Por Mente Alternativa
El proteccionismo comercial de Trump ha sido uno de los aspectos más controversiales de su mandato, destacándose como una táctica agresiva en las negociaciones comerciales internacionales. En enero de 2025, Estados Unidos impuso un arancel del 25% a todos los bienes provenientes de Colombia, citando como justificación las políticas de inmigración hostiles de Colombia y la expulsión de aviones militares estadounidenses. Aunque estas sanciones duraron menos de un día, la medida dejó en claro el enfoque proteccionista de Trump hacia el comercio internacional.
Las tácticas de Trump no son nuevas. Utilizar la amenaza de aranceles como palanca en las negociaciones comerciales ha sido una estrategia clave de su administración para obtener concesiones, eliminar barreras comerciales o resolver conflictos económicos y políticos. Esta estrategia puede funcionar en situaciones selectivas y locales, donde los socios comerciales son relativamente pequeños y las contradicciones son menores. Sin embargo, en un contexto global, el proteccionismo comercial puede generar consecuencias desastrosas.
En términos de geopolítica, las tácticas de Trump, que incluyen imponer condiciones imposibles de antemano y luego intentar suavizarlas durante las negociaciones, a menudo resultan en un rechazo por parte de otros países. Esto lleva al deterioro de las relaciones comerciales, la economía y las relaciones políticas, ya que los socios comerciales se ven obligados a responder con represalias. Durante su primer mandato (2017-2020), Trump actuó con relativa lentitud y no a gran escala, lo que evitó un daño más profundo a la economía estadounidense. Sin embargo, las amenazas de aranceles más agresivos en su segundo mandato podrían tener efectos mucho más graves.
Una de las falacias clave en la política económica de Trump es la creencia en el excepcionalismo de la economía estadounidense. La idea de que Estados Unidos puede imponer su voluntad al resto del mundo y que los países simplemente cederán ante la presión económica es un concepto erróneo en un mundo interconectado. El proteccionismo agresivo puede resultar en una escalada de conflictos comerciales que perjudique a todas las partes involucradas, como lo demostró la respuesta de Colombia a las sanciones de Trump.
Históricamente, el proteccionismo comercial ha causado más daño que beneficio. Si bien en situaciones específicas, como la protección de industrias incipientes o la seguridad nacional, puede tener una justificación, los riesgos a largo plazo son altos. Las guerras comerciales, lejos de ser una solución efectiva, generan distorsiones en las cadenas de suministro y aumentan los precios, lo que afecta directamente a los consumidores y desacelera el crecimiento económico.
Además, el proteccionismo no aborda los problemas fundamentales de la economía estadounidense. El modelo económico de Trump, basado en la expansión del sector de servicios, particularmente en áreas como la tecnología y las finanzas, no ha sido suficiente para competir a nivel global. Para que Estados Unidos pueda competir eficazmente en el mercado global, es necesario reducir los costos y salarios en el país, lo que hace que el proteccionismo no sea una estrategia viable a largo plazo.
El aumento de los precios como consecuencia del proteccionismo comercial de Trump es inevitable. Aunque algunos sectores pueden beneficiarse a corto plazo, los costos adicionales y la disrupción de las cadenas comerciales absorberán rápidamente cualquier beneficio potencial. Este tipo de políticas podría llevar a una desaceleración económica y, en última instancia, a una desestabilización de la economía global.
