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El eurasianismo ruso y sus homólogos de Europa del Este hace 100 años y en la actualidad

El ejemplo de Hungría demuestra la relevancia de la filosofía política euroasiática y, más en general, del “complejo euroasiático” de ideas para la geopolítica contemporánea. Estudiar el turanismo húngaro y compararlo con el eurasianismo ruso puede poner de relieve puntos de contacto que permitan un diálogo intelectual serio. Si hay que oponer el turanismo a algo, es a la civilización liberal occidental moderna. Si los húngaros pudieran purgar por fin su turanismo, su eurasianismo de sentimientos racistas y antieslavos, incluidos los antirrusos, sería una auténtica revolución intelectual. En teoría, el pueblo húngaro tiene todos los requisitos para crear su propio eurasianismo, en parte similar y en parte no, al eurasianismo ruso o incluso turco, dado el desarrollo de los estudios eurasiáticos en la Turquía moderna. Prácticamente en esta dirección se está desarrollando el discurso oficial de Viktor Orban. Sin embargo, este eurasianismo “espontáneo” requiere un encuadre conceptual y doctrinal. El eurasianismo es el único movimiento ideológico y filosófico que concilia la idea de volverse hacia Oriente y preservar los valores cristianos, que no ve el origen oriental de los húngaros como un símbolo de atraso o inferioridad, y que prioriza la paz y la cultura de la Gran Estepa de Eurasia. Al mismo tiempo, el eurasianismo no es antagónico con el elemento eslavo, sino que es en el entorno de los pueblos eslavos donde viven los húngaros. Una Hungría euroasiática de este tipo podría convertirse en un nuevo polo de poder en Europa Oriental, un polo de alternativa ideológica consciente.

 

Por Alexander Bovdunov

Imaginario político-geográfico, imaginación y geopolítica.

 

El complejo euroasiático

El eurasianismo ruso, cuyo centenario celebramos en 2021, es un fenómeno complejo que sólo puede entenderse plenamente si consideramos detenidamente el contexto de su nacimiento y desarrollo.

El eurasianismo ruso como corriente filosófica y política específica surge en el espacio filosófico y cultural ruso específico de la Edad de Plata. Este espacio ya se caracterizaba por un “giro hacia Oriente”, una reflexión sobre el “Oriente” y el “panmongolismo” por parte de Vladimir Soloviov, y una corriente literaria de “escitaísmo”, en la que las reflexiones y temores de Soloviov se invertían en una aceptación de la dimensión “escita”, “oriental”, de la identidad rusa. En la revolución de 1917, algunas figuras de la Edad de Plata (por ejemplo, A. Blok en “Los escitas”) vieron surgir precisamente esta dimensión de los orígenes rusos.

Estas connotaciones proorientales, por un lado, eran una continuación de las tradiciones populistas y eslavófilas de Rusia. Por otro, se correspondían con ciertas tendencias en Occidente, donde un interés cultural específico por Oriente, reforzado por la Primera Guerra Mundial, también era evidente a finales del siglo XIX y principios del XX.

En Europa, incluso antes de la Primera Guerra Mundial, era evidente la aversión de algunos círculos intelectuales a la versión despersonalizada, racionalista y capitalista de la cultura europea actual. La conmoción de ver cómo la marcha victoriosa del progreso se había convertido en la máquina de muerte de la Primera Guerra Mundial exigía una reflexión especial sobre los fundamentos mismos de esta civilización. Se planteó entonces el problema de encontrar alternativas a ella. En 1918-1922, al mismo tiempo que los primeros trabajos de los eurasiáticos, se publicaron el primer y segundo volúmenes de La decadencia de Europa de Spengler. Todo ello forma parte de la ingente labor del espíritu europeo y de los pueblos afectados por la europeización para repensar el legado de la Modernidad.

Durante la Ilustración, la propia Europa moderna construyó su identidad a partir de la imagen del “Otro”, definido por el concepto de “Oriente”. La apelación a “Oriente” fue así una consecuencia lógica de esta búsqueda de alternativas. En el proceso de construcción de la identidad de la Europa de la Nueva Era, Oriente fue percibido como “atrasado” y como dotado de cualidades que Occidente trataba de eliminar en sí mismo (véanse las obras de Edward Said, Yves Neumann, Larry Wolfe [1]), es decir, como bastión de la tradición (religiosidad o jerarquía), o como bastión de la sensualidad (frente al árido racionalismo) o de la intuición frente a la ciencia.

En esencia, Occidente proyectó en el “Otro” aquellas cualidades que ya había rechazado en sí mismo, aquellas que el paradigma dominante de la Modernidad rechazaba. De ahí que la posterior vuelta hacia “Oriente” como alternativa no pudiera sino cruzarse con la búsqueda tradicionalista de los occidentales (que descubrían en Oriente no sólo otro mundo, sino también algo que antaño era característico del propio Occidente, una vía alternativa de desarrollo), por un lado, y con el mundo de la cultura de vanguardia, con su interés por el psicoanálisis, Nietzsche y los “filósofos de la sospecha” en general.

Al mismo tiempo, antes y después de la Primera Guerra Mundial, se encuentran activamente motivos orientales en las actividades de diversos movimientos religiosos y ocultistas.

Por último, en 1921, el mismo año en que se publica Éxodo a Oriente, se publica también la primera obra de René Guénon, con la que comienza a tomar forma el cuerpo de ideas de la filosofía del tradicionalismo. Se trata de una obra sobre las enseñanzas metafísicas orientales: Introduction générale à l’étude des doctrines hindoues [2].

En 1924, en otra obra, Oriente y Occidente, Guenon ofrecerá -aún más explícitamente- una crítica del universalismo y del materialismo occidentales y calificará a Occidente de “civilización anormal”. Sin embargo, todas las disposiciones antioccidentales del Genonismo, toda la rehabilitación de “Oriente”, toda la subversión del universalismo occidental y de la noción de normatividad en la cultura occidental moderna, todo esto ya está contenido en la obra de 1921. Y Guenon en “Oriente y Occidente” lo reconoce constantemente [3].

El eurasianismo y la filosofía del tradicionalismo surgieron en el mismo contexto histórico-filosófico, partiendo de premisas comunes y desarrollándose paralelamente en direcciones similares. Por lo tanto, el posterior acercamiento entre neo-eurasianismo y tradicionalismo no es una mera coincidencia ni el resultado de gustos o disgustos personales de filósofos individuales. Ambos movimientos intelectuales se derivan del mismo fenómeno de reinterpretación crítica de la “modernidad” y “Occidente”, percibidos como sinónimos.

El resultado de este proceso de reinterpretación crítica puede describirse como la formación de un círculo de ideas que puede definirse a grandes rasgos como “euroasiático”. El movimiento histórico euroasiático es sólo una parte de este amplio fenómeno intelectual. Sus características generales pueden describirse como

1. confianza en la crisis de la civilización europea y su catástrofe;
2. confianza en la existencia de múltiples civilizaciones;
3. restablecimiento de Oriente (“Oriente, Turán, Bizancio”) como algo que puede servir de punto de referencia alternativo para Occidente y para un país determinado (aunque la actitud de algunos autores hacia este punto de referencia puede ser negativa o mixta).

Tal interpretación puede ampliar significativamente la comprensión del fenómeno del eurasianismo al compararlo con las contrapartes y representantes de este círculo de ideas tanto en la propia Rusia como en el extranjero y al abrir un diálogo filosófico significativo con los herederos de otras ramas dentro de un mismo fenómeno. Esto último puede tener un valor teórico general y un valor geopolítico práctico.

 

Europa del Este: una vuelta a los orígenes

Este complejo de ideas euroasiáticas no podía dejar de manifestarse también en Europa del Este. Al igual que en Rusia, los pensadores de esta región continuaron la línea de pensamiento paneuropeo sobre la crisis de la civilización europea moderna. Por otra parte, dado que Occidente concebía Europa Oriental como “el Este de Europa”, como un “Otro” interno dentro de Europa, la referencia paneuropea al Este como alternativa en Europa Oriental era una apelación a sí misma, al igual que en Rusia. Esto, a su vez, condujo a una reevaluación del patrimonio histórico y cultural único que había sido desechado en el proceso de modernización y occidentalización.

Como escribió el filósofo rumano de entreguerras Nicifor Krajnik: “Quien defienda la orientación hacia Occidente dice tonterías. La palabra orientación incluye la propia palabra Oriente y significa orientación hacia Oriente. Y puesto que estamos geográficamente en Oriente, y puesto que a través de la religión ortodoxa poseemos la verdad del mundo oriental, nuestra orientación sólo puede ser hacia Oriente, es decir, hacia nosotros mismos, hacia lo que somos por herencia…. La occidentalización significa la negación de nuestro orientalismo, el nihilismo europeizante significa la negación de nuestras posibilidades creativas [4].

En Rumanía, este movimiento en la dirección de la rehabilitación de los orígenes culturales no occidentales, indígenas, bizantinos, ortodoxos orientales, se manifiesta más vívidamente en el fenómeno de la revista Gandira (“Pensamiento”), en el “Ortodoxismo” de Nicifor Krajnik, en las ideas de Mircea Eliade sobre la unidad euroasiática [5] o el concepto de Vasile Gerassim de “Eurasia espiritual” [6], en el enfoque de G. M. Ivanov sobre el euroasianismo ruso (autores. M. Ivanov, los autores de “Gydiri”). En Bulgaria, en la obra del filósofo Naiden Sheitanov, que veía los Balcanes como un espacio especial entre Europa y Asia. En Polonia, en la cultura de Ignacy Wincenty Witkiewicz (su novela “Insatisfacción”, en la que no es difícil detectar la influencia de las ideas de Solov’ev y el escitaísmo ruso) o Felix Konechny, teórico del enfoque civilizatorio, en su tipología de la civilización [7]. En el primer caso, la orientación “bizantina” se entendió como una oportunidad perdida para Polonia y el triunfo del “Oriente” como un destino inevitable; el “euroasianismo” adquirió rasgos nihilistas. En el segundo, Konieczny valoró directamente de forma negativa las características “euroasiáticas” y “turanias” del nuevo Estado polaco. Sin embargo, esta valoración negativa no hacía sino subrayar la presencia de estas características.

En el segundo caso, tanto la Rusia zarista como la Polonia de Józef Piłsudski eran para el erudito la encarnación de la civilización de tipo turanio. Las simpatías por los pueblos turanios del entorno de Pilsudski, el “prometeanismo” como eurasianismo a la inversa y el “eurasianismo” contra Rusia también pueden evaluarse como una especie de “giro hacia Oriente”.

En el contexto de estas tendencias “orientalistas” generales en Europa del Este, Hungría ocupaba y sigue ocupando un lugar especial en este complejo debido a la especificidad del origen turanio del pueblo húngaro.

 

Hungría: tradiciones turánicas

El movimiento intelectual del “turanismo” se estableció activamente ya en el siglo XIX. Sobre todo en esa época apareció el término keletiség – “orientalismo”-, una creencia en el origen oriental (turco o mezcla de turco y ugrio con una influencia cultural turca predominante) del pueblo húngaro, la necesidad de que Hungría se acercara a “Oriente” y su papel especial en Oriente. En última instancia, el Este fue identificado como su “propio”, “espacio nativo”.

Geopolíticamente, sin embargo, este turanismo era un fenómeno ambiguo. Así, en el siglo XIX, el turanismo se vio alimentado por sentimientos proturcos y antihabsburgo. Una figura clave fue Arminius Vamberi, un aventurero y viajero húngaro (originario de una familia judía) a Asia Central, que intentó justificar la teoría del origen turco de los húngaros. Al mismo tiempo, era un agente de Turquía y Gran Bretaña.

Sin embargo, a principios del siglo XIX, el turanismo en desarrollo se puso bajo la protección de los Habsburgo. En Hungría se fundó en 1910 la “Sociedad Turaniana” (también conocida como Sociedad Asiática Húngara) con el objetivo de “reforzar la identidad nacional mediante el estudio de las raíces de Oriente”. El Archiduque Francisco José de Habsburgo era el mecenas de la sociedad.

Después de 1915, cuando Turquía y Bulgaria decidieron unirse a las Potencias Centrales [8], la Serbia eslava fue derrotada y Rusia sufrió grandes pérdidas, el turanismo en Hungría recibió un mayor apoyo estatal. Durante la Primera Guerra Mundial, la “Sociedad Turaniana” se convirtió en un centro con un apoyo estatal reforzado y una fuerte influencia directa del gobierno sobre sus actividades. Su tarea se convirtió en enlace con los pueblos y estados turanios aliados (especialmente Turquía y Bulgaria). Parecía que las Potencias Centrales ganarían rápidamente la guerra, lo que haría políticamente útil el turanismo, incluida su actitud antieslava. Hubo planes para crear estados independientes para los pueblos turanios que habitaban Rusia, como los tártaros de Crimea, los tártaros de Kazán o los azerbaiyanos.

Turanista era, por ejemplo, el conde Pal Teleki, geógrafo, especialista en Extremo Oriente y futuro primer ministro de la Hungría independiente, así como presidente de la “Sociedad Turaniana” hasta 1916.

Resumió estas aspiraciones de la siguiente manera: “¡Húngaros en Oriente! ¡Al Este, la Hungría nacional, científica y económica! A la nación húngara le espera un futuro grande y brillante, y es seguro que al florecimiento del germanismo y del eslavismo seguirá el florecimiento del turanismo. Nosotros los húngaros, los representantes occidentales de esta gran fuerza que despierta, tenemos ante nosotros una gran y difícil pero gloriosa tarea como líderes intelectuales y económicos de la nación turana de 600 millones de personas [9].

Una figura destacada del turanismo en Hungría fue Alajos Pajkert, empresario, fundador de la Sociedad Turan y editor de la revista Turan. Conocidos orientalistas, entre ellos Arminio Vamberi, colaboraron con la sociedad. Pikert fundó (en 1917) y organizó (en 1920) la Sociedad Húngara de Asuntos Exteriores y en 1936 planeó la “Federación Mundial”. Apoyó el desarrollo del paradigma turanista por motivos económicos, abogando por el acercamiento económico de Hungría a los países del Este, apoyando la exportación de productos húngaros al Este, promoviendo los intereses económicos [10].

La derrota de Hungría en la Primera Guerra Mundial, la pérdida de importantes territorios, junto con el contexto paneuropeo, contribuyeron al crecimiento de numerosas organizaciones turanistas, tanto académicas como políticas, radicales, neutrales e incluso neopaganas (Turáni Monotheists’ – Turáni Egyistenhívők). Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, estuvieron activas formaciones paramilitares de la Asociación de Cazadores Turáni (Turáni Vadászok).

Tras la instauración del régimen del almirante Miklós Horthy, el movimiento turaní de Hungría se dividió en varios grupos. Una facción moderada, liderada por el conde Teleki, fundó en la década de 1920 una organización académica llamada Kőrösi Csoma Társaság (Sociedad Kőrösi Chioma), llamada así por Szandor Körösi Chioma, un orientalista húngaro de principios del siglo XIX que vivió mucho tiempo en el Tíbet. La sociedad estaba orientada a la investigación científica. Fue prohibida en 1949 y reabierta en 1968.

Al mismo tiempo, en 1920, el grupo más radical, bajo la dirección del geógrafo Jönö Csolnoki, creó su propia estructura, la Unión Turaniana de Hungría (Magyarországi Turán Szövetség), que mantenía posturas antioccidentales. Como señala el investigador polaco contemporáneo Michal Kowalczyk, el movimiento era “fuertemente antiaristocrático, anticapitalista, anticlerical, antimodernista, antioccidental, antialemán y antieslavo” [11].

“La Unión Turaniana Húngara quiere enseñar al pueblo húngaro que el pueblo turaniano húngaro, orgulloso de sus orígenes, no es un pueblo que va y viene, de origen incierto, sino que habla la antigua lengua de la gloriosa historia, el patriotismo y la humanidad cultural”, escribió Cholnoky [12].

“O los húngaros se separan de la Europa Occidental, que ahora está en ruinas, o ellos también se desintegrarán y se separarán de Europa Occidental”, escribió otro representante de la “Unión Turaniana Húngara”, László Turmezay, en 1936.

El escritor húngaro del periodo de entreguerras, Béla Balás I, también defensor del turanismo, observó que:

“La esencia del pensamiento turaniano: amor, razón y verdad. (…) El fin de esta actividad [materialista occidental], el comienzo -o la continuación, con un intervalo de mil años- de la asiática, turánica: la era del amor divino, la razón divina, la verdad divina, la actividad turánica. Esta es la idea turánica” [13].

La “Sociedad Turánica” bajo la dirección de Gyula Pekár, que declaró a finales de los años veinte: “En la frontera entre Oriente y Occidente, desempeñamos el papel de transmisor, de alineador entre dos culturas y cosmovisiones diferentes, y de este modo promovemos el objetivo sagrado: la resurrección de una Hungría grande e intacta” [14].

Algunos partidarios del turanismo húngaro, en particular Istvan Mezei, insistieron en dar prioridad al desarrollo de los lazos con Japón y Finlandia como potencias “turanianas”.

El estilo “turaniano” pasó a formar parte de la cultura húngara a principios del siglo XX. Por ejemplo, los motivos turanios son característicos de Körösföy-Kris Aladar, uno de los principales artistas del estilo “Art Nouveau” húngaro (véase, por ejemplo, la obra “Círculo danzante alrededor del chamán”).

Otras figuras culturales atraídas por el estilo turaniano son:

Edön Lechner (1845-1914) – arquitecto que creó un nuevo estilo arquitectónico nacional utilizando elementos del arte popular húngaro y del arte persa, sasánida e indio. Károly Kós (1883-1977), arquitecto, escritor, diseñador gráfico y editor, fue uno de los principales representantes de la variante folclórica del Art Nouveau húngaro, cercana al movimiento inglés Arts & Crafts. En 1920 publicó la epopeya Turan, del poeta nacional húngaro Andor Kozma, que celebra las raíces esteparias del pueblo húngaro.

Otra figura interesante del turanismo húngaro de entreguerras es el artista Ferenc Zaiti, obsesionado con las relaciones húngaro-húngaras e indio-húngaras, que viajaba con frecuencia a la India, invitó a Rabindranath Tagore a Hungría y se reunió con Gandhi y Mustafa Kemal Ataturk.

Dada la naturaleza compleja y omnipresente del turanismo húngaro (política, cultura, ciencia), la instauración del régimen comunista sólo detuvo parcialmente el desarrollo de este movimiento intelectual. En la cultura y la ciencia, sobrevivió y muchas figuras ni siquiera fueron perseguidas seriamente, lo que permitió mantener la continuidad histórica [15].

 

Hungría moderna: del turanismo al eurasianismo

El resurgimiento del interés por el turanismo en la Hungría moderna se produjo en la década de 1990 y a principios del siglo XXI se convirtió primero en parte del discurso oficial del mayor partido nacionalista, Jobbik, y después en parte del discurso oficial del partido gobernante Fidesz, lo que a veces se tradujo en prácticas exóticas específicas.

En particular, en 2012 el gobierno húngaro invitó a un cantante folclórico húngaro y a un chamán tuvanos a celebrar una “ceremonia de purificación” especial en la corona de San Esteban para dotarla -y por extensión a todo el país- de energía positiva. Durante una de sus visitas a Kazajstán, Viktor Orban declaró que “los húngaros se consideran descendientes de Atilla de origen huno-turco”.

En otra ocasión, Orban, abogando por la unidad nacional, afirmó que Hungría es una “nación medio asiática”[16].

En 2018, Hungría se unió al Consejo Turco y a la Asamblea Parlamentaria de los Países de Habla Turca en calidad de observador. Durante el conflicto de Nagorno-Karabaj en 2020, Budapest apoyó abiertamente a Azerbaiyán y, tras la victoria, Bakú expresó su deseo de participar en la reconstrucción de los territorios azerbaiyanos reconquistados[17].

“Desde que Orban y Fidesz llegaron al poder por segunda vez en 2010, el turanismo se ha convertido en una especie de ideología oficial del Gobierno”, señala el crítico de Orban Jakob Mikanowski [18].

Según este autor, el nacional-populista Fidesz ha cultivado “un pasado huno, militar, autocrático y patriarcal claramente opuesto al liberalismo moderno”. Dicho esto, tanto la “idea turana”, que pretende concebir a los húngaros como un pueblo oriental vinculado a los pueblos de Eurasia, como la idea cristiana de Hungría como baluarte de Europa contra las invasiones del Este y del Sur, tienen un enemigo común. Y este enemigo es el liberalismo occidental [19].

El gobierno de Viktor Orban combina ambas perspectivas en su política exterior. Por un lado, tiene una actitud negativa hacia los flujos migratorios procedentes de Oriente Medio y ha sido el más celoso entre los gobiernos de la UE a la hora de proteger sus fronteras de la infiltración de inmigrantes. Orban no tiene reparos en declarar sus valores cristianos. Al mismo tiempo, Hungría desarrolla estrechos contactos con Rusia, Turquía y China y está atenta a su patria euroasiática.

Esta postura -una combinación de elementos turquicistas y conservadores-cristianos- ha llevado a algunos investigadores a hablar de “eurasianismo húngaro” como una nueva forma de pensar sobre el lugar de Hungría en la geopolítica y la historia por parte de la élite conservadora. El eurasianismo está sustituyendo al simple turanismo.

A principios de la década de 2010, el partido Jobbik hablaba abiertamente del eurasianismo húngaro como ideología política y orientación geopolítica, pero más tarde abandonó estas posturas [20]. Sin embargo, el concepto de “eurasianismo húngaro” ya se ha introducido en el léxico político [21].

Este eurasianismo es en parte una reacción a los excesos del liberalismo moderno, que se considera inmoral y ajeno a las tradiciones espirituales y morales del pueblo húngaro. Sin embargo, apelar a la propia identidad en el contexto húngaro también significa apelar al componente turanio, es decir, no europeo, de esa identidad.

“En esencia, los nuevos defensores de la política moral rechazan la agenda del liberalismo por considerarla irrelevante”, señala Umut Korkut, un académico húngaro que trabaja en Gran Bretaña. – En el contexto húngaro, este rechazo va acompañado de la búsqueda de una asociación geopolítica alternativa más ventajosa, que se manifiesta en forma de euroasianismo”[22].

Desde 2019, el Banco Central de Hungría organiza el Budapest Eurasia Forum, un foro internacional de expertos, principalmente economistas, y representantes empresariales. En el foro participan activamente representantes de China, así como rusos y kazajos.

En el foro de 2020, el Gobernador del Banco Central húngaro, György Matolcsy, afirmó que se avecina una nueva era en la geoeconomía mundial, la era de Eurasia. Mientras que el periodo atlántico está llegando lentamente a su fin, “estamos al principio de otro periodo de 400 a 500 años”, afirmó el húngaro [23].

Los expertos asociados a la iniciativa entienden que la cooperación euroasiática se centra principalmente en China. Hablan de “desarrollo sostenible”, economía, tecnología, pero también de un enfoque multilateral en las relaciones internacionales.

Como señala el investigador húngaro Péter Balogh, “Hungría es un ejemplo ilustrativo y relevante de un país que está experimentando una reorientación parcial pero significativa” de la metanarrativa geográfica:

“Aunque hasta hace poco veía claramente su lugar en Europa y dentro de las fronteras actuales del país, recientemente se han hecho esfuerzos significativos para acercarse a algunas sociedades euroasiáticas, entre ellas Turquía, Rusia y Asia Central. Tales orientaciones no sólo se basan en consideraciones puramente geopolíticas y geoeconómicas (como en algunos países occidentales), sino que también se apoyan en nuevas metanarrativas antiguas como el neoturanismo y otras formas de “eurasianismo”” [24].

Los investigadores de orientación atlantista temen seriamente que, aprovechando un “discurso asiático” emergente y el descontento con las políticas europeas, Hungría pueda convertirse en un socio estratégico de Rusia y Turquía en una confrontación con Europa [25].

 

Conclusiones

El ejemplo de Hungría demuestra la relevancia de la filosofía política euroasiática y, más en general, del “complejo euroasiático” de ideas para la geopolítica contemporánea. Estudiar el turanismo húngaro y compararlo con el eurasianismo ruso puede poner de relieve puntos de contacto que permitan un diálogo intelectual serio. El turanismo sigue influyendo en la identidad húngara y, por tanto, en la política y la cultura actuales. El hecho de que, en la versión de Viktor Orban, el turanismo esté adquiriendo un carácter más equilibrado y “euroasiático” es también extremadamente importante.

El turanismo histórico de entreguerras tenía una orientación mayoritariamente antieslava y “antiaria”. Por supuesto, esto último es una aberración de las teorías pseudocientíficas de finales del siglo XIX y principios del XX. Se trata principalmente del racismo occidental, sobre todo alemán y anglosajón, que exaltaba a los pueblos “arios” por encima de los “no arios”. Los turanistas húngaros adoptaron esta visión racista del mundo, cambiando únicamente los signos de más a menos, pero manteniendo la dicotomía artificial de los “arios” culturales y los “salvajes” turanios asiáticos.

Pero desde el punto de vista de un análisis sociológico y cultural-antropológico imparcial, tanto los turcos como los indoeuropeos y los antepasados ugrios de los húngaros pertenecían al mismo tipo de sociedad que puede denominarse precisamente turana. Originalmente eran tribus nómadas, patriarcales y guerreras de Eurasia con sistemas mitológicos, sociales y morales extremadamente similares. Si hay que oponer el turanismo a algo, es a la civilización liberal occidental moderna.

Si nos remitimos al análisis noológico (realizado, por ejemplo, por Alexander Dugin [26]), Hungría, como el país más turano de Europa del Este, es ya un custodio de facto de estos valores. Además, son los valores que subyacen a la propia civilización europea medieval [27]. Este enfoque también puede justificar y explicar coherentemente la síntesis que los conservadores húngaros aplican inconscientemente, combinando las narrativas del turanismo y el espíritu medieval de Hungría como defensora de la Europa cristiana.

Si los húngaros pudieran purgar por fin su turanismo, su eurasianismo de sentimientos racistas y antieslavos, incluidos los antirrusos, sería una auténtica revolución intelectual. En teoría, el pueblo húngaro tiene todos los requisitos para crear su propio eurasianismo, en parte similar y en parte no, al eurasianismo ruso o incluso turco, dado el desarrollo de los estudios eurasiáticos en la Turquía moderna. Prácticamente en esta dirección se está desarrollando el discurso oficial de Viktor Orban. Sin embargo, este eurasianismo “espontáneo” requiere un encuadre conceptual y doctrinal.

El eurasianismo es el único movimiento ideológico y filosófico que concilia la idea de volverse hacia Oriente y preservar los valores cristianos, que no ve el origen oriental de los húngaros como un símbolo de atraso o inferioridad, y que prioriza la paz y la cultura de la Gran Estepa de Eurasia. Al mismo tiempo, el eurasianismo no es antagónico con el elemento eslavo, sino que es en el entorno de los pueblos eslavos donde viven los húngaros.

Una Hungría euroasiática de este tipo podría convertirse en un nuevo polo de poder en Europa Oriental, un polo de alternativa ideológica consciente.

 

El choque entre Occidente y Eurasia

 

Notas a pie de página

[1] Said E., “Orientalism: Western Concepts of the East”, SPb, 2006; Woolf L., “Inventing Eastern Europe: the map of civilization in the consciousness of the Enlightenment epoch”, Mosca, 2003.; Neumann I.B., “Using the Other. Images of the East in the formation of European identities”, М., 2004.

[2] Guenon R., “General introduction to the study of Hindu doctrines”, Moscow: Belovodie, 2020.

[3] Guenon R., “East and West”, M.: Belovodie, 2021.

[4] Nichifor Crainic, “Sensul tradiţiei”, Gândirea, 9/1-2 (1929).

[5] Mutti K., “Mircea Eliade and the unity of Eurasia”, Imperium. – Moscow: Eurasian Movement, 2013. С.156-165

[6] Vasile Gherasim şi Eurasia spirituală. https://www.eurasia-rivista.com/vasile-gherasim-si-eurasia-spirituala/

[7] https://jpilsudski.org/artykuly-ii-rzeczpospolita-dwudziestolecie-miedzywojnie/mysl-polityczna/item/2027-jozef-pilsudski-i-turan…

[8] Kowalcyk M., “Hungarian Turanism. From the birth of ideology to modernity – an outline of the problem”, H i s t o r i a i P o l i t y k a No. 20 (27)/2017, pagg. 49-63.

[9] Ablonczy B., “Go East! A History of Hungarian Turanism”, Indiana University Press, 2022.

[10] A turanizmus: http://www.kagylokurt.hu/2503/kulturtortenet/muvelodestortenet/a-turanizmus.html

[11] Kowalcyk M. Il turanismo ungherese. Dalla nascita dell’ideologia alla modernità – uno schema del problema // H i s t o r i a i P o l i t y k a No. 20 (27)/2017, pp. 49-63

[12] A turanizmus: http://www.kagylokurt.hu/2503/kulturtortenet/muvelodestortenet/a-turanizmus.htm

[13] A turanizmus: http://www.kagylokurt.hu/2503/kulturtortenet/muvelodestortenet/a-turanizmus.html

[14] A turanizmus: http://www.kagylokurt.hu/2503/kulturtortenet/muvelodestortenet/a-turanizmus.html

[15] Ablonczy B., “Go East! A History of Hungarian Turanism”, Indiana University Press, 2022.

[16] Moreh Ch., “The Asiatization of national fantasies in Hungary: a critical analysis of political discourse”, International Journal of Cultural Studies, 2015.

[17] Hungary will contribute to the reconstruction of the liberated lands of Azerbaijan. https://moscow-baku.ru/news/sotrudnichestvo/vengriya_okazhet_pomoshch_v_vosstanovlenii_osvobozhdennykh_zemel_azerbaydzhana/

[18] Mikanowski J., “The Call of the Drums. Hungary’s far right discovers its inner barbarian”, Harpers Magazine https://harpers.org/archive/2019/08/the-call-of-the-drums-hungarian-far-right/

[19] Balogh P., “Conflicting geopolitical images? The strange coexistence of Christian bastion and Eurasianism (Turanism) in Hungary”, Geography and economy of Eurasia, 2020.

[20] Vona Gábor, “Néhány bevezető gondolat a szellemi eurázsianizmus megteremtéséhez” http://jobboldalikultura.blogspot.com/2016/

[21] BALOGH PÉTER. “VERSENGŐ MAKROREGIONÁLIS TÉRKÉPZETEK MAGYARORSZÁGON: EURÁZSIANIZMUS” http://www.mrtt.hu/vandorgyulesek/2018/15/balogh.pdf

[22] Umut Korkut, “Resentment and reorganization: anti-Western discourse and the creation of Eurasianism in Hungary”, Acta Slavica IaponicA, volume 38, pagg. 71-90.

[23] “Cooperation with the East is good for Hungary”, Hungarian Insider https://hungarianinsider.com/cooperation-with-the-east-is-good-for-hungary-5684/

[24] Balog. P., “Return to Eurasia from the heart of Europe? Geographical metanarratives in Hungary and beyond”; Törnquist-Plewa, B., Bernsand, N. amd E. Narvselius, “Beyond transition? Memory and identity narratives in Eastern and Central Europe”, CFE Conference Document Series No. 7, Lund University, Lund, 2015.

[25] Moreh Ch., “The Asiatization of national fantasies in Hungary: a critical analysis of political discourse”, International Journal of Cultural Studies, 2015.

[26] Dugin. A.G., “Noomakhia: Wars of the mind. The Logos of Turan. Indo-European ideology of the vertical”, Mosca: Academic Project, 2017

[27] Cardini F., “Origins of medieval knighthood”, Mosca: Progress, 1987.

Fuente:

Alexander Bovdunov, en Geopolitika: Russian Eurasianism and its Eastern European counterparts 100 years ago and today. 10 de marzo de 2023. Traducción de Costantino Ceoldo.

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