Por Mente Alternativa
El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) advierte que Rusia podría utilizar su influencia en el Ártico como moneda de cambio para negociar con una futura administración Trump la retirada estadounidense de Ucrania.
Según los analistas Mikhail Komin y Joanna Khosa, Moscú ya entrelaza su diplomacia ártica con sus objetivos en Ucrania, y podría ofrecer a EE.UU. una cooperación limitada en la región polar —por ejemplo, restringiendo el acceso de China— a cambio de concesiones geopolíticas. Ante este escenario, el ECFR insta a Europa a mantenerse firme, evitar caer en “cooperación selectiva” y recordar a Trump que la flexibilidad rusa en el Ártico puede ser un disfraz para su rigidez en otros frentes.
Europa, a pesar de sus ambiciones globales, carece actualmente de los recursos estratégicos y la influencia para competir eficazmente ni con Rusia ni con EE.UU. en la región ártica. Aunque busca involucrar a socios como Canadá, India, Japón y Corea del Sur, estos países tienden a alinearse con EE.UU. por motivos económicos y militares.
Dinamarca, vía Groenlandia, se plantea como un acceso clave al Ártico para Europa, aunque su viabilidad sigue en duda. En cualquier caso, la UE parece más interesada en obstaculizar a Rusia que en consolidar una política ártica realista, actuando con una insistencia que desborda su capacidad actual.
El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) es financiado principalmente por la Open Society Foundations, del agente de la aristocracia europea George Soros, que aporta aproximadamente un tercio de su presupuesto. El resto proviene de fundaciones europeas como Stiftung Mercator, gobiernos (europeos y japonés), la OTAN, corporaciones como Daimler AG y Microsoft, y donantes individuales.
