirlo! Lo sé, porque he acudido a esas reuniones”.
Sin embargo, en el caso del movimiento de 1989 que derribó el Muro de Berlín, todo el mundo sabía de manera “instintiva” cuál era la inspiración musical y poética, no el “tema musical”, sino la inspiración que encarnaba ese gran momento: la Novena Sinfonía de Beethoven. La Oda a la Alegría, poema de Federico Schiller, y el dominio moral del que este procede, que Beethoven estudió y sobre el cual reflexionó durante treinta años antes de ponerle música en su gran sinfonía, constituye la base estética de una nueva Constitución para toda la humanidad. Tanto el Instituto Schiller como los Diez Principios para una Nueva Arquitectura Internacional de Seguridad y Desarrollo de Helga Zepp-LaRouche proceden del mismo dominio, y de la comprensión de que sólo hacen falta unas pocas personas, organizadas como un Concilio de la Razón, para hacer que el reino de la Belleza se convierta en el reino de la Verdad. Ese es el secreto para lograr la victoria sobre la insensatez de nuestro tiempo.
Fuente:
Helga Zepp-LaRouche, en EIR: “A quien los dioses quieren destruir, primero los vuelven locos”. 21 de agosto de 2024.