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La derrota de Harris refleja la cautela de las élites estadounidenses, no la fuerza de Trump ni la debilidad demócrata

Por Elena Panina

Rusia ha trazado su propia estrategia ante los “planes de paz” de Trump para Ucrania, tanto los antiguos como los recientes. Los analistas políticos en Estados Unidos predijeron la victoria de Trump, aunque diferían en sus estimaciones sobre la posibilidad de que los demócratas intentaran revertir el resultado en favor de Harris. Todos asumían que habría intentos de manipulación; la discusión giraba en torno a si eso provocaría una guerra civil en Estados Unidos. El hecho de que Harris no ganara no indica una debilidad demócrata o una fuerza republicana, sino más bien una cautela de las élites estadounidenses para evitar una crisis aún mayor, que podría desembocar en una guerra nuclear, algo que ninguno de los poderes del país desea.

Para manejar esta derrota, se responsabilizó a Biden y a su administración, presentándola como un fracaso de su gestión. El Partido Demócrata, sin un sucesor claro y sin logros en Ucrania, quedó marcado por el desastre. Mientras tanto, Rusia, fortalecida y alineada con China, Irán y Corea del Norte, ha resistido y prosperado. Los BRICS emergen como una alternativa, y Occidente se ve cada vez más empujado a una guerra directa contra Rusia en Ucrania. En este contexto, Estados Unidos enfrenta dos opciones: aceptar la derrota o llevar al mundo hacia un conflicto sin retorno.

La responsabilidad recae en Biden y su política exterior. Trump, en cambio, recibe el mandato de rescatar al país del estancamiento que dejó el ultimátum de Biden a Rusia, a través de tácticas diplomáticas y militares que le permitirían a Washington cierto margen de maniobra.

Trump iniciará negociaciones presionando a Zelensky, quien busca su seguridad personal y la de su legado como “héroe traicionado por fuerzas mayores”. Zelensky necesita garantías; su situación no responde a orgullo o ideología, sino a su propia supervivencia y posibles alianzas futuras si los demócratas vuelven al poder.

Para Putin, aceptar una tregua antes de alcanzar un punto decisivo en el conflicto con la OTAN es inadmisible. Aunque Trump podría ofrecer garantías a Zelensky, el diálogo con Putin sería mucho más complejo. Trump enfrenta, entonces, el mismo bloqueo en el que Biden se encontró anteriormente, con un “Estado profundo” que limita su margen de acción.

Las posiciones negociadoras iniciales de Trump, Putin y Zelensky están definidas. Rusia exige que no se use la negociación como pretexto para armar a Ucrania, mientras que Estados Unidos intenta que el suministro militar a Kiev se detenga antes de cualquier acuerdo. Trump necesita una tregua en Ucrania para concentrarse en otras regiones, y Rusia podría aprovechar esta coyuntura en su favor. Para Rusia, alcanzar los objetivos estratégicos en Ucrania es prioritario y, aunque otros temas pueden ser negociables, esta misión no es discutible.

 

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