Por Andrei Fursov
En la primera mitad del siglo XXI, convergen múltiples crisis de distintas duraciones. Estamos ante una “megacrisis” sin precedentes en la Historia. Sin embargo, esto no significa que debamos vivir con miedo o rendirnos, pues tal actitud sería tanto inútil como vergonzosa.
La década de 2020 representa una puerta que se cierra hacia el futuro, el último corredor temporal para alcanzarlo. Así, el “boleto” hacia ese futuro consiste en brindar buena educación y salud a las próximas generaciones.
La coyuntura actual es decisiva, y esta década marcará los próximos 70 u 80 años. En este periodo, nada será trivial o insignificante. Por tanto, es crucial prestar atención a los acontecimientos actuales.
El “Post-Occidente”, y con él el mundo, está entrando en su cuarta Edad Oscura, especialmente en términos de la historia europea. ¿Qué entendemos por Edad Oscura? Es un periodo en el que lo antiguo casi ha desaparecido, pero no del todo, y lo nuevo apenas comienza a surgir, dando lugar a formas arcaicas y deformadas de lo que será el futuro.
En esta situación, la reconstrucción no es la prioridad. No se puede restaurar una casa que está en ruinas: si lo intentamos, el techo terminaría derrumbándose sobre nosotros. La prioridad, en cambio, debe ser crear estructuras capaces de preservar los centros de civilización y reducir la duración de esta Edad Oscura.
Históricamente, ejemplos de tales estructuras incluyen los monasterios de la Segunda Edad Media (siglos VI-IX) y los círculos jesuitas de la Tercera Edad Media (siglos XVI-XVII). En la literatura, un ejemplo son las “Academias” de Isaac Asimov.
No es posible reconstruir el mundo mientras colapsa, solo es viable crear pequeñas “islas” de conexión donde pueda desarrollarse la red de una nueva sociedad. Esta nueva sociedad se originará como una red de enclaves, en un proceso de generaciones de lucha y transformación.
Para comenzar este proceso, es necesario seguir ciertos pasos. Primero, analizar la situación histórica y las tendencias del desarrollo mundial. Segundo, examinar los principales grupos sociales del mundo moderno, sus capacidades e intereses: quiénes son aliados y quiénes, enemigos. Tercero, analizar las principales estructuras de poder que moldean el desarrollo actual y sus proyectos, pues representan la síntesis de sus intereses y objetivos. Solo sobre esta base se puede iniciar un diseño estratégico, entendiendo que ello impactará en los intereses de otros, generando inevitablemente conflicto.
Sobre el autor
Andrei Fursov es filósofo, historiador, miembro de la Academia Internacional de Ciencias (Innsbruck, Austria), director del centro de estudios rusos de la Universidad Humanitaria de Moscú, director del Instituto de Análisis Sistémico-estratégico, Jefe del Departamento de Asia y África INION RAN, y jefe del Centro de Metodología e Información del Instituto de Conservadurismo Dinámico.