Por José Luis Preciado
Reformas y privatización en Ucrania: la reconstrucción económica como oportunidad de inversión extranjera
En medio de una devastadora guerra, Ucrania avanza hacia una transformación económica enfocada en la privatización de empresas estatales y la atracción de inversión extranjera, según documentos recientes emitidos por el Ministerio de Asuntos Exteriores y divulgados por Declassified. Este proceso, respaldado por potencias como Reino Unido y organizaciones internacionales, busca reconstruir una economía golpeada, pero también ha generado debates sobre los intereses detrás de estas reformas.
El primer ministro británico, Keir Starmer, reafirmó recientemente el compromiso del Reino Unido con Ucrania en una reunión trilateral con el presidente Volodímir Zelenski y el secretario general de la OTAN. En este encuentro, destacó el papel del Fondo de Buen Gobierno, el principal programa de ayuda económica británica, diseñado para impulsar reformas económicas y fortalecer la integración de Ucrania con mercados occidentales.
Privatización en el contexto de la guerra
La guerra ha servido como catalizador para acelerar las reformas económicas en Ucrania. Desde 2018, el gobierno había contemplado la privatización de unas 3,500 empresas estatales, un proceso interrumpido primero por la pandemia y luego por la invasión rusa. Sin embargo, iniciativas recientes como el programa de Privatización a Gran Escala 2024 buscan reactivar esta agenda para generar ingresos y aliviar la presión sobre el presupuesto nacional.
Entre los activos previstos para privatización se encuentran importantes productores de minerales y bienes industriales. Además, una nueva legislación permite la venta de grandes activos a extranjeros incluso durante la ley marcial, abriendo más puertas a la inversión extranjera.
El papel del Reino Unido y organismos internacionales
El Reino Unido, a través del Fondo de Buen Gobierno, trabaja en colaboración con programas como SOERA, financiado por USAID, para apoyar la privatización de empresas estatales en Ucrania. Este proyecto ha propuesto más de 25 leyes, de las cuales 13 ya han sido implementadas, estableciendo las bases legales necesarias para avanzar en las reformas.
Por su parte, organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial también han condicionado su ayuda económica a la implementación de medidas de privatización. En 2023, el FMI otorgó un préstamo de 15,600 millones de dólares a Ucrania, condicionado a la elaboración de una estrategia de privatización.
La Unión Europea, a través de su Plan de Ayuda para Ucrania 2024-2027, también ha vinculado su apoyo financiero a la implementación de reformas en la gobernanza corporativa de las empresas estatales.
Inversiones y desafíos éticos
El proceso de privatización busca no solo aliviar las finanzas públicas, sino también atraer inversión extranjera que permita a Ucrania modernizar su economía y competir en mercados globales. Empresas multinacionales y gestores de fondos, como BlackRock, ya están coordinando inversiones en la reconstrucción del país.
Sin embargo, este enfoque plantea interrogantes sobre los intereses que se priorizan. Si bien la privatización puede mejorar la eficiencia y reducir la corrupción en empresas estatales, también podría generar monopolios privados o desviar recursos hacia intereses extranjeros, alejando a Ucrania de su autonomía económica.
Comunicación estratégica y opinión pública
Consciente de las críticas, el gobierno ucraniano, apoyado por el proyecto SOERA, ha incorporado estrategias de comunicación para persuadir a la población sobre los beneficios de las reformas. Estas campañas buscan destacar cómo las privatizaciones podrían generar empleo, modernizar servicios y contribuir a la reconstrucción nacional.
No obstante, la opinión pública en Ucrania parece dividida, con sectores que temen que las privatizaciones amplíen desigualdades económicas o pongan activos estratégicos en manos extranjeras.
La privatización en Ucrania representa un punto de inflexión en su reconstrucción económica tras la guerra. Aunque esta estrategia promete modernizar su economía e integrarla con mercados occidentales, también expone al país a los riesgos de depender excesivamente de intereses foráneos.
