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La evolución existe pero no es darwiniana: Selección natural, la falsa ley biológica que justifica el statu quo de la oligarquía

“Queda claro mediante estas citas que un texto de estas características no puede ser asimilado únicamente desde una perspectiva biológica sino que proviene de un contexto cultural y político muy humano y de enfoque unilateral, cuya asimilación como verdad unívoca implica un mensaje claramente en favor de las élites de poder dominantes”.

 

Por Lynn Margulis

Algunas narrativas científicas están tan arraigadas en el inconsciente que pueden constituir las bases de una organización social sin que nos lleguemos a dar cuenta. Una cita de Darwin de El origen de las especies (que en realidad se llama The Origin of Species by means of Natural Selection or The Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life) dice así “En cada país bien abastecido, la selección natural actúa a través de la competición de los habitantes, y como consecuencia, conduce al éxito en la batalla por la vida, sólo que según el criterio del país determinado. Por lo tanto, los habitantes de un país, generalmente más pequeño, a menudo se entregan a los habitantes de otro país, generalmente más grande. Porque en el país más grande habrán existido más individuos y más formas diversificadas, y la competencia habrá sido más severa y, por tanto, el nivel de perfección se habrá hecho más alto”. Evidencias del contexto histórico demuestran que con este vínculo entre un grupo dominante y otro subordinado, se está refiriendo precisamente a la relación política entre Inglaterra e Irlanda (pudiendo extrapolar en nuestros días la posición de subordinación de Irlanda a prácticamente el resto del mundo). ¿Por qué la mayor trascendencia, popularidad y amplia aceptación de los postulados de Darwin referidos a la evolución biológica, aun con información que se argumenta puede ser errónea (como el caso de los pinzones de las Islas Galápagos), sin casi considerar lo que ya antes decían sus predecesores y contemporáneos como Jean Baptiste Lamark y Alfred Russel Wallace? ¿Tendría esto alguna relación con el contexto sociopolítico y económico de nuestra época?

El darwinismo social no es una perversión, distorsión o tergiversación del darwinismo; el darwinismo social es darwinismo. Como apología política del Imperio Británico no podría quedar más claramente expresado que en este extracto de la misma obra: “Hasta podemos echar una ojeada profética hacia el futuro para pronosticar que será la especie común y muy extendida, que pertenece a los grupos más grandes y dominantes dentro de cada clase, la que finalmente prevalecerá y procreará especies nuevas y dominantes. Dado que todas las formas vivas de la vida son las descendientes lineales de las que vivieron mucho antes de la época Cámbrica, podemos estar seguros de que la sucesión normal por medio de la generación, nunca ha sido rota, ni una sola vez, y que ningún cataclismo ha arrasado al mundo entero. Por lo tanto, podemos mirar con bastante confianza hacia un futuro seguro y de gran duración. Y puesto que la selección natural trabaja únicamente a través de y para el bien de cada ser, toda dote corpórea y mental tenderá a progresar hacia la perfección”.

Queda claro mediante estas citas que un texto de estas características no puede ser asimilado únicamente desde una perspectiva biológica sino que proviene de un contexto cultural y político muy humano y de enfoque unilateral, cuya asimilación como verdad unívoca implica un mensaje claramente en favor de las élites de poder dominantes.

A su vez, uno puede estar de acuerdo o no con ciertos postulados de Darwin respecto a la evolución biológica en sí, pero enfocar desde una perspectiva indiscutiblemente Darwinista de la “selección natural” a cualquier fenómeno de evolución que uno pueda observar puede ser un gran error. Una vez más, se estaría tomando a una teoría como Ley Suprema. En palabras de Henry Atlan, “el término selección natural, como se utiliza actualmente, es una especie de invocación mágica, una palabra mágica que se utiliza cada vez que hay que explicar una determinada organización natural adaptada y dotada de una finalidad”. El genial Pauli también se proclamaba en contra de los conceptos de Darwin y consideraba que era un esquema excesivamente estrecho apuntando a conexiones más generales que no encajaban en el esquema conceptual de las estructuras causales que proponía.

A pesar de las múltiples evidencias de que la evolución biológica es innegable aun no está claro cuales son los verdaderos procesos que ocurren para que la misma se lleve a cabo, sino que se conocen algunos mecanismos como agentes de cambios a distintos niveles.

Los procesos no explicables desde los modelos tradicionales y no necesariamente aleatorios, parecen quedar fuera de lugar si sólo nos limitamos a observarlo todo desde las premisas de la selección natural darwiniana. No es de extrañar que muchos científicos hayan rechazado la teoría de la simbiosis y evolución de la célula de Lynn Margulis como también la autopoiesis de Maturana y Varela. Todo parece imponer una única visión epistemológica que nos aleja de la comprensión de un mismo fenómeno desde otros enfoques.

Sin embargo, conocemos que todos los procesos no explicables desde teorías preestablecidas ocurren a todo nivel todo el tiempo. Estas también son algunas de las bases de otras discusiones, por ejemplo acerca de si la manera en que ocurre la evolución es gradual o a saltos. Así, existe la teoría llamada “gradualismo” y en el otro extremo el “saltacionismo”, con visiones intermedias como el caso del “equilibrio puntuado”. De los numerosos cambios a nivel molecular, ¿cuáles son los que realmente se manifiestan o tienen alguna relevancia como proceso evolutivo a nivel de especie? Extrapolar lo observado de un nivel al siguiente puede que sea un gran error por estar ambos “reinos” en un ámbito muy diferente (temporal y espacialmente) con velocidades (y posibilidades) de cambio también diferentes. Acaso se trate de múltiples procesos de naturaleza compleja actuando en conjunto a diferentes escalas tanto espaciales como temporales y bajo distintos niveles de organización, o incluso tal vez tratarse de diferentes procesos según el caso observado. Como sea, todo indica que existen muchos caminos de cambio, y la totalidad de ellos son viables si existe un linaje ininterrumpido de organismos. No se trataría de la sobrevivencia del más apto, sino de la sobrevivencia de los aptos. Habría condiciones necesarias que pueden ser satisfechas de muchas maneras distintas y no de una optimización de algún criterio ajeno a la sobreviviencia misma. Por tanto, lo básico no sería ya el máximo perfeccionamiento en el uso del ambiente o ‘progreso’, sino sólo la conservación de la adaptación fueran cuales fueran las condiciones, un camino de cambio constante de un linaje en congruencia con los cambios del ambiente, es decir un proceso en que organismo y ambiente permanecen en continuo acoplamiento estructural. Una visión como esta fue denominada por Francisco Varela como una “tendencia natural” enfatizando la invarianza de la autopoiesis y de la adaptación y también la visión de un camino medio entre posiciones opuestas, de ir más allá del conflicto hasta saltar a un meta-nivel. “La evolución más bien se parece a un escultor vagabundo que pasea por el mundo y recoge este hilo aquí, esta lata allá, este trozo de madera acá, y los une de la manera en que su estructura y su circunstancia permiten, sin más razón que el que puede unirlos”. Esto es común a todos y constituye la base de lo que nos une e interconecta en lo que nos es fundamental.

 

Darwin nunca fue científico, fue un clérigo anglicano que se graduó en teología y al que nos han vendido como ‘padre de la biología’

 

Fundamentalmente, todos los enfoques mencionados acerca de los procesos bajo los que ocurre la evolución no son más que una manera de aproximación muy acotada de un fenómeno muy vasto por medio únicamente de lo observable materialmente. ¿Qué ocurre a nivel de consciencia y de todo aquello que escapa de nuestras mediciones y que no se manifiesta en ninguna variable cuantificable? ¿Simplemente se omite mencionarla por el hecho de no poder observarla y estudiarla?

La teoría de la resonancia mórfica (también conocida como de los campos morfogenéticos) del biólogo Rupert Sheldrake comprende a la evolución conjunta de una especie como influida por campos colectivos de información que van más allá de su genética. Sostiene que la resonancia mórfica es un principio de memoria en la naturaleza basada en la similitud, y se aplica a átomos, moléculas, cristales, organismos vivos, animales, plantas, cerebros, sociedades y, también, planetas y galaxias. Engloba ideas, pensamientos y acciones que se convierten en hábitos y que van informando la memoria que comparte una especie y por tanto interviniendo en su desarrollo y evolución. Todo lo similar dentro de un sistema autoorganizado es influido por todo lo que ha sucedido en el pasado. En este sentido Sheldrake no sólo sostiene lo que ya otros autores han expresado respecto a que la memoria no se encuentra solamente en el cerebro, sino que sugiere que la naturaleza misma es memoria, que el espacio es una especie de inmensa biblioteca que transmite constantemente la información que almacena de manera no-local. Una fracción de segundo en realidad es un fractal de todos los siglos (Figura 4). Todo lo que pasó sigue pasando. Así entonces, el ADN, opera sólo como sintonizador o decodificador de la memoria y no constituye algo así como “el libro de la vida”, sino que éste está inscrito en su totalidad, en cada cosa. También esta teoría constituye una posible explicación a la interconexión que muchas personas perciben entre sí a distancia (como la telepatía, a la que el mismo autor se dedicó a estudiar), uniendo conceptos de campos akáshicos de la filosofía védica y del inconsciente colectivo de Carl Jung.

Un aspecto importante de la resonancia mórfica es que estamos interconectados con otros miembros de un grupo social como una bandada de aves, un cardumen de peces o una colonia de hormigas. Los individuos dentro de un grupo social más grande y los mismos grupos sociales más grandes tienen su propio campo mórfico, sus patrones de organización. Esta interconexión a distancia entre los miembros de un grupo, de una especie, de un reino e incluso de un planeta, en diferentes niveles e intensidades, revela una nueva concepción que abarca todas las manifestaciones de la existencia.

Se ha observado en la naturaleza y en experimentos de laboratorio que desde el momento en que un miembro de una especie aprende una nueva habilidad, entonces más rápido lo aprenden otros miembros y más fácil resulta que esta actividad se incorpore a todos los demás individuos debido a la resonancia mórfica. Así, este proceso se destaca como una forma de transmisión horizontal ‘a distancia’ y difundida entre todos los miembros de una especie, mostrando gran eficiencia, y teniendo sentido evolutivo y por tanto posibilitando la aceleración de un proceso de adaptación.

Cuando Sheldrake sacó el libro A New Science of Life: The Hypothesis of Morphic Resonance en 1981, en el cual comenzó a explicar esta teoría, el editor de la revista Nature lo catapultó como candidato a la hoguera científica, considerando su teoría como un divague de pensamiento mágico y pseudociencia. Sheldrake, al plantear algo totalmente nuevo y que parte de otras bases diferentes a las fuerzas físicas conocidas para la ciencia, cae dentro de todo aquello que como acciones misteriosas a distancia o inexplicables desde términos conocidos científicamente siempre se ha intentado erradicar y desacreditar. Sin embargo, el hecho de que no podamos todavía explicar bien cómo es que ocurre algo no necesariamente significa que ese algo no ocurre. Y aunque tal vez no podamos comprender racionalmente cómo es que estamos ligados a una conciencia colectiva, cómo es que en ocasiones podemos conectarnos con los pensamientos de los demás o cómo es que toda la información que genera nuestra especie nos influye sin entrar en contacto directamente con nosotros, millones de personas en el mundo lo han experimentado. Limitaciones del paradigma vigente son las que hacen que desde la ciencia formal se diga que esto no es posible.

 

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Fuente:

Lynn Margulis: El Fracaso de la Razón / La evolución existe pero no es Darwiniana. 20 de agosto de 2017.

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