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G7/OTAN: El Imperio contraataca, impulsando el desacreditado ‘orden basado en reglas’

Por Harley Schlanger

15 de junio – En medio de todos los tópicos de la avalancha de palabras servidas por los participantes en la cumbre del G7 en Cornualles, Reino Unido, hubo una simple declaración emitida por la Embajada de China en Londres: “Los días en que las decisiones globales eran dictadas por un pequeño grupo de países han quedado atrás”. Este comentario, en particular, desmenuza uno de los engreimientos esgrimidos por los miembros del “Club” del G7, el de que esta cumbre marcaba el retorno al “multilateralismo”, destacado por la presencia de Estados Unidos tras el interregno de Trump.
“Estados Unidos está de vuelta”, se entusiasmó una y otra vez Biden, y los demás coincidieron, refiriéndose al hecho de que el G7, en el pasado, había sido capaz de dar forma a la agenda global, basándose en el poder militar y económico de Estados Unidos. Para poner las cosas en perspectiva: cuando se fundó el G7, allá por 1975, los países miembros representaban el 80% del PIB mundial, pero hoy en día, es poco más del 30%, según Statista.com. En términos de población, los siete países representan menos del 10% del total mundial. Los “siete enanos” (como los llamó Lyndon LaRouche) hicieron una demostración de unidad en Cornualles, pero bajo la superficie, surgieron algunos desacuerdos, especialmente sobre la “dureza” que se debe tener contra China.
También hubo un reconocimiento a regañadientes de que la agenda impulsada en la cumbre es inaceptable para muchas naciones, comenzando por Rusia y China, las dos naciones más atacadas durante esta cumbre, y posteriormente en la sede de la OTAN.

La exigencia de que esas naciones se sometan de todos modos a este nuevo orden desacredita su pretensión de compromiso con el “multilateralismo”. Los procedimientos de la cumbre del G7 se configuraron no de acuerdo con los principios del derecho internacional, sino por el diseño arbitrario de las comunidades de inteligencia, seguridad y diplomacia de Londres y Washington, en tándem con los think tanks y las Organizaciones No Gubernamentales financiadas por el mismo Complejo Militar Industrial que toma las decisiones estratégicas. El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció hace meses que el G7 sería la fiesta de presentación de la “Gran Bretaña Global”, un nuevo orden imperial apenas disimulado que, por otra parte, se promociona como el “Orden Basado en Reglas”. El equipo de Biden no sólo estaba totalmente al día, sino que ha estado reivindicando este concepto, según el cual las “democracias liberales” defienden los “valores occidentales”, frente a los “autócratas” que los rechazan.

Ese es presumiblemente el mensaje que el presidente Biden, reforzado por la muestra de apoyo de sus aliados del G7, pretende transmitir al presidente ruso Putin en Ginebra el 16 de junio, durante su primera cumbre.

 

La estafa verde impulsada para contrarrestar a China

Los dos puntos principales del comunicado final del G7 se refieren a la política económica y medioambiental y a cuestiones estratégicas. El primero es la promoción de una “Iniciativa Verde Limpia” para contrarrestar la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI) de China; el segundo, una alianza estratégica para contrarrestar las “intenciones malignas” de China y Rusia, acusadas de utilizar la guerra cibernética y las amenazas militares, entre otras armas, para perturbar las democracias. La primera se basa en una estafa financiera que incluye bonos de carbono y compensaciones, que pretende generar una nueva burbuja para apoyar a los bancos, instituciones financieras y corporaciones occidentales que se están hundiendo. Los estadounidenses lo llaman la iniciativa “Build Back Better”. Sin embargo, no es aceptable para las naciones que incluyen a la mayoría de la población mundial. La promesa de fondos de las naciones miembros, y de los fondos “privados”, se destinará principalmente al “Great Reset” promovido por los multimillonarios de Davos, aparentemente para luchar contra el cambio climático. Pero no hará nada para promover el desarrollo en las naciones más pobres, a diferencia de lo que hace la BRI.

En cuanto a su alianza estratégica, que también se abordó en Bruselas el 14 de junio, se basa en gran medida en la ampliación de la OTAN para convertirla en una alianza “político-militar” mundial, para disuadir a los chinos y a los rusos de que intenten establecer imperios que compitan con el suyo. Pretende ampliar su capacidad, de aquí a 2030 (Agenda 2030 de la OTAN), para intervenir en todo el mundo, no sólo con medios militares, sino también para contrarrestar las amenazas cibernéticas percibidas e incluso los efectos del “cambio climático”. (Recordemos, a este respecto, que el jefe del MI6 británico anunció recientemente que el servicio secreto de Su Majestad estaba dispuesto a actuar como una fuerza de policía climática mundial). Al igual que con la “iniciativa verde limpia”, el plan de la OTAN para la dominación global no funcionará, pero definitivamente podría escalar las tensiones existentes y conducir a una devastadora guerra mundial.

Al comentar las posturas hechas en Cornualles y Bruselas, el Global Times de China escribió que el G7 no está en una confrontación con China, sino con la realidad, y con sus propias poblaciones. En lugar de defender los “valores occidentales”, los líderes del G7 se reunieron para proteger el dominio de unos pocos y las fortunas de quienes se benefician de sus planes, y los informes que se han filtrado indican que había cierto malestar con este enfoque incluso dentro del Club, desde Alemania, Francia, Italia y Japón. Esto es especialmente evidente en relación con los ataques a China, que se atenuaron un poco respecto a lo que Joe Biden había insistido, dada la preocupación de que una condena más enérgica pudiera afectar a las relaciones comerciales con una de las pocas economías del mundo que ha seguido creciendo.

Pronto descubriremos si esta confrontación con la realidad cambia los planes elaborados por los unilateralistas del “orden basado en reglas” para la reunión de Biden con Putin el 16 de junio.

 

 

Fuente:

Harley Schlanger: G7/NATO: The Empire Fights Back, Pushing Discredited “Rules-Based Order”; en The Larouche Organization.

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