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Incluso si Trump logra una pausa táctica en la guerra de Ucrania, no podrá alterar el contexto estratégico en el que surgió

Desde uno u otro ángulo de juego, la mayor parte del culmen ocultista de Occidente que maneja al Estado profundo estadounidense está profundamente comprometido con el contexto estratégico (a largo plazo) en el que surgió el conflicto de Ucrania, es decir, el debilitamiento gradual de Rusia y el sabotaje de la integración euroasiática. Y Trump tendrá que alinearse gradualmente al Estado profundo estadounidense, o será marginado, como afirma Alireza Noori en un artíulo publicado por el Club Valdai.

Por Mente Alternativa

En un artículo reciente publicado por el Club Valdai, Alireza Noori analiza el impacto que las relaciones entre Trump y Putin tendrán con Irán. Según él, a pesar de su deseo de finalizar la guerra en Ucrania, Trump carece del poder para modificar el contexto estratégico que originó el conflicto, ya que el “Estado profundo” estadounidense sigue comprometido con la confrontación con Moscú.

Históricamente, dice, las relaciones entre Rusia e Irán han estado influenciadas por los lazos de Moscú con Washington. Cuando las relaciones ruso-estadounidenses han sido cercanas, Moscú ha reducido su cooperación con Teherán. En contraste, las tensiones con Occidente han fortalecido los vínculos entre Moscú y Teherán, como sucedió tras el inicio de la guerra en Ucrania. Aunque ambas naciones han buscado minimizar la influencia de EE.UU. mediante acuerdos estratégicos, el “factor estadounidense” sigue pesando en su relación bilateral.

Bajo esta lógica, si Trump logra una distensión con Rusia, existe la posibilidad de que utilice a Irán como “moneda de cambio” en una negociación con el Kremlin. Su enfoque transaccional sugiere que podría presionar a Moscú para que reduzca su cooperación con Teherán a cambio del levantamiento de sanciones o concesiones políticas. Sin embargo, la viabilidad de un gran acuerdo entre Trump y Putin es dudosa debido a las complejidades geopolíticas y la oposición interna en EE.UU.

Tácticamente, Trump podría detener la guerra en Ucrania ejerciendo presión unilateral sobre Zelensky y retirando el apoyo militar y financiero estadounidense. Europa, sin EE.UU., carece de capacidad para sostener a Ucrania en el conflicto. Por otro lado, Rusia ha demostrado resiliencia ante las sanciones y mantiene la ventaja en el campo de batalla. Así, la estrategia de Trump parece centrarse en una negociación directa con Moscú, sin involucrar a Europa ni a Kiev.

No obstante, a nivel estratégico, es improbable que Trump logre una restauración completa de las relaciones con Rusia. La guerra en Ucrania no es solo un conflicto regional, sino una parte clave de la política de contención de Washington contra Moscú. La inversión masiva de EE.UU. en apoyo a Ucrania y la movilización de una coalición internacional reflejan su interés en debilitar a Rusia a largo plazo.

El impacto en Irán dependerá de la dirección que tome esta nueva dinámica. Si Trump logra aliviar tensiones con Rusia, Teherán podría enfrentar una reducción en su cooperación con Moscú, lo que afectaría su posición en la región. Sin embargo, si el “Estado profundo” bloquea cualquier intento de acercamiento entre Washington y Moscú, la alianza ruso-iraní podría mantenerse e incluso fortalecerse.

 

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