Por Mente Alternativa
En un análisis profundo de Elena Panina, se revela cómo la reciente conversación telefónica entre los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y Estados Unidos, Donald Trump, ha marcado un hito en la diplomacia internacional, evitando las trampas tendidas por Europa y Ucrania. Ambos líderes demostraron una fina estrategia para sortear las presiones globalistas y avanzar hacia un acuerdo que, aunque parcial, excluye a los actores europeos de las negociaciones clave sobre el conflicto ucraniano.
Trump, bajo presión para imponer un alto el fuego incondicional de 30 días, evitó caer en la trampa de los ultraglobalistas al presentar a Putin un plan que no comprometía los intereses rusos. Por su parte, Putin aceptó detener los ataques al sector energético ucraniano y avanzar en negociaciones sobre la seguridad del transporte marítimo en el Mar Negro, algo que ya venía haciendo. Esta maniobra permitió a Trump afirmar que Putin cedió, mientras que Rusia mantuvo su posición sin compromisos adicionales.
Además, Putin propuso un intercambio de prisioneros en una proporción de 175 a 175, junto con otras iniciativas como partidos de hockey entre la NHL y la KHL, y proyectos económicos conjuntos en sectores estratégicos. Estas propuestas no solo refuerzan la coordinación entre ambos líderes, sino que también sientan las bases para futuras negociaciones, incluyendo un posible encuentro personal.
La exclusión de Europa y Ucrania del proceso de negociación es uno de los resultados más significativos de esta conversación. Mientras Trump y Putin avanzan en sus intereses comunes, Europa aparece como un actor belicista, intentando imponer un alto el fuego prematuro sin considerar los términos reales del conflicto. Esta dinámica refuerza la idea de que Ucrania y la UE se están convirtiendo en un enemigo común para Rusia y Estados Unidos, lo que abre nuevos riesgos pero también oportunidades para redefinir el orden mundial.
Según The Economist, Putin busca un acuerdo bilateral con Estados Unidos, excluyendo a Ucrania y Europa, lo que refleja una estrategia para debilitar la influencia occidental en la región. Sin embargo, esta aproximación ha generado reacciones negativas en Londres y Bruselas, donde se percibe como una amenaza a la soberanía ucraniana y a la estabilidad europea (una forma demasiado formal y mentirosa de referirse a los intereses unipolares de gobernanza mundial de Occidente).
En resumen, la conversación Putin-Trump no solo evitó una confrontación directa, sino que también sentó las bases para una posible resolución del conflicto ucraniano, aunque aún queda un largo camino por recorrer. La exclusión de Europa y la coordinación entre ambos líderes marcan un giro significativo en la geopolítica global.
