La única respuesta sensata al imperio estadounidense que finge preocuparse por el bienestar de una población musulmana extranjera es la risa, la burla y el ridículo.
Por Caitlin Johnson
26 de marzo.- El actual representante del imperio estadounidense celebró ayer por fin su primera rueda de prensa completa, un asunto vergonzoso e indigno en el que se reunió una pandilla de obsecuentes taquígrafos imperiales para hacer creer que las decisiones políticas importantes sobre el funcionamiento del gobierno más poderoso del mundo son realmente tomadas por la cáscara vacía y seca de un hombre que apenas puede hablar o pensar.
Una vez más oímos al imperio estadounidense balbucear sobre la difícil situación de los musulmanes en China, con las palabras saliendo del cerebro demenciado de Biden quien “dejó claro que ningún presidente estadounidense, al menos uno, pero ningún presidente estadounidense se había echado atrás a la hora de hablar de lo que está ocurriendo en los uigures”.
Con “lo que está sucediendo en los uigures”, Biden intentaba articular una preocupación por los derechos humanos de los musulmanes uigures en la provincia de Xinjiang, un tema de conversación que el imperio estadounidense ha estado impulsando falaz y deshonestamente con más y más agresividad a medida que los intentos de detener el ascenso de China aumentan en urgencia. Y, literalmente, segundos más tarde, Biden dejó claro que eso es exactamente lo que esta fingida preocupación por las vidas de los musulmanes era en realidad.
“Así que veo una dura competencia con China”, dijo Biden. “China tiene un objetivo general, y no los critico por el objetivo, pero tienen un objetivo general de convertirse en el país líder del mundo, el país más rico del mundo y el país más poderoso del mundo. Eso no va a ocurrir bajo mi mandato, porque Estados Unidos va a seguir creciendo y expandiéndose”.
Como ya comentamos recientemente, es un hecho conocido que el gobierno de Estados Unidos tiene una política permanente de utilizar deshonestamente las preocupaciones sobre “derechos humanos” contra naciones como China para socavarlas estratégicamente, mientras ignora a sabiendas las descaradas violaciones de derechos humanos que perpetran sus aliados con regularidad. Al gobierno estadounidense no le importa la situación de los uigures en China. No le importa que las acusaciones sobre el abuso de sus derechos estén plagadas de evidentes agujeros argumentales. Lo único que le importa es socavar a su principal rival geoestratégico en la escena mundial, sin importar la verdad.
Y no puedo superar el hecho de que el camino que ha tomado el imperio estadounidense para atacar a ese principal rival geoestratégico sea fingir que se preocupan por los derechos humanos de los musulmanes. Realmente no nos hemos reído lo suficiente de estos payasos por eso.
Piénsalo por un segundo. El gobierno estadounidense, el gobierno de los Estados Unidos de América, se ha rasgado las vestiduras melodramáticamente por el bienestar de los musulmanes. ¡Musulmanes! De todas las poblaciones que podrían haber escogido para encabezar cínicamente su campaña contra China, se decantaron por aquella en la que tienen el menor número posible de patas sobre las que apoyarse.
Al fin y al cabo, se trata de la misma población religiosa que Estados Unidos ha estado masacrando alegremente por millones en sus campañas de asesinatos militares en masa, justo desde el comienzo de este siglo. La misma población religiosa que Estados Unidos ha desplazado por decenas de millones en su campaña de terrorismo llamada “guerra contra el terror”, también desde el cambio de siglo. La misma población religiosa que Estados Unidos ha torturado sádicamente en instalaciones como Guantánamo y Abu Ghraib. La misma población religiosa que fue aterrorizada por una escalada de crímenes de odio en los propios Estados Unidos debido a las campañas de propaganda de las guerras de George W Bush, guerras que fueron apoyadas y facilitadas con entusiasmo por el actual inválido en jefe.
La única respuesta sensata al imperio estadounidense que finge preocuparse por el bienestar de una población musulmana extranjera es la risa, la burla y el ridículo. El mundo entero debería estar rodando por el suelo riéndose de esta gente. El hecho de que estos carniceros digan “¡Oh, no quiere alguien pensar en los musulmanes!” después de llevar a cabo una campaña psicopática de asesinato y robo en toda una franja de países de mayoría musulmana significa que todos deberíamos burlarnos de ellos, señalarlos y sacarlos de la sala riendo.
¿Se puede pensar en algo más ridículo? A mí no se me ocurre nada más.
El hecho de que un vasto imperio que se extiende por todo el mundo haya puesto tantas fichas en su capacidad para detener el ascenso de China afirmando que se preocupa por los derechos y el bienestar de los musulmanes es una de las cosas más caricaturescamente absurdas que han ocurrido en la historia de la civilización. Deberíamos reaccionar en consecuencia.
Es una tontería que muchos de nosotros sigamos sentados tomándonos en serio este espectáculo de payasos. Empecemos a burlarnos de estos locos. Todo el imperio estadounidense merece que se rían de él, que lo desacrediten y que lo desestimen para siempre.
Fuente:
Caitlin Johnson: The Entire World Should Be Laughing At America For Pretending To Care About Muslims In China.