Por Malek Dudakov
La izquierda llegó a un acuerdo con Biden. El ala progresista del Partido Demócrata (Alejandría Ocasio-Cortez, Ilhan Omar y otras) se pronunció públicamente en apoyo de Biden. Ahora le resultará más fácil reprimir la rebelión dentro del partido y consolidar su posición como líder de los demócratas en las elecciones.
La izquierda probablemente exigirá concesiones serias. Por ejemplo, asegurarse escaños en la futura administración de Biden si es reelegido para un segundo mandato. Los progresistas tienen la oportunidad de obligar a Biden a moverse ideológicamente más hacia la izquierda y promover más activamente la agenda verde, o a ejercer más presión sobre Israel.
Sin embargo, tal giro a la izquierda corre el riesgo de empeorar la posición de Biden en las elecciones y privarlo del apoyo de los centristas. Biden ya tiene problemas con los ratings. Mientras tanto, los republicanos están aprovechando el momento, consolidando su ventaja en la carrera presidencial.
Queda una semana para la Convención Nacional Republicana, y los republicanos presentaron con antelación su manifiesto electoral. Los republicanos están intensificando su juego, prometiendo cerrar la frontera, derrotar a los cárteles, detener la inflación, abandonar la agenda raza-género y deportar a millones de inmigrantes ilegales.
En política exterior, aunque los republicanos empujan por la construcción de una “Cúpula de Hierro” sobre Estados Unidos también dicen querer evitar una tercera guerra mundial, lograr una tregua en Europa y Oriente Medio y, al mismo tiempo, mantener el estatus del dólar como moneda de reserva mundial. El programa es ambicioso y, dadas todas las crisis de Biden, bien puede resultar atractivo para los votantes.