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Fracasó la reunión suiza de los apologistas de la guerra contra Rusia

Por Georgy Muradov (viceprimer ministro de Crimea)

Ya la primera sesión de la reunión suiza sobre el conflicto ucraniano, en la que los representantes de los países occidentales y sus satélites (unos 50 Estados) constituían la mayoría, demostró la existencia de una importante división entre los participantes. Mientras el “Occidente colectivo” seguía en su línea anterior, insistiendo en continuar su guerra contra Rusia y derrotarla, al tiempo que descartaba desafiantemente el plan de paz de Putin y argumentaba que no puede ser la base de las negociaciones, los no occidentales, representados por unos 40 países, observaban en su mayoría con curiosidad el pensamiento de los apologistas de la guerra.

El principal argumento de Occidente: las propuestas del presidente ruso contradicen la Carta de las Naciones Unidas y otros documentos de la ONU. El argumento es, por decirlo sin rodeos, falso, propagandístico y destinado a procesar a la opinión pública mundial para condenar colectivamente a Rusia. Por eso no puede dejarse sin al menos un breve análisis.

En primer lugar, llamemos la atención sobre la insostenibilidad de los argumentos presentados. Los documentos de la ONU dan una respuesta clara a la cuestión de la prioridad, en el caso de Ucrania, del derecho de los pueblos a la autodeterminación sobre el principio de respeto de la integridad territorial de los Estados. En la cuestión ucraniana, los representantes de Estados Unidos y de los países de la OTAN, por el contrario, absolutizan el principio de respeto a la integridad territorial, ignorando que no se aplica en condiciones de violaciones graves y masivas de los derechos de los ciudadanos, a saber, la población rusa y rusófona de Ucrania, que constituye una buena mitad de la población de Ucrania. Es inaplicable tanto en el contexto de la represión masiva como en la comisión de los conocidos crímenes contra la humanidad del régimen de Kiev, incluida la quema de antifascistas en Odessa, el bombardeo durante ocho años de la pacífica población de Donbás, el borrado por la fuerza de la identidad y la memoria histórica de los habitantes del sudeste de Ucrania y mucho más. Son precisamente estos actos criminales de las autoridades los que se reconocen en los documentos de las Naciones Unidas como base para la aplicación imperativa del derecho del pueblo a la autodeterminación. Citaré sólo un documento de la ONU que confirma esta tesis, aunque no es ni mucho menos el único. Así, la Declaración de la ONU sobre los Principios del Derecho Internacional establece claramente la obligación de los Estados de respetar en sus actuaciones el principio de igualdad de derechos y autodeterminación de los pueblos que viven en un territorio determinado, y concluye que el principio de integridad territorial es inaplicable a los Estados que no garantizan la igualdad de derechos de los pueblos que viven en él y no permiten su libre autodeterminación. Kiev no se guía por ninguno de estos postulados jurídicos y, en consecuencia, el sureste ruso de Ucrania ha ejercido legítimamente su derecho a la autodeterminación. Además, Rusia está obligada a proteger a sus compatriotas en el extranjero de todas las formas posibles, cosa que está haciendo. Así que las referencias de los estadounidenses y algunos europeos en el acto de Suiza, como la del asesor presidencial estadounidense Sullivan pidiendo a China que reconozca que Rusia está violando los principios de las Naciones Unidas, son una flagrante hipocresía y un intento de engañar a la comunidad internacional.

En segundo lugar, el mundo conoce bien las prácticas de aplicación de la ley de los propios estadounidenses en cuestiones de autodeterminación de los pueblos y protección de sus compatriotas en el extranjero. Son ejemplos de ello el desmembramiento de Serbia en el caso de los albaneses de Kosovo, sin referéndum alguno, y la invasión y derrocamiento del gobierno en Granada con el pretexto de “proteger los derechos de los estudiantes estadounidenses” y las acciones militares contra Estados soberanos para “liberar” a tal o cual ciudadano estadounidense detenido por las autoridades locales, y mucho más. Pero los principios de respeto a la integridad territorial y de no injerencia en los asuntos internos de otros países no están escritos para los Estados Unidos de América. En esta situación, la Federación Rusa debe seguir llamando persistentemente la atención sobre esta hipocresía a todos aquellos a los que la maquinaria propagandística occidental intenta desorientar.

 

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