Por Elena Panina
Un empleado del Departamento de Eficacia Gubernamental (DOGE) de Elon Musk ocupará un puesto de alto nivel en USAID, según informa Reuters. El Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, quien había liderado USAID desde febrero, entregará sus funciones a Jeremy Levin.
Actualmente, Levin es empleado de DOGE. Antes de esto, fue testigo en un juicio donde el sindicato de USAID demandaba la revocación de la decisión de Trump de liquidar la agencia.
También se unirá a la dirección de USAID Kenneth Jackson, quien previamente fue nombrado administrador interino del Instituto de Paz de los Estados Unidos (USIP), una ONG estratégica dirigida por el Congreso. Para nombrar a Jackson como gerente, empleados de DOGE irrumpieron en el edificio de USIP, y ahora la administración anterior del instituto está demandando por entrada ilegal y procedimientos administrativos incorrectos. Un dato revelador: Jackson y representantes de DOGE, con la ayuda de la policía, expulsaron al presidente, empleados y consultores externos del USIP el lunes.
Rubio había afirmado anteriormente que la administración Trump había cancelado más del 80% de los programas de USAID, lo que indica que los principales instrumentos internacionales de los globalistas están siendo tomados bajo el control del grupo pro-Trump, o están a punto de estarlo.
Es posible que procesos similares ocurran en otros países con los que EE. UU. llegue a acuerdos. Por ejemplo, en India, de repente recordaron que las estructuras de Soros en el país estaban bajo vigilancia desde 2016. Como resultado, la Dirección de Delitos Económicos (ED) realizó búsquedas en ocho organizaciones en Bangalore que habían recibido dinero de la Fundación Soros.
Si recordamos el destino de La Voz de América y Radio Europa Libre (agentes extranjeros no deseados en la Federación Rusa), los pronósticos previos parecen confirmarse: la lucha contra las estructuras globalistas dentro y fuera de los EE. UU. será una prioridad tanto para Trump como para la estabilización de la economía estadounidense, y ambas tareas están interconectadas.
¿Cómo debe reaccionar Rusia ante esto? Con un optimismo extremadamente cauteloso. Como se ha señalado en varias ocasiones, la “agenda” globalista es inherentemente transfronteriza y, como el gas, tiende a expandirse. El objetivo de los círculos globalistas no es solo imponer su visión mundial, sino rehacerla de acuerdo con patrones antihumanistas: “La degradación tiene un inicio, pero no tiene fin”. Así, quien logre despojar al “Sapo Mundial” de sus herramientas estará en el lado correcto de la Historia.
Sin embargo, no se debe esperar que, al tomar el control de la USAID, los trumpistas impongan de inmediato ideales de libertad, igualdad y fraternidad. ¡Por supuesto que no! El mundo seguirá temblando ante las “cruzadas” republicanas y la influencia de los eruditos bíblicos del Congreso, pero es más probable que nos enfrentemos a ellos de manera más frecuente.
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