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Eje Moscú-Pekín 2.0: Rusia y China rechazan la hegemonía occidental y declaran su voluntad de construir un mundo multipolar democrático y verdaderamente libre

Por Aleksandr Duguin

La visita del jefe de la RPC a Moscú se percibe en todo el mundo como simbólica. No es casualidad que los líderes de China y Rusia hayan precedido este encuentro con artículos programáticos. Putin describió cómo ve la relación con China. Xi Jinping dio su valoración. En general, las posiciones de los dos líderes mundiales coinciden: China y Rusia son estrechos socios estratégicos que rechazan la hegemonía del Occidente moderno y abogan sistemáticamente por un mundo multipolar. Tanto Xi Jinping como Putin ofrecen en sus textos una imagen completa del mundo. Ya es multipolar, con China, Rusia y el Occidente colectivo como polos más consolidados. Al mismo tiempo, ambos líderes subrayan que ni China ni Rusia pretenden imponer su propio modelo a otros pueblos, reconociendo el derecho de cada civilización a desarrollarse según su propia lógica, es decir, a convertirse en un polo de pleno derecho con un sistema soberano de valores. Occidente se adhiere a la actitud exactamente opuesta, y no renuncia a sus esperanzas de salvar el modelo unipolar, que está completamente desacreditado en sí mismo, con una sola ideología (liberal), con el sistema de la política de género, la migración ilimitada, la mezcla total de sociedades y el posthumanismo. Rusia y China rechazan unánimemente la hegemonía occidental y declaran su voluntad inquebrantable de construir un mundo multipolar democrático y verdaderamente libre.

El propio encuentro entre Xi Jinping y Putin en Moscú será una especie de sello, al sellar un documento sobre la era de la multipolaridad.

Ambos líderes destacaron la importancia positiva del plan propuesto por Pekín para resolver el conflicto ucraniano. Xi Jinping volvió a mencionar la necesidad de paz, y Putin reconoció las propuestas chinas como sensatas y racionales. Otra cosa es que Occidente y el régimen nazi de Kiev rechazaran categóricamente el plan de Xi Jinping sin siquiera empezar a discutirlo o considerarlo. Por lo tanto, es poco probable que tenga mucha importancia. Pero su mera existencia y el acuerdo de principio de las dos grandes potencias ya es algo importante.

Tanto el conflicto de Ucrania como la escalada en torno a Taiwán son interpretados generalmente por los líderes de Rusia y China de la misma manera, echando la culpa a la política agresiva y provocadora de Occidente.

Ahora conviene decir unas palabras sobre cómo se percibe la visita en Moscú. El punto de vista predominante es, en general, coherente con las afirmaciones programáticas de nuestros dirigentes. Se trata de la declaración de un mundo multipolar, basado en la más estrecha alianza geopolítica y civilizacional entre China y Rusia, dispuesta a repeler la presión del Occidente hegemónico y ofreciendo unirse al club multipolar a las demás civilizaciones -islámica, india, africana, latinoamericana y, en el futuro, al propio Occidente- si las élites occidentales renuncian finalmente al globalismo y a la unipolaridad.

El acuerdo sobre un plan para una resolución pacífica del conflicto en Ucrania también subraya la cercanía de nuestras posiciones, aunque con Occidente y el régimen de Zelensky ignorando por completo el proyecto chino, es poco probable que tenga una dimensión real en un futuro próximo.

Para Moscú, la visita del Presidente Xi en un momento tan difícil es muy importante. Demuestra que la gran potencia, China, no se solidariza en absoluto con los intentos de aislar a Rusia en la escena internacional, como pretende Occidente, y que las relaciones entre países y pueblos se encuentran en un momento histórico álgido.

Así es, a grandes rasgos, como ve la visita de Xi Jinping la comunidad de expertos rusos responsables. Se trata de un gesto simbólico de la multipolaridad establecida, representada por dos líderes mundiales que coinciden plenamente entre sí en los principales parámetros del futuro.

Sin embargo, en Rusia también se oyen otras voces. A veces se oye la opinión de que China está jugando su propio juego, no va a ayudar realmente a Rusia en su enfrentamiento frontal con Occidente y está dispuesta a entablar negociaciones por separado con Washington. Esto es tanto más posible cuanto que la economía china depende demasiado de los mercados occidentales, y la propia China no está aún preparada para un conflicto frontal con Occidente e intentará posponerlo todo lo posible o evitarlo por completo. Pero mientras tanto, Rusia puede haber caído en desgracia. El tema principal de tales temores es la falta de disposición de China para proporcionar ayuda militar a Rusia.

Desde mi punto de vista, estos temores pueden explicarse por el hecho de que muchos en Rusia no comprenden la peculiaridad de la política china, que consiste en un cálculo deliberado de muchas opciones diferentes y se basa principalmente en la protección de los intereses nacionales de China como Estado. Los observadores rusos, que temen la traición de China, no comprenden la propia estrategia china, el sueño chino, que tiene como objetivo la prosperidad del sistema socialista, el Imperio confuciano y la construcción de un sistema armonioso de relaciones internacionales. Rusia se encuentra hoy en una confrontación más directa con Occidente. China es muy consciente de que Rusia se devuelve el golpe a sí misma, es decir, nuestra guerra es su guerra, o más bien la ausencia de guerra, el aplazamiento de la misma. El sueño chino sólo es posible con la plena soberanía geopolítica y civilizacional de China, por lo que es incompatible con la hegemonía occidental y la dictadura liberal. Por lo tanto, China estará del lado de Rusia no sólo por razones oportunistas, de las que podría retirarse en cualquier momento si la situación se tuerce, sino por su orientación estratégica hacia la plena independencia. Al mismo tiempo, no cabe esperar que China adopte medidas demasiado drásticas de apoyo militar a Rusia. Eso sería completamente antichino. Pero hay muchas otras formas de ayudar al amigo en una situación difícil.

El segundo tipo de crítica a las relaciones entre Rusia y China proviene del hecho de que China es un gigante económico y demográfico. Un acercamiento a Rusia la convertiría automáticamente en un socio menor y dependiente, cuyas tierras y recursos podrían parecer presa fácil para la China en rápido desarrollo. Este temor es lógico, pero en la práctica se reduce al hecho de que, en conjunto, China preferiría Occidente. Y aquí es donde acaba la lógica. Estamos en guerra con Occidente, pero somos amigos de China. Y Occidente, en sus relaciones con Rusia, insiste en su total subordinación a las élites liberales occidentales y a sus representantes rusos. China, en cambio, no impone nada y su estrategia es completamente transparente y racional.

La respuesta a este temor sería reforzar la propia identidad rusa, dar un fuerte salto adelante en la economía y la industria y aplicar una política demográfica inteligente. Rusia sólo corre el peligro de convertirse en vasallo de China si se debilita por completo y pierde su soberanía. Pero Putin, por el contrario, intenta reforzar su soberanía. Por lo tanto, se respetarán todas las proporciones de igualdad y beneficio mutuo en las relaciones ruso-chinas. Y el resto sólo depende de Rusia: China se comporta de forma coherente, previsible y abierta. No tiene planes imperialistas con respecto a Rusia (ni con respecto a otras naciones).

En cualquier caso, la visita de Xi Jinping a Moscú abre una nueva página en las relaciones internacionales. Se trata de un momento crucial en el desarrollo del diálogo y la cooperación no sólo entre dos grandes Estados, sino también entre dos Civilizaciones. No es casualidad que tanto Xi Jinping como Putin mencionaran la necesidad de desarrollar la cooperación humanitaria y los proyectos educativos, culturales y científicos conjuntos. Para conocerse mejor, es importante que chinos y rusos no sólo comercien, sino que sean amigos, como lo son los pueblos y las culturas, que se interesan mutuamente y se esfuerzan por comprenderse. La amistad personal de Xi Jinping y Putin es un modelo, un arquetipo. Pero es importante que el eje 2.0 Moscú-Pekín no se limite a la comunicación de los líderes de Estado, sino que también cautive a la élite intelectual, a los creadores, a los artistas, a los científicos y a la gente corriente. En muchos sentidos, Occidente se ha cerrado a Rusia. En cambio, China, que está saliendo de una pandemia, abre sus puertas a los rusos.

 

‘El camino hacia la multipolaridad financiera será largo y sinuoso’, afirma el principal estratega macroeconómico ruso

 

Fuente:

Aleksandr Duguin, en Geopolitika: Eje Moscú-Pekín 2.0. 21 de marzo de 2023. Traducción al español por Enrique Refoyo.

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