Por Mente Alternativa
En un artículo publicado por Andrew Korybko, se analiza la reciente orden ejecutiva del presidente Donald Trump contra Sudáfrica, titulada “Abordando las acciones atroces de la República de Sudáfrica“. Aunque la medida se presenta como una respuesta a la Ley de Expropiación y la situación de los afrikáners, Korybko argumenta que esta campaña de presión tiene un trasfondo geopolítico mucho más profundo, relacionado con el papel de Sudáfrica en BRICS y su alineación con la multipolaridad global.
La orden ejecutiva de Trump, firmada a principios de febrero de 2025, corta la ayuda a Sudáfrica y promueve el reasentamiento de afrikáners en Estados Unidos. Aunque algunos aplauden la medida como una defensa de los derechos de la minoría blanca, otros la ven como una excusa para intervenir en los asuntos internos de un país que ha tomado un papel activo en la escena global. Korybko señala que esta acción no es casual, sino que forma parte de una estrategia más amplia para debilitar a Sudáfrica como miembro clave de BRICS.
Sudáfrica, bajo el liderazgo del Congreso Nacional Africano (ANC), ha buscado posicionarse como un polo multipolar en África, participando en iniciativas como los ejercicios navales multilaterales con China y Rusia. Esta postura ha generado tensiones con Estados Unidos, especialmente en el contexto de la guerra por poderes entre la OTAN y Rusia en Ucrania. Korybko recuerda que la administración Biden ya había comenzado a presionar a Sudáfrica para que abandonara su neutralidad en el Nuevo Orden Mundial, y ahora Trump está intensificando esa presión.
El autor sugiere que la orden ejecutiva de Trump podría ser una excusa para forzar cambios tangibles en la política exterior de Sudáfrica, particularmente en su relación con BRICS. Entre las posibles exigencias de Estados Unidos se encuentran obstaculizar iniciativas como BRICS Bridge, BRICS Clear y BRICS Pay, discutidas en la Cumbre de Kazán de 2024. Además, Trump podría buscar que Sudáfrica se distancie militarmente de Rusia y China, y aumente sus exportaciones de minerales preciosos a Estados Unidos.
Korybko también explora el impacto interno de esta presión en Sudáfrica. La Ley de Expropiación, aunque polémica, es vista por el ANC como una solución a las desigualdades históricas heredadas del apartheid. Sin embargo, si el gobierno sudafricano cede a las demandas de Trump, podría enfrentar una crisis política interna. El autor menciona la posibilidad de que el ANC pierda apoyo a favor de los Combatientes por la Libertad Económica (EFF), liderados por Julius Malema, un político radical conocido por su retórica antiestadounidense y a favor de la multipolaridad.
Además, Korybko destaca que la presión de Trump no se limita a Sudáfrica. El secretario de Estado Marco Rubio anunció que no asistirá a la Cumbre del G20 en Johannesburgo en noviembre de 2025, en protesta por las políticas “antiestadounidenses” de Sudáfrica. Este boicot podría debilitar la influencia del G20 como plataforma económica global, especialmente si Trump continúa su política de imponer aranceles a países como Colombia, Panamá, Canadá, México y China.
En conclusión, Korybko argumenta que la campaña de Trump contra Sudáfrica va más allá de las tensiones raciales y la Ley de Expropiación. Se trata de una estrategia para debilitar a un miembro clave de BRICS y forzar su realineación con los intereses occidentales. El resultado de esta presión no solo afectará a Sudáfrica, sino que también podría tener implicaciones significativas para el futuro de BRICS y el equilibrio de poder global. Korybko insta a los observadores a estar atentos a los próximos movimientos de Trump, ya que podrían definir el rumbo de las relaciones internacionales en los próximos años.
