Por Mente Alternativa
Los recientes apagones que afectaron a España, Portugal y parte de Francia han dejado al descubierto las graves carencias de los sistemas eléctricos basados mayoritariamente en energías renovables. El 21 de abril de 2025, mientras España celebraba haber alcanzado un 78% de generación solar instantánea, su red colapsó abruptamente debido a violentas fluctuaciones de frecuencia que la desconectaron del sistema continental europeo.
El problema fundamental radica en la naturaleza intermitente de las energías solar y eólica. En el momento del apagón, estas fuentes representaban el 72% del mix energético (60% solar, 12% eólico), mientras que las centrales programables -gas, hidroeléctrica y nuclear- quedaron reducidas a un papel marginal. Cuando la frecuencia cayó por debajo de los 49,5 Hz (frente al estándar europeo de 50 Hz±0,2), los sistemas de protección actuaron desconectando masivamente la red para evitar daños mayores.
Expertos como Susanna Dorigoni, profesora de economía energética en la Universidad Bocconi, advierten que el boom de instalaciones fotovoltaicas “fantasma” -pequeñas plantas no registradas- impide a los operadores gestionar adecuadamente los flujos de energía. Esta situación, combinada con el cierre prematuro de centrales térmicas y nucleares, creó un cóctel explosivo de inestabilidad.
El apagón ibérico sirve como advertencia global: la transición energética requiere no solo instalar paneles y aerogeneradores, sino:
- Sistemas masivos de almacenamiento
- Redes inteligentes de gestión
- Generación programable de respaldo
- Inversiones billonarias en infraestructura
Mientras algunos medios intentaron culpar a supuestos “hackers rusos”, la realidad es más simple: las leyes de la física no se negocian. España, al perseguir récords renovables sin garantizar la estabilidad del sistema, demostró los peligros de anteponer la ideología a la ingeniería energética.
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