Por José Luis Preciado
En su análisis (1), Andrei Fursov profundiza en los ciclos persistentes de conflictos que han marcado la historia de la humanidad. Basándose en precedentes históricos y tendencias contemporáneas, ofrece una perspectiva profunda sobre los orígenes de los conflictos globales y sus posibles trayectorias.
1. Fundamentos históricos de las guerras globales
Fursov destaca la recurrencia de las guerras por la supremacía global, señalando ejemplos históricos clave:
- Guerra de los Treinta Años (1618-1648): Una lucha continental entre coaliciones dinásticas como las potencias marítimas holandesas y los Habsburgo.
- Guerras anglo-francesas (1792-1815): Otro enfrentamiento prolongado por el dominio global.
- Primera y Segunda Guerra Mundial: La culminación en el siglo XX de la competencia capitalista a gran escala.
Estos conflictos reflejan cómo los sistemas capitalistas, por su propia naturaleza, tienden a generar enfrentamientos a medida que las potencias compiten por la hegemonía.
2. Paralelismos modernos con patrones históricos
Trazando paralelismos con el pasado, Fursov sostiene que los conflictos actuales en regiones como el Medio Oriente y el Ártico presentan características dispersas y prolongadas similares a la Guerra de los Treinta Años. Advierte sobre un conflicto global emergente que podría extenderse por décadas y abarcar múltiples escenarios alrededor del mundo.
3. Desmontando el mito de la “Larga Paz”
Fursov critica la teoría optimista de la “Larga Paz” de Steven Pinker, que sugiere un declive de la violencia gracias a la globalización y la democracia. Apoya su postura con estudios que analizan más de 3000 conflictos desde el año 1 d.C. hasta 2015, los cuales desmienten esta teoría al demostrar que las tendencias recientes son demasiado breves para señalar un declive duradero en la violencia.
4. Transición y crisis en el capitalismo
Los períodos del capitalismo suelen comenzar y finalizar con crisis sistémicas, marcadas por convulsiones y derramamiento de sangre. Las luchas actuales indican un posible cambio sistémico que podría implicar guerras prolongadas y de gran escala.
5. El papel de la ideología en la guerra moderna
Fursov resalta la importancia de la manipulación cultural e ideológica en los conflictos contemporáneos. Las estrategias para debilitar las normas sociales y la cohesión interna desempeñan un papel crucial en la configuración del panorama geopolítico actual.
Un nuevo reparto de las cartas de la Historia
Este modelo de guerra prolongada por la hegemonía mundial (en varias rondas o “rounds”) a través de conflictos “controlados” focalizados en regiones con alto valor estratégico a lo largo de coyunturas de mediana duración (1), también es compatible con el rediseño del mundo que están llevando a cabo las élites para introducir nuevo orden multipolar configurado en regionalismos económicos anclados a Estados-civilización, que no son otra cosa que formaciones imperiales.
El historiador Andrei Fursov, por ejemplo, ha definido la crisis actual como un conflicto de mediana duración que obedece a tales características (2), que también se dieron durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), una lucha continental entre coaliciones dinásticas como las potencias marítimas holandesas y los Habsburgo; las Guerras anglo-francesas (1792-1815), otro enfrentamiento prolongado por el dominio global; y la Primera y la Segunda Guerra Mundial (1914-1945), que juntas abarcaron un periodo de treinta años como parte de un proceso de culminación de la competencia capitalista a gran escala en el siglo XX, pues el periodo de entreguerra también estuvo plagado de guerras.
“Alguna vez, en los años 1990s, hablé de la simetría y de que, probablemente, la salida de la era moderna sería una nueva guerra de treinta años… Nadie concebía una nueva guerra de treinta años. Pero cuando comenzó el conflicto sirio ya en el siglo XXI, me quedó completamente claro que era el comienzo de otra nueva guerra de treinta años… Creo que después nos impondrán algún conflicto en algún otro lugar en el Cáucaso o en el Ártico. Además de Rusia, hay un conflicto entre Grecia y Turquía (no importa que ambos sean miembros de la OTAN), luego están India y Pakistán, y muchos otros focos donde abrir nuevos frentes. El viejo mundo se irá con sangre, y el nuevo mundo nacerá con sangre también. Lo más interesante es que en Occidente ya han comenzado discusiones serias sobre este tema”.
Las reflexiones de Fursov subrayan el carácter cíclico y sistémico de las guerras en la historia humana. Su visión cautelosa sobre las tendencias actuales sugiere que la humanidad aún no ha superado su propensión a los conflictos a gran escala, a pesar de los avances tecnológicos e ideológicos.
En este sentido, una de las críticas de Fursov a la sedada civilización contemporánea es precisamente su arrogancia para con la Historia, al creer que las guerras mundiales son “fenómenos del pasado”, cuando en realidad estas obedecen a patrones cíclicos que son una característica estructural del sistema capitalista, y que él suele llamar “repartos de las cartas de la Historia”, parafrasenado al historiador Fernand Braudel.
Notas a pie de página
1. Las coyunturas de la historia (a las que el historiador Fernand Braudel se refería como temporalidad de “mediana duración”), son situaciones de transición, como las intermedias, que duran varios años, lustros e incluso décadas (1), y que se verifican cuando un viejo orden se derrumba y el nuevo aún no ha tomado forma. La concepcion braudeliana del tiempo podría resumirse como de corta, de mediana y de larga duración. En la primera, el historiador Fernand Braudel coloca los sucesos que se inscriben en lo événementiel o lo acontecido, del que dan cuenta cotidianamente los periodistas. En cuanto al tiempo de mediana duración, Braudel coloca a las “coyunturas” económicas, políticas, sociales, culturales, etcétera, que se extienden por varios años, lustros e incluso décadas, y en donde se dibujan las diferentes “generaciones” humanas. Por último, en las estructuras de larga duración histórica, se recorren siglos pendular y lentamente, los cuales “corresponden a esas realidades persistentes dentro de la historia que hacen sentir efectivamente su presencia en el decurso de los procesos humanos, y que al establecer los límites de lo posible y lo imposible se constituyen como verdaderos protagonistas determinantes del devenir especifico de las sociedades”. — Carlos Antonio Aguirre Rojas, Montesinos, 1996.
2. Humo y Espejos: Andrei Fursov: Nada volverá. Cómo nuestra civilización será destruida. 14 de noviembre de 2024.