“La reciente apertura, patrocinada por el Estado, de una fosa común de 215 niños nativos asesinados en el infame internado católico de Kamloops[http://murderbydecree.com/2021/06/02/the-murdered-kamloops-children-stop-the-coverup-and-jail-the-guilty-a-lament-and-a-call/#page-content] es otro intento de ocultar la verdad y proteger a los culpables”, según el pastor Kevin Annett, quien es líder de ITCCS, un movimiento que se ha dedicado a exponer y perseguir crímenes infantiles durante más de dos décadas, poniendo en evidencia la red de tráfico infantil de la corona británica y el Vaticano, especialmente en Canadá.
En el siguiente vídeo, Kevin Annett expone lo que está sucediendo, y lo que debe hacerse. Más abajo, reproducimos una nota de Ramona Wadi en la que advierte cómo el reciente descubrimiento de la fosa no sólo alude a la existencia de otras fosas comunes en Canadá, sino que también arroja luz sobre el legado colonial global y sobre cómo el imperio militar se expandió a través de la explotación de las tierras indígenas.
Por Ramona Wadi
El reciente descubrimiento de una fosa común indígena en Canadá con los restos de 215 niños, es otro recordatorio de la impunidad colonial. El Colegio Residencial Indio de Kamloops fue el mayor de los muchos colegios de Canadá gestionados por el gobierno y la Iglesia católica, que participaron en la práctica de separar a los niños indígenas de sus comunidades y familias, en un intento de asimilar a las nuevas generaciones a la sociedad de colonos. Más de 150.000 niños indígenas fueron forzados a ir a estas escuelas; más de 4.100 han sido reportados como muertos o desaparecidos. Desde la malnutrición y la negligencia médica hasta los abusos sexuales, los crímenes fueron encubiertos.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha sido criticado por los líderes indígenas por no ir más allá del lenguaje simbólico de la reconciliación. Mientras el gobierno señalaba el informe de la Verdad y la Reconciliación, Trudeau insinuaba que el largo proceso de investigación se debía en parte a las diversas asociaciones y colaboraciones implicadas. “Si sólo lo hicieran los ministros, si sólo lo hiciera Ottawa, para resolver estos retos, podría haberse hecho hace tiempo, pero se habría hecho mal”, afirmó.
Habría que culpar a una próspera supremacía política colonial por el estancamiento, así como a la confianza del gobierno canadiense en los gestos simbólicos frente a la acción comprometida para localizar a los niños indígenas desaparecidos. Limitarse a afirmar, tras el descubrimiento de la fosa común, que “nos hemos comprometido como gobierno a estar ahí para la reconciliación, pero también para la verdad”, no es indicativo de la resolución del gobierno para ayudar al proceso de la memoria colectiva indígena de Canadá, y mucho menos para establecer la culpabilidad y la responsabilidad por las atrocidades históricas.
Entre 2007 y 2015, la Comisión Canadiense de la Verdad y la Reconciliación se embarcó en una misión para recopilar testimonios y relatos relativos a las Escuelas Residenciales que tuvieron como objetivo a los niños indígenas. En el lapso de seis años, la comisión reunió relatos históricos de más de 6.500 testigos, mientras que el gobierno canadiense presentó más de 5 millones de registros a la Comisión. En diciembre de 2015, la Comisión presentó su informe, junto con recomendaciones para que el gobierno emprendiera el proceso de reconciliación. Entre las recomendaciones destacaba la importancia de “emprender acciones constructivas para hacer frente a los legados actuales del colonialismo.”
Sin embargo, la retórica de Trudeau no indicaba ninguna referencia al genocidio cultural colonial que estableció el control sobre las tierras y los pueblos indígenas. La justificación de las escuelas residenciales dirigidas a los niños indígenas tenía sus raíces en la supremacía blanca. Como declaró el primer Primer Ministro de Canadá, John A Macdonald, en 1883, la política consistía en separar a los niños de sus padres y “la única manera de hacerlo sería ponerlos en escuelas industriales de formación central donde adquirirán los hábitos y modos de pensar de los hombres blancos”.
El reciente descubrimiento de Canadá no sólo alude a la existencia de otras fosas comunes en el país. Además, también arroja luz sobre el legado colonial global y sobre cómo el imperio militar se expandió a través del colonialismo de colonos y la explotación de las tierras indígenas, esta última dificultada por la presencia de los indígenas.
Aunque la Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha pedido una investigación sobre las muertes de niños indígenas en Canadá, ha evitado mencionar las ramificaciones del colonialismo. “La falta de un esclarecimiento exhaustivo y de acceso a la verdad y a la reparación de lo ocurrido durante este oscuro periodo agrava esta situación”, declaró la portavoz de la ONU, Marta Hurtado. A nivel internacional, la organización supuestamente responsable de la protección de los derechos humanos sigue profundamente atrincherada en la salvaguarda de los legados coloniales históricos, de ahí que se niegue a politizar los derechos humanos, no sea que la lucha por la memoria colectiva, que es común a todos los pueblos indígenas, haga mella en la estructura que tan bien ha servido a los poderes coloniales hasta ahora.
Información prohibida: La red de pedofilia y tráfico de niños de la élite global
Fuentes:
Ramona Wadi: Canada’s Colonial Legacy Reflects Global Impunity for Settlercolonialism; Strategic Culture Foundation.
Kevin A: More mass graves of children identified in Canada – War Crimes trial, independent digs to commence.
Kevin Annett: The murdered Kamloops children: Stop the coverup and jail the guilty! A lament and a call; en Murder by Decree.
