Por Mente Alternativa
La geoingeniería británica ha dado un paso alarmante hacia el control artificial del clima, con la reciente iniciativa de la agencia ARIA, inspirada en la DARPA estadounidense. Este proyecto contempla experimentos al aire libre que buscan modificar la atmósfera terrestre mediante la gestión de la radiación solar (SRM), con el supuesto objetivo de frenar la crisis climática. Sin embargo, las implicaciones de estos ensayos van mucho más allá del discurso oficial de “salvar el planeta”.
Entre las técnicas propuestas figuran el rociado de partículas reflectantes en la atmósfera y la manipulación de las nubes mediante agua de mar. Estas acciones podrían desencadenar una cadena de consecuencias globales, como la alteración de patrones de lluvia, afectando directamente a la agricultura, y el desequilibrio de ciclos climáticos en distintas regiones del planeta. Aunque el Reino Unido invierte más de 50 millones de libras en estas investigaciones, lo que lo posiciona como líder mundial en geoingeniería, los posibles efectos secundarios siguen sin estar debidamente evaluados.
Detrás de esta agenda de la geoingeniería británica, se perciben motivaciones geopolíticas que despiertan sospechas legítimas. El control climático puede convertirse en una herramienta de poder encubierta, disfrazada de ciencia salvadora. Además, estas prácticas podrían intensificar el desequilibrio ecológico en lugar de resolverlo. Resulta urgente abrir un debate global sobre la legalidad, ética y transparencia de estas iniciativas.
Este experimento no es solo científico, es político. Y sus consecuencias podrían ser irreversibles.
DARPA desarrolla biotecnología para controlar el hielo en el Ártico
