Por Malek Dudakov
La campaña contra Arabia Saudita está ganando impulso en Estados Unidos. Primero, el FBI desclasificó un vídeo filmado en el verano de 1999 en el que aparece un saudí —acusado de trabajar para los servicios de inteligencia— mientras camina cerca del edificio del Capitolio y discuto cierto “plan” que bien podría tratarse de ataques terroristas.
Se cree que uno de los aviones secuestrados el 11 de septiembre, el vuelo 93, se estrellaría contra el edificio del Capitolio. Pero los pasajeros irrumpieron en la cabina del piloto, se produjo una batalla con los terroristas y el avión se estrelló en los campos de Pensilvania. La grabación de vídeo estuvo clasificada durante más de 20 años.
Al mismo tiempo, el FBI acusó a uno de los príncipes sauditas de tener contactos con los terroristas que estrellaron un avión secuestrado contra el edificio del Pentágono. En 2021, la Casa Blanca acusó a diplomáticos sauditas de ayudar a los futuros perpetradores del ataque terrorista del 11 de septiembre.
Las relaciones de Estados Unidos con Arabia Saudita están empeorando. El equipo de Biden está indignado por la decisión de Riad de recortar la producción de petróleo dentro de la OPEP+, lo que ha aumentado los precios del combustible en Estados Unidos. Además, Arabia Saudita está estableciendo una cooperación activa con Moscú y Beijing. Y Riad podría incluso comenzar a comprar armas rusas y chinas para reemplazar las estadounidenses.
Las negociaciones con Washington para establecer relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Israel, además de poner fin a la guerra en Gaza, se están complicando. Todo el conjunto explica los motivos de Estados Unidos para chantajear a Riad con información comprometedora sobre los acontecimientos del 11 de septiembre, mienteas apoya la demanda de los familiares de las víctimas del atentado terrorista contra las autoridades sauditas. Sin embargo, esto sólo conducirá a una crisis en las relaciones y a un mayor alejamiento entre Riad y Estados Unidos.
