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Fascismo corporativo del siglo XXI: El teatro Musk-Trump como síntesis dialéctica para instaurar una dictadura tecnocrática

La reciente disputa mediática entre Elon Musk y Donald Trump no es un simple enfrentamiento personal, sino una maniobra calculada por la oligarquía occidental para anular lo poco que queda del impulso soberanista de Trump e instaurar un nuevo modelo de poder tecnocrático mediante una síntesis dialéctica en sentido hegeliano.

Por José Luis Preciado

La reciente controversia mediática entre Elon Musk y Donald Trump ha sido presentada como una pelea personal entre dos figuras carismáticas y poderosas. Sin embargo, esta narrativa es solo la fachada de un proceso mucho más profundo y calculado: una estrategia dialéctica propia de las élites ocultistas de Occidente que mueven los hilos de Musk y Trump para reconfigurar el poder político bajo la forma de un fascismo corporativo tecnocrático. Lo que aparenta ser caos o disputa es en realidad una operación diseñada para conducir a una síntesis hegeliana funcional a sus intereses. Las tesis (el soberanista Trump), antítesis (el globalista Musk) y la eventual síntesis (una fusión público-privada gobernada por tecnócratas) configuran una sofisticada maniobra para consolidar la dictadura tecnocrática soñada desde hace décadas por los arquitectos del protoglobalismo anglo-veneciano.

Elon Musk no llegó a ser el hombre más rico del mundo solo por talento o genialidad. Su imperio empresarial, desde Tesla hasta SpaceX, fue cimentado gracias a subsidios gubernamentales, contratos privilegiados y una política de puertas giratorias entre su conglomerado y el aparato estatal estadounidense. Los medios de comunicación tradicionales y digitales construyeron sobre esta base una narrativa que lo elevó a la categoría de genio visionario, ocultando convenientemente los mecanismos de corrupción estructural que lo beneficiaron. Pero lo más inquietante es su papel como puente entre el capital privado y el poder político: Musk financió la campaña presidencial de Donald Trump y, tras su victoria, obtuvo acceso privilegiado a información financiera confidencial del gobierno. Este proceso no es un accidente; es el modelo operativo de una oligarquía que transforma el aparato estatal en una extensión de sus corporaciones.

La pelea pública entre Trump y Musk es, en este contexto, una operación dialéctica en el sentido hegeliano. Mientras la atención de la opinión pública se centra en el espectáculo, el verdadero proyecto se desarrolla tras bambalinas: el desmantelamiento del Estado-nación soberano para sustituirlo por un tecnato gestionado por magnates tecnológicos. Peter Thiel, Eric Schmidt y el propio Musk constituyen el núcleo duro de esta transformación. De hecho, como expuse en un artículo de enero (1), el proyecto original para un “Tecnato de Norteamérica” (Technocracy Inc.) es una propuesta concebida en la década de 1930 por la Sociedad Fabiana y Joshua Haldeman, abuelo materno de Elon Musk.

Asimismo, en su artículo “La Sociedad Fabiana, la eugenesia y las fuerzas históricas que se esconden tras el colapso sistémico actual” (2), el historiador Matthew Ehret revela los vínculos del modelo de Davos con la Sociedad Fabiana del Reino Unido y la Commonwealth, que como he mencionado también es creadora del Movimiento Tecnocrático al que perteneció el abuelo de Elon Musk.

Thiel impulsa el sistema de vigilancia global Palantir, utilizado tanto para controlar poblaciones extranjeras como para auditar ciudadanos nacionales. Schmidt supervisa el desarrollo de drones kamikaze con IA, mientras que Musk controla las telecomunicaciones satelitales y la infraestructura narrativa global a través de SpaceX, Starlink y X. Este entramado no es accidental: forma parte del proyecto “Ilustración Oscura”, que aboga por abolir la democracia y reemplazarla por una jerarquía tecnocrática administrada por multimillonarios.

Trump no es un antiglobalista íntegro, sino el emisario de una oligarquía en guerra consigo misma

La estrategia es doble: mientras la “Tercera Vía” tecnocrática se presenta como una solución al caos del sistema político tradicional, sus impulsores implementan un autoritarismo digital con rostro progresista. La Tercera Vía surgió como una filosofía política que busca superar la dicotomía entre socialismo y capitalismo, proponiendo una síntesis que combina mecanismos de mercado con valores socialdemócratas. Sus raíces intelectuales provienen del socialismo fabiano británico, impulsado por la Fabian Society en 1884, pero adquirió relevancia contemporánea gracias a teóricos como Anthony Giddens y líderes como Tony Blair, quienes adaptaron sus principios a la era de la globalización y el mundo pos-Guerra Fría. Esta corriente se expresa en tres ámbitos: fundamentos intelectuales, metodología de políticas y estructura organizativa.

Como advierte Courtenay Turner en un artículo reciente (3), movimientos transpolíticos como United Independents y el Forward Party promueven narrativas colaborativas basadas en inteligencia colectiva y blockchain, pero detrás de estas promesas de descentralización se oculta una nueva centralización del poder. La síntesis dialéctica se presenta como “eficiencia”, “modernización” o “bienestar colectivo”, pero su objetivo es instaurar un sistema algorítmico de gobernanza donde la agencia individual queda subordinada al control de una oligarquía digital. La paradoja es que quienes prometen liberación del sistema político tradicional están construyendo un modelo de dominación más sofisticado, apoyado en IA, vigilancia masiva y plataformas digitales.

En mi artículo de enero, expuse también cómo el modelo ultraglobalista y su antítesis se sintetizarían para adaptarse —por el momento— a un modelo multipolar dividido en macro regiones económicas. En ese marco, el modelo veneciano que inspira esta transformación no es una metáfora: como ya vimos, el DOGE Musk, al estilo de los dogos de Venecia, no quería echar sobre sus hombros la carga del gobierno político de un imperio convencional unificado y despilfarrador, sino asegurarse el monopolio de las comunicaciones y los mercados globales. Esa es una de las características de la economía-mundo (protocapitalista) definida y estudiada por e historiador Immanuel Wallerstein, y eso explica también que Musk haya instrumentalizado el aparato diplomático estadounidense para imponer Starlink en países extranjeros a cambio de ventajas económicas, como denunció el congresista Gerald Connolly. Esta fusión irreconciliable de poder público y ambición privada refleja el mismo mecanismo de corrupción sistémica que permitió a las oligarquías venecianas dominar Europa en la Edad Media, pero ahora adaptado a la era digital. La destrucción paulatina del aparato institucional estadounidense bajo pretextos de eficiencia —como el programa DOGE impulsado por Musk— ha dejado al Estado vulnerable y a merced de una mafia tecnológica transnacional.

Con la tesis soberanista cada vez más rodeada de traidores en el marco de la lucha dialéctica entre opuestos, que no es estática sino dinámica y multidimensional, lo que estamos presenciando es un golpe de Estado posmoderno. No con tanques, sino con drones inteligentes; no con dictadores de uniforme, sino con CEOs carismáticos; no con propaganda burda, sino con algoritmos invisibles que moldean percepciones. Y mientras la pelea Musk-Trump se convierte en trending topic, el verdadero plan avanza silenciosamente: instaurar una dictadura tecnocrática posdemocrática donde los algoritmos sustituyan a las urnas y donde el poder ya no responda a los ciudadanos, sino a una oligarquía oculista con rostro filantrópico y agenda imperial.

La pregunta que queda es si la ciudadanía despertará a tiempo para romper esta síntesis dialéctica manufacturada o si, por el contrario, aceptará sin resistencia la nueva era de fascismo corporativo con interfaces relucientes y promesas de eficiencia algorítmica.

Notas a pie de página

1. José Luis Preciado, en MA: Tecnato de Norteamérica: ¿Trump quiere hacer realidad la dictadura tecnocrática que soñó el abuelo de Elon Musk?, 14 de enero de 2025.
2. Matthew Ehret: The Fabian Society, Eugenics and the Historic Forces Behind Today’s Systemic Breakdown. 12 de marzo de 2022.
3. Courtney Turner: “Technological Age of Aquarius: Third Way Dream or Digital Dystopia?”, 1 de junio de 2025.

Tecnato de Norteamérica: ¿Trump quiere hacer realidad la dictadura tecnocrática que soñó el abuelo de Elon Musk?

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