Por Mente Alternativa
En un sorprendente paralelismo con la infame reunión en el asfalto de 2016 entre la fiscal general Loretta Lynch y Bill Clinton, la vicepresidenta Kamala Harris y el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Jeff Zients, mantuvieron reuniones no reveladas con Jamie Dimon, presidente y consejero delegado de JPMorgan Chase, un banco plagado de delitos, según un artículo publicado por el Financial Times.
Esta cita clandestina suscita serias preocupaciones, advierte Wall Street On Parade, ya que JPMorgan se enfrenta a investigaciones y cuantiosos acuerdos por delitos graves y operaciones indebidas. El historial de Dimon de utilizar la influencia política para eludir la rendición de cuentas, ejemplificado por sus audiencias en el Congreso en 2012 y sus tratos secretos con la administración Obama, pone de relieve la acogedora relación entre Washington y Wall Street.
El reciente informe del Financial Times desvela que Harris no reveló la reunión, insinuando su impropiedad. Críticos como el ex secretario de Trabajo Robert Reich y los abogados litigantes Helen Davis Chaitman y Lance Gotthoffer condenan la influencia de Dimon, comparando a JPMorgan con el crimen organizado. Además, el acuerdo extrajudicial de 2014 negociado por el Departamento de Justicia, que concedió inmunidad a JPMorgan por actividades fraudulentas, subraya la corrupción sistémica.
La demanda de Better Markets contra el Departamento de Justicia fue desestimada, sofocando aún más los esfuerzos para que Wall Street rinda cuentas. El llamamiento urgente para reinstaurar la Ley Glass-Steagall subraya la imperiosa necesidad de abordar los intereses entrelazados de Washington y Wall Street, que suponen una grave amenaza para la seguridad nacional y la estabilidad económica.
