Por Andrei Fursov
En el mundo todavía hay intereses de Estado, de etnocivilización, y de clan, que son difíciles de conciliar y que no comparten la idea de un modelo de gobierno mundial.
Cuando el mundo se derrumbe… ¡y el mundo del capitalismo se está derrumbando! —la única forma de salvarse no será de manera aislada, ni todos juntos, sino en manada. Se viene la «lucha de las manadas» de todo tipo. Tanto antiguas —bastante antiguas—, como relativamente jóvenes. Las sociedades cerradas, una vez establecidas, por regla general, no desaparecen, se transforman, ya sean organizaciones sacerdotales del antiguo Oriente Medio, Tríadas, Templarios, Francmasones, Illuminati, clubes anglosajones, Comintern, Cuarto Reich y muchas otras.
La materia (personas), la energía (dinero) y la información (ideas), unidas, adquieren cualidades suprahumanas y suprasociales y comienzan a existir por sí mismas, protegiéndose cuidadosamente a sí mismas, a sus fronteras y convenciendo al mundo que los rodea de que no existen como organizaciones.
Otra cosa es que con el tiempo se transforman, adquieren nuevas formas (“la serpiente” muda su vieja piel y se muerde la cola) y entablan extrañas relaciones entre sí y con las estructuras de fachada. Pero llega el día en que, en una crisis, se acerca la batalla decisiva por el futuro y las estructuras cerradas salen a la superficie y (o) se dan a conocer. Creo que precisamente por eso está relacionado el volumen cada vez mayor de material impreso sobre sociedades secretas. El futuro se acerca y el que agarre las cartas de triunfo ganará.
Sobre el autor
Andrei Fursov es filósofo, historiador, miembro de la Academia Internacional de Ciencias (Innsbruck, Austria), director del centro de estudios rusos de la Universidad Humanitaria de Moscú, director del Instituto de Análisis Sistémico-estratégico, Jefe del Departamento de Asia y África INION RAN, y jefe del Centro de Metodología e Información del Instituto de Conservadurismo Dinámico.