EEUU intensifica las provocaciones militares y estratégicas contra China. EE.UU. (a pedido de Londres) sigue actuando como si Hong Kong aún fuera una colonia británica explotada o una pelota de fútbol política que los Estados Unidos pueden patear a su antojo. Las fuerzas oscuras detrás del Departamento de Estado de EE.UU. ya orquestan un esquema para desestabilizar y debilitar a China, junto con otras tácticas destinadas a lograr lo mismo. Un documento de la Casa Blanca que se dio a conocer el miércoles 20, titulado “Enfoque estratégico de Estados Unidos hacia la República Popular de China”, revive en todos los aspectos esos fenómenos más asociados a la era de Joe McCarthy en la década de 1950, y aunque no declara explícitamente que Estados Unidos sigue siendo el único árbitro para dictar las reglas en el mundo, eso queda implícito en todo lo que dice.
Documento de la Casa Blanca formaliza el carácter macarthista de la política interna y externa de Estados Unidos contra China
El documento de la Casa Blanca que se dio a conocer el miércoles 20, titulado “Enfoque estratégico de Estados Unidos hacia la República Popular de China”, revive en todos los aspectos esos fenómenos más asociados a la era de Joe McCarthy en la década de 1950, cuando la cacería de brujas contra cualquiera que se le tildara de “comunista” fue a parar a la cárcel.
Por su puesto, el documento no llega a declarar explícitamente que desea imponer un “cambio de régimen” en la República Popular de China (se cubre con la hoja de parra de que eso le corresponde al pueblo chino) pero si advierte que pondrá bajo escrutinio riguroso toda actividad de China en Estados Unidos. Y aunque no declara explícitamente que Estados Unidos sigue siendo el único árbitro para dictar las reglas en el mundo, eso queda implícito en todo lo que sí dice. Para empezar, declara tres propósitos simples: proteger al pueblo estadounidense, el país, y el modo de vida; promover la propiedad estadounidense; lograr la paz a través de la fuerza; y potenciar la influencia de Estados Unidos. Los objetivos principales son: “mejorar la resistencia de nuestras instituciones, alianzas y asociaciones a fin de prevalecer frente a los desafíos que presenta la RPC” y en segundo lugar, “obligar a China a cesar o reducir sus acciones perjudiciales a los intereses nacionales vitales de Estados Unidos y de nuestros aliados y socios”.
El documento reitera el viejo cuento de que Pekín se aprovechó de los beneficios de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para llevar a ser el mayor exportador del mundo, y al mismo tiempo proteger sus mercados; el cuento de utilizar la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) para imponer sus normas en los países que reciben alguna asistencia económica y para promover a sus propias compañías a costa de las empresas no chinas; y agregan que China trata de cambiar “nuestro sistema de valores”, que se basa en “el derecho de todas las personas a la vida, libertad y búsqueda de la felicidad”.
Luego sigue toda una gama de medidas que se van a tomar para contrarrestar la influencia china: restringir la presencia de sus medios informativos en Estados Unidos (cosa que ya está sucediendo); impedir la actividad de las organizaciones chinas o de sus “agentes” en el medio empresarial, en las universidades, grupos de peritos, académicos, periodismo, y entre funcionarios de gobiernos locales, estatales o federales de Estados Unidos, “en un intento de influir el discurso y restringir la influencia externa al interior de la RPC”. También señala que los funcionarios estadounidenses de todos los departamentos del gobierno federal de Estados Unidos “dirigen los esfuerzos para educar al público estadounidense sobre la manera en que el gobierno de la RPC se aprovecha de nuestra sociedad libre y abierta” a fin de “promover la agenda del Partido Comunista de China adversa a los intereses y valores de Estados Unidos”. Por lo visto, quieren que todos se conviertan en “policías del pensamiento”.
Por un lado, Estados Unidos le da la bienvenida a los estudiantes chinos que estudian en Estados Unidos, pero al mismo tiempo, el gobierno “está mejorando el proceso de filtrar y descartar a la pequeña minoría de solicitantes chinos que intentan entrar a Estados Unidos bajo falsas pretensiones o con intenciones malignas”. Asimismo, habrá un control más estricto sobre la colaboración de las instituciones de investigación de Estados Unidos con sus homólogos chinos.
El documento también compromete a Estados Unidos a mejorar sus capacidades militares junto a las de sus aliados “a fin de hacer retroceder las reivindicaciones hegemónicas de Pekín y sus reclamos excesivos”, en particular en el Mar de China Meridional. Además, en el frente económico Estados Unidos se propone “trabajar con naciones que piensen igual para promover una visión económica basada en los principios de soberanía, libre mercado, y desarrollo sustentable” e imponer “disciplinas a las empresas estatales, a los subsidios industriales y a la transferencia obligada de tecnología”.
Parece que tan solo decir algo positivo sobre la República Popular China y de sus políticas puede llegar a interpretarse judicialmente como una “influencia maligna”.
Provocaciones militares y estratégicas
Luego de la rueda de prensa que dio el secretario de Estado, Mike Pompeo, el pasado miércoles 20 —en donde se quejó de que “los medios se concentran en los riesgos de la pandemia y pierden de vista el marco general, del desafío que presenta el Partido Comunista Chino”— el Departamento de Estado anunció una nueva ronda de venta de armamento a Taiwán, que incluye la posible venta de torpedos 18 Mk 48 de gran potencia, para lanzarlos desde submarinos. “La venta que se propone va a mejorar la capacidad del receptor [Taiwán] en sus esfuerzos de defensa actuales y del futuro. El receptor utilizará la capacidad aumentada como un elemento disuasivo ante las amenazas regionales y para fortalecer la defensa nacional”, declaró el Departamento de Estado.
El anuncio de la oferta de venta de torpedos se hizo aparentemente en el marco de la toma de posesión del segundo período de gobierno de la Presidente de Taiwán, Tsai Ing-wen. “Al tiempo que saludamos la toma de posesión de su (Tsai) segundo período presidencial esta semana, vale la pena recordar por qué Estados Unidos ha considerado a Taiwán como una fuerza para el bien, desde hace tiempo, y por qué estamos comprometidos a respaldar su defensa”, dije el Buró de Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado en su cuenta de Twitter, luego de que se anunció la venta de armamento.
Al mismo tiempo, el Pentágono se ha quejado de que las aeronaves chinas se comportan de manera “poco profesional” cuando las desafían las aeronaves estadounidenses en el espacio del Mar de China Meridional. El subsecretario de Defensa para el Sudeste de Asia, Reed Werner, dijo en la cadena de TV Fox News el martes 19, que ha habido “cuando menos nueve” incidentes preocupantes con relación a aviones caza chinos y aeronaves de la Fuerza Aérea estadounidense en los cielos de las zonas que China reclama, desde mediados de marzo; además, dijo, China sigue empeñada en un “comportamiento arriesgado y en escalada”. Según Werner, el Pentágono considera que “la tendencia actual es muy preocupante”, y Estados Unidos ha presentado varias quejas formales e informales en respuesta a los incidentes recientes. Asimismo, el Departamento de Defensa alega que los adversarios de Estados unidos tratan de aprovecharse de la situación global, como la pandemia del coronavirus, pero las fuerzas armadas de Estados Unidos siguen preparadas para enfrentar esos desafíos y defender los intereses estadounidenses.
Thierry Meyssan: La nueva estrategia antichina de Washington
Fuentes:
LaRouche PAC — Estados Unidos intensifica las provocaciones militares y estratégicas contra China.
