Por Mente Alternativa
El Pentágono está utilizando la narrativa de una amenaza fabricada sobre super soldados chinos para justificar un ambicioso programa de creación de soldados genéticamente modificados, según revela un detallado artículo del periodista Kit Klarenberg en Mini Press. Klarenberg, cuya investigación profundiza en la influencia de los servicios de inteligencia en la política global, advierte que esta estrategia, impulsada por la Comisión Nacional de Seguridad en Biotecnología Emergente de EE.UU. (NSCEB), busca acelerar la militarización de la biotecnología sin presentar pruebas concretas de que China esté desarrollando tales soldados.
El informe de la NSCEB, publicado en abril, sostiene que China está avanzando rápidamente en biotecnología militar, especialmente en la creación de soldados con capacidades biológicamente mejoradas, y alerta a Washington sobre la necesidad de una respuesta contundente. Sin embargo, la acusación carece de evidencias sólidas y parece más una réplica de la paranoia de la Guerra Fría que un análisis científico riguroso. Esta campaña ha sido aprovechada para promover la desregulación, la inversión masiva en biotecnología militar y la experimentación humana, temas que plantean serias preocupaciones éticas y legales.
El informe describe cómo la biotecnología podría transformar la guerra al mejorar la capacidad de los soldados para el camuflaje biológico, la movilidad y el monitoreo en tiempo real de sus funciones fisiológicas. La intención de EE.UU. es liderar esta carrera tecnológica, reduciendo regulaciones y fomentando inversiones privadas para que las empresas biotecnológicas puedan proveer productos críticos para el Departamento de Defensa. Aunque el texto menciona la necesidad de ética en estos proyectos, apenas dedica un espacio simbólico a definirla, lo que pone en entredicho la supervisión real de estas iniciativas.
Entre los miembros de la comisión destacan personajes con profundos vínculos con el Pentágono y la inteligencia estadounidense, como Michelle Rozo, vicepresidenta de tecnología de In-Q-Tel, el fondo de inversión del CIA, y otros exfuncionarios con historial en proyectos de defensa y vigilancia. Esto refuerza la percepción de que la comisión tiene un sesgo estratégico para justificar estas inversiones en biotecnología militar, más que un análisis neutral.
La supuesta amenaza de China ha sido promovida desde 2020 con acusaciones sin pruebas sobre experimentos en soldados chinos para desarrollar capacidades genéticas superiores. Sin embargo, expertos señalan que China se ha enfocado principalmente en investigaciones para erradicar enfermedades genéticas, y que cualquier experimento fuera de la regulación, como el polémico caso de bebés genéticamente modificados en 2018, fue condenado y sancionado por las autoridades chinas. Por lo tanto, las afirmaciones sobre la creación de super soldados chinos son altamente especulativas y no cuentan con respaldo científico ni político claro.
El informe de la NSCEB también aboga por la creación de bases de datos biológicas estratégicas y la construcción de instalaciones para la fabricación biotecnológica, que se prevé que impulsen un programa de mejora humana aplicada a soldados. Esta tendencia de militarizar la biotecnología se refleja también en países aliados, como el Reino Unido, donde documentos oficiales abogan por la utilización de drogas psicodélicas, exoesqueletos y tecnología implantable para optimizar el rendimiento de sus fuerzas armadas, a menudo sin considerar el consentimiento voluntario de los soldados debido a la estructura jerárquica militar.
Estas iniciativas recuerdan peligrosos precedentes históricos, como los experimentos de la Guerra Fría o MKULTRA, donde la búsqueda de ventaja tecnológica llevó a violaciones éticas graves. Investigadores independientes advierten que la actual carrera armamentista biotecnológica, basada en temores infundados, principalmente beneficia a contratistas militares y corporaciones tecnológicas, mientras que erosiona los límites éticos y legales que deberían regir la experimentación humana.
En resumen, el Pentágono estaría utilizando la amenaza fabricada de super soldados chinos para justificar y acelerar un programa controvertido de soldados genéticamente modificados. Esta estrategia pone en riesgo la ética científica y abre la puerta a experimentos militares de gran alcance, con el pretexto de mantener la superioridad tecnológica frente a China. La falta de evidencia real y el sesgo político detrás del informe sugieren que más que una defensa genuina, se trata de una maniobra para ampliar la militarización de la biotecnología en EE.UU.
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