Por José Luis Preciado
El 19 de febrero de 2025, el Departamento de Estado de Estados Unidos designó oficialmente a varios cárteles internacionales como organizaciones terroristas. Entre ellos se encuentran el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Cártel del Noreste, el Cártel del Golfo, La Familia Michoacana y los Cárteles Unidos. Esta designación, respaldada por el presidente Trump y sus asesores, como el transhumanista y contratista masivo del Pentágono, Elon Musk, ha generado un debate intenso sobre el verdadero propósito de la intervención de los Estados Unidos en el combate al narcotráfico.
Para muchos, esta medida parece ser una continuación de la política de presión de la administración Trump contra México, sobre todo en relación con la inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo. Sin embargo, expertos y analistas han señalado que si realmente se quiere erradicar el narcotráfico a nivel internacional, la mirada de Washington debería estar puesta en otras instituciones mucho más poderosas que los cárteles mexicanos: Wall Street y la City de Londres.
Como se expone en un análisis publicado por la prestigiosa Executive Intelligence Review (1), el tráfico internacional de drogas está dirigido por los intereses financieros internacionales centrados en la City de Londres y Wall Street, en gran parte a través de sus paraísos bancarios extraterritoriales. Ese comercio se estima ahora en alrededor de 1 billón de dólares al año, y es un factor nada desdeñable para mantener vivo, aunque con respiración asistida, el sistema financiero transatlántico en bancarrota. Estos lugares, en lugar de los barrios de México, son los que alimentan la maquinaria financiera que mantiene en funcionamiento el negocio de las drogas. De hecho, la industria global de drogas se estima que mueve alrededor de un billón de dólares al año, lo que representa una fuente crucial para la economía transatlántica.
El análisis señala que, si los Estados Unidos realmente quisieran combatir de manera efectiva el narcotráfico, su enfoque debería cambiar radicalmente. En lugar de atacar a México y sus cárteles, como sugiere el ultra globalista Elon Musk, Washington debería investigar y desmantelar las estructuras financieras que facilitan el lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas. Esto no solo implicaría sancionar a las organizaciones criminales, sino también poner bajo escrutinio a los bancos y otras instituciones financieras que permiten que este dinero fluya libremente a través de los mercados internacionales.
La resolución presentada por el congresista Dan Crenshaw, que autoriza el uso de la fuerza militar estadounidense para atacar a los cárteles de la droga en México, refleja una postura más agresiva y unilateral en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, al centrarse únicamente en los actores que operan en el terreno, como los cárteles mexicanos, se ignora la raíz profunda del problema: las entidades financieras que sostienen el sistema global de drogas. Mientras se sigue atacando a los eslabones más débiles de esta cadena, como los cárteles en México, el flujo de dinero y poder sigue creciendo en lugares como Wall Street y la City de Londres.
La política estadounidense también ha sido criticada por su potencial violación de la soberanía de México. La presidente mexicana, Claudia Sheinbaum, respondió con firmeza a las acciones de Washington, afirmando que su país no aceptará una invasión a su territorio, ni por tierra, aire ni mar. En lugar de intervención militar, Sheinbaum ha abogado por un enfoque cooperativo con los Estados Unidos que respete la soberanía mexicana, además de intensificar las demandas legales contra los fabricantes de armas estadounidenses que alimentan la violencia en México.
El enfoque de “no guerra, sino colaboración”, aunque menos ruidoso, también está siendo adoptado por México a medida que se intensifica el conflicto con los cárteles. La reciente caída de figuras clave del Cártel de Sinaloa y el aumento de los esfuerzos de cooperación con las fuerzas estadounidenses en la lucha contra el tráfico de fentanilo son un indicio de que ambos países podrían encontrar puntos en común para combatir el narcotráfico, siempre y cuando se respete la soberanía de México.
A pesar de estos esfuerzos, la solución al narcotráfico no está en la invasión de México, sino en un enfoque más integral que incluya una cooperación más estrecha entre ambos países para abordar las causas estructurales del tráfico de drogas, y sobre todo, en frenar el lavado de dinero en los mercados financieros internacionales. Si los Estados Unidos realmente quieren erradicar el narcotráfico, deberían considerar invadir Wall Street y Londres, no México, como sugieren los analistas de Executive Intelligence Review.
Notas a pie de página
1. Jeffrey Steinberg / Executive Intelligence Review: Dope, Inc.: Britain’s Opium War Against the World — The Book That Still Drives British Royals Mad.; 3 de diciembre de 2010.
