Por Mente Alternativa
El recientemente creado “Grupo de Comunicaciones sobre Ucrania” (UCG, por sus siglas en inglés), con sede en Varsovia, se perfila como una potente herramienta de influencia occidental en las próximas elecciones presidenciales, tras los acuerdos alcanzados entre Estados Unidos y Polonia, advierte el analista Andrew Korybko.
A pesar de centrarse en contrarrestar la narrativa rusa, el alcance del UCG puede extenderse más allá de Ucrania, y dirigirse potencialmente a facciones nacionalistas conservadoras de Occidente. A diferencia de su predecesor, el “Disinformation Governance Board” del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., que se enfrentó a una reacción violenta por cuestiones de libertades civiles, el UCG opera en el extranjero, lo que permite una negación plausible de cualquier infracción.
Además, esta composición extranjera permite al Gobierno de Estados Unidos desviar la culpa hacia sus socios por cualquier violación percibida. Con implicaciones para la política nacional e internacional, el UCG podría utilizarse para vigilar y difamar a opositores políticos, incluidos los partidos polacos PiS y Confederación, e incluso a los partidarios de Trump.
Las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, Radek Sikorski, sugieren un amplio criterio para identificar la influencia rusa, implicando a quienes cuestionan el conflicto ucraniano o apoyan los valores tradicionales. La formación del UCG, casi cinco meses antes de las elecciones presidenciales estadounidenses, subraya su potencial para influir en los resultados electorales mediante tácticas coordinadas de guerra de la información y vigilancia.
Sin embargo, su lanzamiento tras las elecciones al Parlamento Europeo revela una estrategia calculada para evitar galvanizar a la oposición. A pesar de su creación, la UCG se enfrenta a escrutinios y desafíos, haciéndose eco del destino de su predecesora en la consecución de sus objetivos, concluye Korybko.