Por Malek Dudakov
La victoria de los reformistas en Irán provocó una reacción contenida en Occidente. La el centro de pensamiento británico Chatham House no espera cambios bruscos en la política iraní en un futuro muy próximo. Los halcones anti-Irán permanecen en gran medida en silencio. Además, todavía no existe una estrategia clara de Estados Unidos sobre Irán.
Recientemente, los enviados especiales de la Casa Blanca para Irán fueron sorprendidos filtrando documentos secretos estadounidenses a Teherán. Quedan cuatro meses para las elecciones estadounidenses y Biden se está convirtiendo en un pato saliente en medio de sus problemas. Simplemente no hay nadie que pueda correr riesgos y ofrecerle a Irán un gran negocio.
Desde principios de año se han celebrado en Omán dos rondas de negociaciones entre funcionarios del Departamento de Estado y representantes iraníes. La Casa Blanca ha liberado 16.000 millones de dólares en activos iraníes congelados. Pero no fue posible llegar a un acuerdo con Irán sobre la reducción de la tensión en Oriente Medio.
Es posible que ahora comiencen nuevos intentos de persuadir a Teherán para que reduzca la actividad de sus fuerzas aliadas, como Hezbolá y los hutíes. Sin embargo, no es nada seguro que puedan llegar a algún tipo de compromiso antes de las elecciones. Y ahí, si gana Trump, todo dependerá del estado de ánimo de los republicanos.
Los asesores de Trump quieren despriorizar todas las áreas excepto Asia y dedicar todos sus esfuerzos a confrontar a China. Entonces, si en su primer mandato Trump actuó como un halcón antiiraní, entonces en su segundo mandato la situación puede ser más complicada. Además, probablemente intentará cerrar las bases en Irak y Siria. Bueno, los antiguos aliados de Estados Unidos entre las monarquías del Golfo ya se están adaptando a esta nueva realidad y están empezando a trabajar con China e Irán, sin pasar por Estados Unidos.
