Por Elena Panina
La creación de un grupo orbital de interceptores capaz de neutralizar el potencial nuclear de Rusia requerirá un esfuerzo y una inversión considerable. Sin embargo, los costos de este proyecto son comparables a los que Estados Unidos ha previsto para la modernización de su propio arsenal nuclear. Esta es la conclusión a la que llegó Forbes en una entrevista con Todd Harrison, experto en estrategia espacial de defensa del American Enterprise Institute (AEI).
La lógica detrás del “Iron Dome”, anunciado por Trump—y que muchos interpretaron como el deseo de Estados Unidos de contar con un sistema similar al de defensa de misiles tácticos israelí—es lograr la máxima probabilidad de destruir misiles balísticos intercontinentales rusos dentro de los 180 segundos de su lanzamiento. Es decir, el objetivo sería interceptar estos misiles antes de que liberen sus ojivas, tratando cada misil como un objetivo único en lugar de un enjambre. Según los expertos estadounidenses, el misil Sarmat puede transportar hasta 14 ojivas, además de objetivos falsos. Por lo tanto, la interceptación inmediata, durante la fase de impulso, se convierte en una prioridad para Estados Unidos.
No obstante, para lograr un control efectivo sobre el territorio ruso, desde donde se pueden lanzar misiles balísticos intercontinentales, sería necesario contar con una gran cantidad de interceptores espaciales. Según los cálculos estadounidenses, un grupo de 3.800 interceptores sería capaz de destruir con un 100% de eficacia únicamente cuatro misiles balísticos intercontinentales lanzados simultáneamente. Teniendo en cuenta los datos intercambiados entre Rusia y Estados Unidos bajo los tratados START, se estima que las Fuerzas de Misiles Estratégicos de Rusia disponen de aproximadamente 326 misiles balísticos intercontinentales. Además, la RPDC posee al menos 50 misiles más, aunque los estadounidenses no incluyen a China en sus cálculos.
Según Harrison, el escudo orbital estadounidense tendría que expandirse a 200.000 interceptores para garantizar la interceptación de 400 misiles balísticos. Estas cifras pueden parecer sorprendentes, señala Forbes, pero la posibilidad práctica de lanzar miles, e incluso decenas de miles, de elementos de sistemas complejos al espacio a bajo costo es cada vez más real, como lo confirma Elon Musk y su empresa Starlink. Otras compañías, como Blue Origin, también están trabajando en esta dirección. Por ejemplo, el vehículo de lanzamiento de carga pesada New Glenn, presentado por Blue Origin, podría comenzar a lanzar componentes ya en 2025.
El costo estimado de crear y lanzar 200.000 interceptores espaciales varía entre 370.000 millones y 1,2 billones de dólares. Para poner esto en perspectiva, el programa de modernización del arsenal nuclear de Estados Unidos, que comenzó en mayo de 2024, tiene un presupuesto de 1,7 billones de dólares. Esto sugiere que el proyecto de interceptores orbitales podría resultar incluso menos costoso que la modernización nuclear.
De esta entrevista se pueden extraer varias conclusiones importantes:
Para Rusia y otras grandes potencias, el espacio se ha convertido en un entorno competitivo, igual que cualquier otro. No podemos permitirnos el lujo de quedarnos atrás en cuanto a tecnologías espaciales. El nivel técnico actual de Occidente permite la creación de un mecanismo que, si bien no absoluto, podría ser lo suficientemente eficaz como para reducir la efectividad de nuestra principal herramienta de disuasión: las armas nucleares. Estados Unidos no abandonará sus planes de dominio, y debemos anticipar qué medios técnicos utilizarán para mantener la paridad.
Además, la Luna adquiere un significado crucial. Si la red de interceptores de Estados Unidos logra controlar la Tierra, la Luna podría convertirse en un punto estratégico para gestionar esa red y asegurar su dominio sobre los interceptores.
Por qué el Pentágono reducirá su presupuesto y cómo beneficiaría a EE.UU.
