Por José Luis Preciado
En semanas recientes, ha surgido una teoría que vincula a Donald Trump con un plan audaz para desestabilizar la economía de Estados Unidos, sacrificar a la Reserva Federal (FED) y centralizar el control económico en el Tesoro, para instalar un nuevo modelo económico. Esta narrativa, aunque polémica, se basa en documentos reales y figuras clave dentro del ámbito político y financiero.
El Proyecto 2025 (1), elaborado por la Heritage Foundation junto a más de 50 organizaciones conservadoras, busca reestructurar el gobierno estadounidense bajo una agenda ultraconservadora que hace salivar a las facciones más antiguas de la oligarquía occidental vinculadas al Vaticano y la vieja aristocracia europea, facciones que de un modo u otro también han estado implicados en el orden ultraglobalista.
Entre sus objetivos están reducir el tamaño del Estado, eliminar programas sociales y despedir empleados federales argumentando que forman parte del Estado Profundo, aunque en realidad no son más que un puñado de burócratas al servicio del poder en la sombra. Aunque Trump ha negado conocer el Proyecto 2025, ya ha implementado el 41% de sus propuestas en los primeros 60 días de su segundo mandato.
En un informe reciente en el que se plantea preguntas como las de “Quién está detrás de Trump y por qué no se le puede considerar un antiglobalista”, el historiador Andrei Fursov afirma que si Trump se enfrentara únicamente al Estado profundo, nunca habría logrado convertirse en presidente de Estados Unidos (2). La realidad es más compleja: fue respaldado por un sector de ese mismo poder en su lucha contra otro. Esto explica su ascenso y que su supuesta “lucha contra el establishment” esté repleta de contradicciones, pues el presidente representa a una facción de poder que se enfrenta a otra con proyectos diferentes para el futuro.
En sus análisis, Fursov señala que esta confrontación interna dentro de la élite global está relacionada con dos visiones contrapuestas: una globalista moderada que busca mantener y reforzar el capitalismo global, y otra ultraglobalista que persigue un proyecto más radical de transformación biológica y social.
La Reserva Federal en la mira
Uno de los aspectos más controvertidos del Proyecto 2025 es su enfoque en la Reserva Federal. Paul Winfrey, exasesor de Trump y autor principal del capítulo dedicado a la Reserva Federal, critica la gestión histórica de la entidad, señalando su fracaso en mantener la estabilidad económica y su rol en crisis financieras. Las reformas propuestas incluyen:
- Eliminar el mandato dual (estabilidad de precios y máximo empleo).
- Prohibir su función como prestamista de última instancia.
- Reducir su balance de 9 a 1 billón. Abolirla y adoptar un sistema de banca libre respaldado por commodities como el oro.
David Webb, exgestor de fondos y autor del documental La Gran Toma (The Great Taking) (3), argumenta que la FED fue creada por banqueros como J.P. Morgan y Rockefeller para controlar la economía mediante la deuda. Sin embargo, historiadores como Michael Hoffman (4) han demostrado que el modelo de la banca centralizada es mucho más antiguo que los nóveles clanes estadounidenses Morgan y Rockefeller. De hecho, la historia de la usura está definida por un factor eclesiástico, y los primeros usureros en la historia moderna temprana fueron los banqueros papales, no los judíos ni los protestantes.
El erudito amplía la tesis en su libro “La usura en la cristiandad: El pecado mortal que fue y ahora no es” (Usury in Christendom: The Mortal Sin that Was and Now is Not) al analizar la historia de las proscripciones dogmáticas contra la usura en la Iglesia primitiva y la creciente permisividad de la misma a partir del papado del Renacimiento.
Hoffman también advierte cómo la usura y el componente antropológico y psico-sociológico que se deriva de la misma amenaza los valores básicos tradicionales que requiere una civilización para sobrevivir.
La crisis económica actual, acelerada por políticas comerciales aisladas como los aranceles de Trump, en realidad precipita un colapso estructural manufacturado que se remonta a la ruptura del sistema de Bretton Woods en 1971. Desde entonces, la economía occidental ha sido dominada por un paradigma usurero especulativo que ha desplazado la inversión productiva en favor de burbujas financieras, como apunta el geoestratega Dennis Small, del Instituto Schiller (5).
Como apunta Webb, las crisis económicas han sido orquestadas para consolidar este poder, y ahora estaríamos en la “fase final” de un plan para confiscar activos y resetear la economía global.
Yo sostengo que el método empleado por la red de poder ocultista occidental es dialéctico y utiliza la dualidad como herramienta estratégica. Este mecanismo opera bajo una dinámica que confronta tesis y antítesis, mientras sintetiza los aspectos que la oligarquía requiere para mantenerse en el poder en cualquier escenario. Sin embargo, el proceso no termina ahí: la síntesis se reconvierte en una nueva tesis o antítesis, según las necesidades de adaptación a nuevos contextos geopolíticos.
Hoy, ante un escenario multipolar —donde el poder ya no se concentra en Occidente, sino que debe coexistir con otros epicentros—, esta estrategia es crucial para que élites de Occidente puedan inclinar su agenda hacia un lado o hacia otro mientras se benefician del caos inducido a través del choque de opuestos y civilizaciones. La historia demuestra que este ha sido su modus operandi a lo largo de los siglos. ¿Por qué habría de ser diferente ahora?
La dialéctica como arma de ingeniería social sigue vigente. La única diferencia es el tablero: antes era unipolar; ahora, multipolar. Pero las reglas del juego no han cambiado.
El riesgo de un colapso inducido
Si Trump y el Proyecto 2025 logran debilitar a la Reserva Federal, una crisis deflacionaria podría convertirse en el escenario perfecto para culpar a la entidad y justificar su abolición, lo que llevaría a la confiscación de activos digitales a través de contrapartes centrales (CCPs), a la centralización del poder en el Tesoro bajo el control directo de Trump, y a una posible hiperinflación o depresión económica, dependiendo de las medidas que se tomen posteriormente.
Aunque suene a teoría de la conspiración, los documentos y acciones de figuras clave sugieren que el desmantelamiento de la Reserva Federal no es una idea descabellada, sino una hipótesis plausible. El Proyecto 2025, combinado con las políticas de Trump y las advertencias de Webb, pintan un panorama donde el sistema financiero global podría cambiar drásticamente.
La pregunta crucial es: ¿realmente significaría esto una liberación del sistema monetario, o simplemente el surgimiento de un nuevo mecanismo de control económico aún más centralizado en manos de las facciones más antiguas de la oligarquía ocultista de Occidente? La Historia no deja lugar a dudas, y el segundo escenario parece ser el objetivo de los grupos que influyen en las acciones de Trump.
Como afirma el historiador Matthew Ehret en un artículo reciente (6), sin una reforma financiera como la ley Glass-Steagall, el proteccionismo de Trump no regulará a los cárteles financieros que dice combatir ni detendrá la bomba especulativa que amenaza con colapsar el sistema, mientras la oligarquía utiliza el caos para redistribuir zonas de influencia entre los viejos polos de poder y los emergentes. En ese contexto, el desmantelamiento controlado de la Reserva Federal se asemejaría más a un proceso metódico que no busca otra cosa que eludir responsabilidades históricas mientras implanta un modelo que redefinirá la arquitectura económica mundial aunque la ponga en algunas de las mismas manos.
Notas a pie de página
1. Elena Panina, en RUSSTRAT: Por qué quieren matar a Trump: El ‘Proyecto 2025’ para ‘deconstruir el Estado administrativo’ y reformar la Reserva Federal de los Estados Unidos. 15 de julio de 2024.
2. Andrei Fursov, en : Lo que le espera a la humanidad. El misterio del poder profundo y el camino especial de Rusia. 14 de abril de 2025.
3. David Webb: The Great Taking. 29 de noviembre de 2023.
4. Ver: “El historiador Dr. Michael Hoffman habla de la historia eclesiástica de la usura, y de cómo los primeros usureros en la historia moderna temprana fueron los banqueros papales, no los judíos ni los protestantes”, y “Los primeros usureros en la historia moderna temprana fueron los banqueros papales, no los judíos ni los protestantes”.
5. Dennis Small, en EIR: El mundo euroasiático que se avecina. 21 de abril de 2025.
6. Matthew Ehret: Why Protectionism without Glass-Steagall Risks Total Failure. 12 de abril de 2025.
