En los últimos tiempos del orden unipolar se habla mucho de la doctrina Sansón israelí, pero poco se advierte sobre la “carta de último recurso” que todo primer ministro británico electo debe escribir al asumir el cargo a los capitanes de submarinos nucleares de la Marina Real británica equipados con armas nucleares.
Por Mente Alternativa
Declassified UK ha hecho bien en recordar que uno de los primeros desafíos que enfrenta cada nuevo primer ministro del Reino Unido al asumir el cargo, después de una audiencia con el Rey, es la de escribir una “carta de último recurso”.
Sir Keir Starmer, quien además de primer ministro electo es caballero comendador de la Orden del Baño (la cuarta más antigua de las órdenes británicas de caballería), tendrá que escribir a un comandante de un submarino de misiles Trident en patrulla en el Atlántico. La carta podría instruir al comandante a lanzar un ataque nuclear en represalia si el primer ministro ya no puede dar órdenes debido a un ataque devastador en Gran Bretaña.
Starmer recibirá la información del jefe del Estado Mayor de la Defensa, el Almirante Sir Tony Radakin, sobre el potencial destructivo de un misil Trident, que lleva más poder destructivo que todas las bombas de la Segunda Guerra Mundial. Estos misiles pueden causar más de 10 millones de víctimas civiles y afectar gravemente el clima y los suministros globales de alimentos.
El contenido de la carta puede incluir órdenes como: “Póngase bajo el mando de EE.UU., si aún existe”; “Vaya a Australia”; “Represalie”; o “Use su propio juicio”. Este proceso se representa en la obra de David Grieg, The Letter of Last Resort.
El procedimiento destaca un dilema moral: escribir “represalie” es monstruoso e irracional, pero no hacerlo podría hacer inútil el proyecto nuclear. Este dilema fue evidente cuando Tony Blair tuvo que escribir su carta en 1997, quedando visiblemente pálido tras recibir la información. Starmer, sin embargo, ha expresado con firmeza su disposición a usar armas nucleares, afirmando que es vital para la defensa del país.
El costo creciente del programa Trident es un problema significativo, habiendo aumentado el gasto un 17% en el último año y representando una amenaza para el presupuesto de defensa británico. Las críticas señalan que lejos de mejorar la seguridad nacional, las armas nucleares podrían estar socavándola, además de cuestionar la dependencia de EE.UU. para mantener estos sistemas.