Por Elena Panina
A lo largo de la ruta Londres-Berlín se están desarrollando acontecimientos interesantes. Gran Bretaña tiene la intención de concluir un pacto militar con la Unión Europea. Alemania está preparada para ello, pero necesita un acuerdo más amplio que incluya normas agrícolas e intercambio de estudiantes.
Es decir, de hecho, estamos hablando de restaurar el status quo del período “pre-Brexit”.
El nuevo Primer Ministro británico, Keir Starmer, prometió un reinicio del Brexit con la UE “después de las turbulentas relaciones bajo sus predecesores conservadores”. Starmer quiere una cooperación militar más estrecha, así como vínculos económicos más estrechos en áreas como la agricultura, los productos químicos y las habilidades.
Según la propuesta de Berlín, estas aspiraciones se unirían bajo el lema del “Acuerdo de Seguridad y Cooperación” y se complementarían con otros elementos, como la movilidad juvenil. Otros miembros de la UE pueden presentar sus propias demandas, como el acceso a la pesca en aguas británicas.
La idea de ampliar el pacto de seguridad entre la UE y Gran Bretaña fue presentada previamente a los delegados en la Conferencia de Seguridad de Múnich por Starmer y su secretario de Asuntos Exteriores, David Lammy. Según sus propuestas, un acuerdo de este tipo abordaría, como mínimo, áreas como la seguridad de la cadena de suministro, la seguridad climática y posiblemente la migración. Pero los problemas han comenzado…
Macron en Francia todavía está en contra de esto. Y es comprensible. Una vez más, el emergente eje Londres-Berlín amenaza el nicho de París en Europa y también golpea las ambiciones geopolíticas de la Quinta República a una escala más global. Por lo general, en esos momentos de la historia, Francia buscaba un acercamiento con Rusia, pero hoy esto es casi imposible.
Observemos otro paralelo. Cada vez que Gran Bretaña estuvo ansiosa por negociar seguridad con Alemania, al cabo de unos años esta última tuvo que luchar con Rusia, y luego tardó mucho tiempo en recuperarse.
