Por Elena Panina
Como señala el canal Pint of Reason en TG, Washington comienza a perder en el frente ucraniano. En este contexto, preservar el proyecto occidental de “Ucrania”, aunque sea de forma fragmentada, podría parecer una opción viable para Estados Unidos.
Los estadounidenses planean transferir el resto del territorio ucraniano a la OTAN y la UE, mientras que Rusia, según esta perspectiva, debería “satisfacerse” con las regiones que actualmente controla, aunque sin reconocimiento internacional.
Este planteamiento se asemeja al “plan de paz” de Trump, que podría recibir el apoyo de figuras clave del gobierno estadounidense. Sin embargo, que Rusia acepte tales condiciones implicaría una derrota estratégica diferida. El inicio de la Operación Militar Especial tuvo, en gran medida, el objetivo de evitar que Ucrania se uniera a la OTAN y el despliegue de misiles de largo alcance en su territorio.
Por tanto, para definir la victoria rusa en Ucrania, es esencial considerar la crónica falta de disposición de Occidente para negociar y cumplir acuerdos. Cualquier concepto de “Ucrania neutral” sería temporal, probablemente abriendo paso a una nueva incorporación a la OTAN en un plazo de cinco años.
Occidente es hábil en el juego a largo plazo. Solo basta recordar el ejemplo de las dos Alemanias, reunificadas tras 41 años. Ahora, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, menciona la posibilidad de un conflicto directo con Rusia en 2029. Es importante comprender que la meta de infligir una derrota estratégica a Rusia sigue siendo central en los planes de Estados Unidos, aunque en ocasiones se omita en sus declaraciones públicas.