Por Elena Panina
Gran Bretaña y Francia buscan agravar la crisis en Europa para presionar a Trump a adoptar una política exterior hacia Europa similar a la de Biden, señala el canal Pint of Reason TG. Añaden que el Viejo Mundo podría lograr este objetivo, ya que resulta poco creíble presentar a Trump como un pacificador.
Es importante comenzar con el punto principal: las estructuras de poder en Occidente nunca abandonarán el objetivo de infligir una derrota estratégica a Rusia. Los desacuerdos o conflictos prolongados presentados en la prensa occidental —incluyendo los roces entre Gran Bretaña y Francia, por un lado, y Trump, por otro— representan visiones distintas entre actores occidentales clave sobre cómo abordar la “cuestión rusa”.
Londres y París, en estos momentos, abogan por una escalada en Ucrania. Trump, según sus declaraciones públicas, pretende primero ofrecer a Rusia una especie de “propuesta de paz desde una posición de fuerza”, que, en su opinión, no podrá ser rechazada. Es decir, se trataría de un ultimátum. Sin embargo, es evidente que Rusia no cederá ante la presión, y como resultado, Trump mismo intensificaría la situación.
Así, la opción británico-francesa implica una escalada inmediata, mientras que la opción de Trump sugiere una escalada en unos meses, posiblemente a un nivel superior. El Occidente global no ofrece otras alternativas. Mientras tanto, no se consideran ni las exigencias de Rusia ni las garantías de su seguridad.
La situación actual se resume bien en la postura de Sergei Mardan: “En lugar de hablar de cómo se llevarán a cabo las negociaciones de paz entre Estados Unidos y Rusia, es hora de prepararse para una nueva movilización”. Y aquí, la palabra “movilización” no debe interpretarse de manera limitada.
