Por Mente Alternativa
La carrera espacial africana ya no es un sueño distante. En las últimas dos décadas, países como Egipto y Etiopía han consolidado pasos concretos para posicionar al continente en la órbita de la innovación científica global. Más allá de la fascinación por las estrellas, el impulso aeroespacial africano representa un movimiento estratégico: una apuesta por la soberanía tecnológica, la integración energética y la emancipación de una juventud dispuesta a liderar el siglo XXI.
El establecimiento de la Agencia Espacial Africana (AfSA) bajo la Unión Africana en 2023 marcó un hito geopolítico. Sin embargo, como subraya Nicholas Jones en su serie sobre el futuro panafricano [https://nicholas247.substack.com/p/chapter-2-the-future-of-the-pan-african](https://nicholas247.substack.com/p/chapter-2-the-future-of-the-pan-african?r=1s0k3a&utm_medium=ios&triedRedirect=true), el verdadero desafío consiste en expandir esta iniciativa en todos los rincones del continente. Para lograrlo, África ha forjado alianzas clave con potencias emergentes como China, Rusia e India, que no solo comparten tecnologías, sino también una visión multipolar del mundo.
La experiencia de China resulta especialmente significativa. Con décadas de desarrollo tecnológico a sus espaldas, ha capacitado a miles de estudiantes africanos en sus universidades y colaborado en proyectos satelitales en países como Etiopía. Rusia, por su parte, ha retomado su legado soviético apoyando programas nucleares y espaciales, como el de Egipto, donde también participa en la construcción de la central nuclear de El Dabaa.
Egipto es hoy el referente aeroespacial del continente. Desde 1998, ha lanzado 14 satélites, posicionándose como el país africano con mayor actividad satelital. Actualmente, produce localmente el 60% de sus nanosatélites y el 40% de sus microsatélites, gracias a una sinergia entre el sector público —a través de la Agencia Espacial Egipcia (EgSA)— y empresas privadas como AQMAAR. Además, lidera el proyecto African Development Satellite (AfDevSat), que busca fortalecer la cooperación continental en áreas clave como el monitoreo climático y la seguridad alimentaria. Egipto también planea enviar a su primer astronauta al espacio antes de 2025 y desarrollar una constelación satelital enfocada en la vigilancia fronteriza y la mitigación de desechos orbitales.
Paralelamente, Etiopía se consolida como otro pilar estratégico. Desde 2010 ha transformado su red energética, pasando de una cobertura doméstica limitada al inicio del siglo, a convertirse en exportador de electricidad hacia Sudán y Yibuti. Entre 2011 y 2022, sus exportaciones eléctricas aumentaron más de 427%, mientras su consumo per cápita creció un 327%. La construcción de la Gran Presa del Renacimiento (GERD) ha sido clave en esta expansión, convirtiéndose en símbolo de soberanía energética y cooperación regional.
En el ámbito espacial, Etiopía lanzó su primer satélite en 2019, el ETRSS-1, construido junto a ingenieros chinos. Ya se prepara para el lanzamiento de su tercer satélite de observación terrestre, con aplicaciones cruciales en agricultura, gestión de desastres y planificación territorial. El país también participa en el proyecto AfDevSat, lo que refuerza su compromiso con una visión continental compartida.
Estos avances energéticos y aeroespaciales sientan las bases para un nuevo modelo de desarrollo africano: soberano, interconectado y autosuficiente. África está en condiciones de dejar de ser receptora de tecnología para convertirse en generadora de innovación. La clave radica en aprovechar su ventaja demográfica —una de las poblaciones más jóvenes del planeta— y dotarla de educación científica, cooperación regional y visión estratégica.
Como destaca Jones, la carrera espacial no es solo una competencia tecnológica, sino una oportunidad civilizatoria. El espacio se ha convertido en una plataforma desde la cual reordenar las jerarquías globales en función de la capacidad energética y cultural. Frente al agotado orden unipolar, África propone una alternativa basada en la cooperación Sur-Sur, la transferencia de saberes y el protagonismo juvenil.
El impulso conjunto de Egipto y Etiopía no solo fortalece la infraestructura continental, sino que inspira a otras naciones a seguir sus pasos. Ghana, Nigeria, Argelia, Marruecos y Sudáfrica también avanzan en este camino, formando una liga satelital africana en pleno ascenso. En este contexto, la Agencia Espacial Panafricana no es una utopía, sino una herramienta de unidad, progreso y dignidad.
El momento es ahora. Con una población vibrante, recursos abundantes y alianzas estratégicas activas, África está lista para liderar una nueva era tecnológica. Su camino hacia las estrellas no es solo una aventura científica, sino una declaración política y cultural: el futuro del planeta también se escribe desde el continente africano.
