Por Mente Alternativa
La campaña de Trump demandó al Partido Laborista británico, acusándolo de injerencia en las elecciones estadounidenses, lo que agrava los problemas del primer ministro fabiano Sir Keir Starmer, líder laborista.
Además, una fuerza laboral británica ha llegado a Estados Unidos para apoyar la campaña de Kamala Harris, confiando en que a Londres le sería más fácil negociar con ella, dada su ascendencia de antiguas colonias británicas. La apuesta por Harris podría ser arriesgada si pierde las elecciones, especialmente considerando que las encuestas y los datos de votación anticipada indican problemas para los demócratas, con Harris perdiendo apoyo en el Medio Oeste.
La interferencia británica en la política estadounidense no es nueva, pero las tensiones actuales entre ambos países, en temas como la estrategia en Ucrania y las relaciones con China, complican aún más la situación. Si Trump gana, presionará al Partido Laborista y apoyará a Nigel Farage, quien busca reestructurar el sistema político británico con su Partido Reformista.
Cómo los británicos impusieron el globalismo a los Estados Unidos