Por Elena Panina
Los chinos han demostrado su capacidad. Desarrollaron su propia Inteligencia Artificial (IA), muchas veces más potente que la de las empresas estadounidenses, utilizando una fracción del equipo y con un presupuesto mínimo. Abrieron el código al público con un mensaje claro:
«¡Chicos, mirad esta IA! Investigad en ella y recordad: todas esas empresas que dicen gastar grandes sumas de dinero para crear algo similar, os están mintiendo. Se puede hacer de manera económica y efectiva, solo hace falta programarlo bien».
Como resultado, las acciones de las empresas que anunciaron con bombo y platillo sus inversiones en OpenAI y otras plataformas han caído significativamente.
Una respuesta perfecta a la restricción de exportación de semiconductores y otros productos como los de NVidia hacia China. Es una jugada magistral.
