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El fraudulento proyecto maltusiano de la ‘neutralidad de carbono’ se desmorona ante nuestros ojos

Por Chris Morrison

El proyecto político colectivista Net Zero está empezando a desmoronarse ante nuestros propios ojos. Conseguir que todo el mundo sea pobre, pase frío, hambre y viva confinado en pequeños territorios siempre ha sido un gran reto político, pero décadas de virtudes ecologistas, respaldadas por una versión “consolidada” de la ciencia que no puede debatirse en una sociedad educada, han mantenido el espectáculo en pie. El pasado miércoles, Sherelle Jacobs escribía en el Daily Telegraph que llega un momento en que la mitología sagrada que sustenta una ortodoxia simplemente se desmorona. Jacobs se refería al liberalismo en general y a las creencias que subyacen a la inmigración ilegal masiva, pero su valoración también podría haberse aplicado a la neutralidad de carbono o Net Zero.

La reciente decisión de la Unión Europea de permitir la venta de coches de combustión interna después de 2035 fue una pequeña señal de que la realidad está empezando a invadir a quienes supervisan la destrucción de la base industrial de Europa. Para ocultar el sonrojo, el anuncio incluía una hoja de parra en la que se sugería que los coches debían funcionar con carbono capturado del aire y mezclado con hidrógeno producido a partir de energía “verde”. Como siempre ocurre con estas hipotéticas tecnologías verdes, uno se inclina por descartar las que se basan en puras ilusiones. El Reino Unido sigue empeñado en prohibir la venta de coches de combustión interna a partir de 2030, pero la evolución de la situación en Europa puede hacer que se lo replantee.

Alemania ha disfrutado durante 70 años de una prosperidad sin precedentes basada en una industria pesada que depende de la energía barata, recientemente obtenida de Rusia. Su industria automovilística es una de las más innovadoras y competitivas del mundo, y se enfrenta a una destrucción casi total con el paso a los coches de batería. Este destino, por supuesto, es probable que sea compartido por la mayoría de los países europeos, incluido el Reino Unido, con China monopolizando tanto la producción de coches eléctricos como el refinado de minerales vitales.

Escribiendo recientemente en el Daily Sceptic, Andrew Montford, director adjunto de Net Zero Watch, afirmó que los habitantes de la aldea de Westminster se complacen en exagerar los temores al purgatorio climático y fibran sobre el coste del camino renovable hacia la redención. “Una vez que el público comprenda la profundidad y el alcance del engaño, y el daño causado a la economía y a las perspectivas de nuestros hijos, el engaño sobre el Covid parecerá decididamente periférico”, añadió.

Ha habido pocos engaños más atroces sobre el Net Zero que la sugerencia de que la energía eólica y solar es mucho más barata que los combustibles fósiles. Net Zero Watch descubierto recientemente, gracias a una solicitud de libertad de información (FOI), que los contratos por diferencia (CfD) son poco más que garantías financiadas por los contribuyentes de que, independientemente del precio de la electricidad, los parques eólicos siempre saldrán ganando.

En las últimas subastas, los parques eólicos han rebajado el precio al que dicen que suministrarán electricidad a la red. Este precio se garantiza con una CfD, en virtud de la cual el contribuyente paga la cuenta si el precio mayorista de la electricidad baja. Si el precio sube más allá de la garantía, el parque eólico devuelve el exceso al contribuyente. Esta es la teoría en la que se basan innumerables titulares de los medios de comunicación y del mundo académico. “La eólica marina es ahora tan barata que podría devolver el dinero a los consumidores”, informaba el Imperial College en 2019. La realidad, por supuesto, es diferente.

 

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Net Zero Watch dice que su reciente FOI del Departamento de Energía “reveló que los parques eólicos marinos y otros generadores no tienen ninguna obligación de tomar sus opciones de CfD”. El Gobierno no tiene poder para obligarles. Cuando los precios de la electricidad se disparan, como es probable debido a las numerosas restricciones impuestas a los combustibles fósiles, los parques eólicos ignoran sus opciones y venden su energía en el mercado libre. Mientras continúa este tinglado, el contribuyente británico paga subvenciones anuales a las energías renovables por valor de unos 13.000 millones de libras por una fuente de energía que apenas representa el 5% de las necesidades energéticas totales del Reino Unido. Mientras tanto, se incurre en enormes costes para proporcionar energía de reserva que compense la naturaleza irregular de las renovables. Cuantas más energías renovables entren en funcionamiento, más costoso será el apoyo necesario.

Las elecciones son siempre complicadas cuando se intentan proyectos de colectivización masiva como Net Zero. La ciencia puede estar asentada y los admirables objetivos ecológicos pueden ser secuestrados, pero cuando el electorado se da cuenta de que lo que está en peligro son sus vacaciones, su coche y su filete de ternera, puede cortar por lo sano. El referéndum del pasado domingo sobre la “neutralidad climática de Berlín para 2030” no obtuvo los 608.000 votos necesarios para ser aprobado, a pesar de una campaña masiva y bien financiada por medios de comunicación, famosos y activistas. Al informar sobre los resultados, el sitio web alemán No Tricks Zone señaló que los berlineses habían sido acosados durante meses por activistas que bloqueaban el tráfico. Se decía que los berlineses habían visto la insensatez de la iniciativa, “y los altos costes que supondría política y financieramente”.

La publicación alemana en línea Pleiteticker señaló que miembros de las clases medias altas habían declarado la guerra a las clases medias bajas con sus destructivas medidas climáticas. Durante años, estos grupos han difundido sus ideas “de forma farisaica, arrogante y a veces agresiva”. Sugirió que, fuera de la burbuja política berlinesa y de otros oasis urbanos para sentirse bien, no hay mucho apoyo a estas causas.

Desde luego, no parece haber mucho apoyo a renunciar a la comida. En los Países Bajos, las recientes protestas agrícolas se tradujeron en espectaculares ganancias electorales en el Senado para el movimiento ciudadano de agricultores (BBB). El Gobierno holandés planea reducir las emisiones de nitrógeno mediante una reducción masiva de la ganadería y la compra de miles de granjas. Los Países Bajos son un gran exportador de alimentos, con una industria valorada en 80.000 millones de libras. Los activistas ecologistas tienen cada vez más en el punto de mira la producción de alimentos, con el argumento de que los fertilizantes nitrogenados emiten óxido nitroso a la atmósfera.

David Legates, catedrático de Climatología de la Universidad de Delaware, señala que si se quiere acabar con el N2O en la atmósfera, hay que detener la agricultura. En la atmósfera, el gas sólo tiene 334 partes por billón. Por razones de margen de error, Legates observa que los modelos climáticos no calculan realmente ningún efecto de calentamiento.

El activista de The Guardian George Monbiot pidió recientemente el fin de la ganadería. Es difícil saber cuándo acabará esta locura. El economista académico Ralph Schoellhammer señalaba recientemente en un artículo en Newsweek que el activismo climático no tiene que ver con el planeta, sino con el aburrimiento de la burguesía. Se podría argumentar que las élites mimadas y complacientes lo han tenido fácil durante tanto tiempo que han perdido toda noción de cómo se producen y garantizan los alimentos, el calor, el cobijo y la seguridad frente a los estragos de la naturaleza.

 

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Fuente:

Chris Morrison, en the Daily Sceptic: Net Zero is Coming Apart Before Our Very Eyes.

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