Por Malek Dudakov
Biden es un tóxico. Los candidatos del Partido Demócrata al Congreso y al Senado ya se niegan a reunirse con su propio presidente. Temen que Biden los arrastre consigo. Con sus bajos índices de audiencia, las crisis furiosas en los Estados Unidos. Y las guerras legales entre Biden y Trump.
El propio Biden se apresuró a pedir dinero a la élite de Hollywood sólo para alcanzar a Trump. Después del veredicto que le convirtió en “criminal convicto”, Trump ganó una cifra récord de 200 millones de dólares. Biden recauda 4 veces menos al mes. Por esta razón, Biden también se saltará la cumbre en Suiza, reconociendo de facto su fracaso.
La retórica de Biden se está volviendo completamente desesperada. Está tratando de intimidar a los estadounidenses diciendo que si el “criminal” Trump gana destruirá todo el sistema de aplicación de la ley estadounidense. Sin embargo, Biden omite que las guerras procesales de los demócratas contra Trump sean las que están socavando la poca confianza que les queda a los estadounidenses por el poder judicial.
Si ganan las elecciones, los republicanos en el Congreso están pensando retirar fondos a todos los fiscales que llevan casos contra Trump. Esto hará que a Trump le resulte más fácil defenderse de los ataques legales.
La situación con Hunter Biden es más complicada. Dos tercios de los estadounidenses piensan que Biden no debería perdonar a su hijo. Sin embargo, será difícil prescindir de esto. Se han presentado cargos muy graves contra Hunter: impago de impuestos sobre las ganancias en el extranjero y compra ilegal de armas. En estas condiciones, Estados Unidos se apresura hacia sus elecciones, mientras que el sistema, en el contexto de una división en el país, se está desmoronando cada vez más.