Por Mente Alternativa
La política británica en Oriente Medio durante la primera mitad del siglo XX tuvo un impacto profundo y duradero en la región. Según un documento desclasificado de la CIA del 5 de agosto de 1948, citado por el periódico egipcio Al-Musawwar, las acciones de Gran Bretaña fueron clave en la configuración de la crisis actual. Fikri Abaza, editor del mencionado diario, señaló la doble estrategia británica de aparentar apoyo a los árabes mientras facilitaba la creación del Estado de Israel, lo que generó desconfianza y conflictos persistentes.
Desde la Declaración Balfour en 1917, Gran Bretaña implementó una política ambigua que favorecía la migración judía a Palestina, incumpliendo las promesas hechas a los árabes tras su apoyo contra el Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial. A medida que el sionismo ganaba fuerza, Londres instrumentalizó la situación para mantener el control sobre la región, provocando tensiones irreversibles entre judíos y árabes.
El declive del Imperio Británico tras la Segunda Guerra Mundial agravó la situación. En 1948, con la pérdida de India, Birmania y otras colonias, Gran Bretaña intentó reposicionarse en Oriente Medio mediante el suministro selectivo de armas y la manipulación de alianzas regionales. La incoherencia de su política quedó evidenciada en su actitud frente a la guerra árabe-israelí: primero aprobó la intervención de los países árabes y luego entregó Haifa a las fuerzas judías, generando frustración en ambos bandos.
Al-Musawwar resaltó que Gran Bretaña buscaba jugar a los árabes contra los judíos y viceversa, con el fin de consolidar su influencia y negociar con Estados Unidos y la Unión Soviética desde una posición de ventaja. La división provocada por su estrategia permitió la creación de un Israel fortalecido y el debilitamiento del nacionalismo árabe, configurando un conflicto que perdura hasta hoy.
El documento desclasificado muestra cómo el legado británico de manipulación geopolítica contribuyó a la inestabilidad crónica de Oriente Medio. La estrategia de dividir y gobernar, sumada a la explotación de tensiones religiosas y territoriales, sentó las bases de los conflictos actuales en la región. Mientras los países afectados siguen lidiando con sus consecuencias, la historia demuestra que las políticas imperialistas de antaño aún resuenan en la dinámica global contemporánea.
