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Daniel Estulin: El coronavirus como arma de pasaje al sexto paradigma tecnológico

El problema de problemas: La transición del mundo al sexto paradigma tecnológico, en la que el coronavirus es sólo un catalizador.

Daniel Estulin: Coronavirus como arma de pasaje al sexto paradigma tecnológico. El mundo que conocimos hasta ahora ha cambiado para siempre. El mecanismo reproductivo, una vez depurado, simplemente dejó de funcionar. Se detuvo de manera repentina, rápida, radical, e inevitable. La economía murió repentinamente en el mundo entero y no sólo en un país. Nunca antes se había enjaulado la mitad del mundo en un campo de concentración suspendido en modo de toque de queda, pues incluso durante la Segunda Guerra Mundial, los procedimientos restrictivos al mismo tiempo no eran a gran escala. Ya no queda más refugio seguro. Aquella actividad habitual de negocios, de producción y consumo, se ha detenido. Nada funciona. El mundo se congeló en solo un par de semanas. La sociedad del idilio sereno del ciclo económico alcista de once años seguidos se sumió en el caos y el colapso financiero y económico, como nunca hemos visto antes. Estamos presenciando los cambios más dramáticos en el equilibrio mundial durante varias generaciones. La situación real no es tan simple. El choque es demasiado fuerte y, aunque parezca increíble: la guerra mundial actual en forma de “epidemia” no es tan relevante, ni tampoco lo es la lucha de Estados Unidos contra China, ni la reelección de Trump, ni la tentativa de otro golpe a Rusia mediante un embargo por parte de Estados Unidos y Europa con importantes pérdidas a nivel económico. Pues, al final, todos estos problemas podrían resolverse de una manera muchísimo menos rígida y, por lo tanto, menos vinculante. Pero hay un verdadero problema de problemas: La transición del mundo al sexto paradigma tecnológico, en la que el coronavirus es sólo un catalizador.

 

Buenas tardes, soy Daniel Estulin. Bienvenidos a mi podcast. Bueno, tal y como está el patio, creo que el tema de la economía y el coronavirus, tienen que ser los temas principales de nuestro podcast.

Y bueno, empezamos con la comparación del período de la Gran Depresión y la situación actual. En primer lugar, os quiero recordar que la crisis de 1929-1932 consistió de tres etapas.

La primera es el colapso de la burbuja en el mercado de valores, que ocurrió a finales de octubre del año 1929. Causó pánico en el sector financiero, que entonces era pequeño en relación con toda la economía. Pero en general no sucedió nada catastrófico en el sector real, que por aquella época era casi el 80 por ciento del PIB. Debido a la demanda de los hogares, la industria ocupó alrededor de 70 por ciento en la estructura. Por el contrario, hoy el sector parasitario financiero ocupa el 75 por ciento del mercado y la industria solamente el 25 por ciento.

De noviembre a marzo del año 1930 parecía que todo había terminado. Esta era la segunda etapa de la crisis. El mercado de valores subió y todos se calmaron. Pero en marzo de 1930 comenzó la tercera etapa, el choque deflacionario, una fuerte caída en la demanda agregada. Su mecanismo económico se asoció con la corrección espontánea del desequilibrio estructural, el exceso del gasto de los hogares sobre sus ingresos reales corresponde a la escala del contorno reproductivo de la economía de la época.

El aspecto económico consistió en el hecho de que, como resultado de un colapso en el mercado de valores, el valor de los activos colaterales cayó bruscamente y, como resultado, el mecanismo de estimulación crediticia del exceso de demanda ha dejado de existir.

Estamos hablando del shock inflacionario porque, a diferencia de la situación en 1929, hoy en día la Reserva Federal está imprimiendo dinero activamente en una escala completamente inimaginable. En otras palabras, el mecanismo económico de la crisis sigue siendo relativamente el mismo dentro de la estructura general de la economía —una caída de la demanda privada y, en consecuencia, una disminución del producto interior bruto— pero que de acuerdo con el escenario, es diferente. En lugar de eliminar los flujos financieros que crearon un exceso de demanda, existe su reducción de la inflación. Podemos agregar que, a diferencia de la situación de 1929, el desequilibrio estructural entre los gastos e ingresos de los hogares de hoy no es del 15 por ciento, como era hace 100 años, sino del 25. Les recuerdo que no se trata de ingresos nominales, sino de la cantidad de ingresos que los hogares pueden recibir como parte del funcionamiento normal de la economía.

O dicho en otras palabras, si invertimos la dirección del dinero recibido por los hogares, es decir, expandimos los flujos financieros, entonces el 25 por ciento de ellos vendría de un origen puramente de emisión, es decir, gobierno imprimiendo papeles de color.

Así que la crisis económica que viene ahora será bastante más fuerte —quizás dos veces más fuerte— que la del marzo de 1930 a diciembre de 1932, desdecir la misma crisis que condujo a la Gran Depresión.

Y aunque los economistas occidentales hablan de que no saben lo que va a pasar, los que venimos de la escuela soviética sí lo tenemos muy claro. Si extrapolamos lo que está pasando en estos momentos hacia un futuro muy pero muy cercano —tal vez unos meses— entonces deberíamos esperar a que la crisis comience en septiembre, octubre o noviembre de este año, y a más tardar en marzo de 2021. El colapso durará unos 50 meses, con una caída de un por cien del producto interior bruto por mes. Pero lo que está sucediendo en este momento es una analogía de la situación en 1929, modificada —temporalmente— gracias a las inyecciones de emisión cuantitativa, con el único fin de mantener a flote el mercado de valores, repito, a muy corto plazo.

Surge la pregunta: ¿Si hubiera habido emisiones por aquel entonces, el gobierno estadounidense podría haber salvado la situación? La respuesta es no, ya que en ese caso y a propósito, el dólar estaba vinculado al oro, a diferencia de hoy. Entonces, los mecanismos inflacionarios para depreciar los activos colaterales, hubiesen comenzado a funcionar, la entrada en la crisis habría sido más suave y tal vez se habría prolongado durante un período más largo.

En otras palabras, si no hubiera habido una epidemia de coronavirus, el proceso habría sido algo así: Las emisiones habrían llevado al mercado a recuperarse prácticamente. Pero los mecanismos inflacionarios —muy diferentes— e incluso el aumento de costos de seguro para casi todas las transacciones, incluidas las finanzas, de todos modos habrían comenzado en otoño —es decir, el comienzo de una crisis verdadera y un shock inflacionario.

Repito, cuando yo hablo, explico lo que está pasando. Ahora vivimos solo el preludio de lo que va a venir a partir de unos meses en el futuro. Hoy en día la demanda privada se ha reducido drásticamente debido a las medidas de cuarentena a nivel planetario y el miedo a que la brecha temporal, es decir, el tiempo entre el colapso de los mercados que fue aproximadamente cinco meses en 1929 y 1930, podría reducirse significativamente.

Esto significa que la crisis económica comenzaría ahora, es decir, en abril. Donald Trump corrigió parcialmente este peligro con su apoyo. Pero el crecimiento del mercado de valores está a punto de entrar a una recesión, ya que todos los accionistas reales sólo esperan que las autoridades monetarias entren en el mercado para comenzar a vender las acciones al mismísimo gobierno porque no hay compradores privados.

Repito, el crecimiento del mercado de valores es tan inestable que el mecanismo de apoyo crediticio se ha destruido por completo.

Muchos hablan de la crisis del año 2008 como lo más parecido a la de hoy, pero hay una diferencia importante entre la crisis actual y la crisis del año 2008, lo que llamaron crisis subprime, crisis de Lehman Brothers.

Aquella crisis fue predominantemente financiera y el cierre de la brecha de efectivo y una crisis de confianza funcionó bien al expandir el balance del Banco Central como prestamista de último recurso. La crisis financiera se convirtió en una crisis económica a través del colapso de las inversiones de las empresas y los pedidos industriales que finalmente, a través de los canales de conexión, se convirtió en un colapso en la demanda de los consumidores. Y todo esto se superpuso con la sobrecarga de la deuda.

Ahora, los desequilibrios son mucho más pronunciados que el año 2008 y el daño económico es incomparablemente mayor. En general, no hay precedentes en la historia moderna de un choque económico tan radical como el que estamos viviendo ahora. Todo el sistema está absolutamente paralizado. La demanda se ha derrumbado a cero en la mayor parte del área donde se aplica este demanda. Estamos hablando de trasporte, logística, turismo, hoteles, industria de entretenimiento, deportes, industrias culturales, el sector de los restaurantes, casi todas las pequeñas y medianas empresas del sector de servicios, pero también la industria de producción, debido a la ruptura y la interrupción de la cadena de suministro. El sector empresarial no recibe flujo de caja y, en consecuencia, no puede cumplir con sus obligaciones con los acreedores, contratistas, proveedores, empleados y no poder pagar el alquiler.

En consecuencia, una empresa que no cumple con sus obligaciones socava la condición financiera de aquellos a quienes debe (propietarios, acreedores, trabajadores y proveedores) que a su vez no pueden cumplir con sus obligaciones a través de la cadena y etcétera, etcétera. Esto se llama efecto cascada.

En 2008 se vio fuertemente en compañías de seguros, empresas de inversiones y también el sector industrial. Ahora el contagio es planetario en todos los sectores. Repito, la crisis de hoy es sistémica, no de un sector. Está en quiebra el modelo económico planetario. Y es absolutamente irrelevante si el gobierno de Estados Unidos, el Banco Central Europeo o el Banco de Japón imprimen tres billones, o tres trillones, o tres cuatrillones de dólares, rupias, yuanes o euros. No se puede salvar el sistema en quiebra.

¿Y qué tenemos? Bueno, tenemos demanda de caída libre, un shock de oferta debido a una economía detenida por la fuerza, problemas de logística y dinero de helicóptero de dos billones que se destinarán a las cuentas de la economía real en los próximos dos o tres meses.

Ya la oferta de dinero se ha desarrollado a un increíble 8 por ciento anual. Y esto sin contar aún el efecto de mayor huida en 100 años hacia el dinero en efectivo que ocurrió a mediados de marzo, es decir, hace un par de semanas. Pero en general, el mecanismo de mantener el sector real desde el lado financiero, así como el mecanismo de estabilización del exceso de oferta monetaria en activos financieros, ya está completamente destruido.

Y por esta razón me parece que el mecanismo más probable para el desarrollo de la situación sea una transición bastante rápida, es decir, en primavera, a una crisis económica real de acuerdo con el escenario inflacionario y no deflacionario, como ocurrió en los años 30 del siglo pasado.

Además también puede haber algunas circunstancias de fuerza mayor que aceleren el colapso, como la pandemia de coronavirus que ya comenté, pues la carta de guerra termonuclear no le funcionó bien a la élite. Tras el asesinato del General Soleimani, vimos fracasar el intento de hacer estallar un guerra termonuclear de 4 ó 5 mil millones de muertos. De haberlo logrado, eso les hubiese permitido a la élite desgravar las deudas y responsabilidades a través de la fuerza mayor.

Pero a medida que van desarrollando los acontecimientos voy a seguir discutiéndoloes uno por uno, tanto en mi podcast como en mi videoblog semanal.

Aprovecho esta oportunidad para responder a otra pregunta que me hacen muy a menudo.

 

¿Qué sucederá si Estados Unidos imprime dólares de forma indefinida?

La reacción de los Estados Unidos imprimiendo dinero se ha convertido en una tendencia absolutamente inevitable. Y esta impresión proviene a coste de la economía física real productiva. El dólar estadounidense es la moneda de reserva mundial y la principal moneda del comercio mundial, y es precisamente debido a la hegemonía financiera del dólar, que el mundo tendrá que asumir las consecuencias de la flexibilización cuantitativa a gran escala. Es decir, la Reserva Federal tendrá que recomprar todas las acciones y bonos con los dólares estadounidenses impresos.

Como resultado, está en camino una catastrófica inflación mundial. El aumento de los precios de los productos básicos pronto se extenderá a todos los productos en todo el mundo, lo que conducirá a precios infinitamente más altos de los activos y el impacto de este crecimiento. Finalmente, se sentirá en la economía real.

Como uno de los principales prestamistas de la deuda estadounidense, China debe estar alerta sobre el impacto de imprimir dinero en los Estados Unidos, con las debidas precauciones con respecto a la estructura de las reservas de divisas chinas. De hecho, China está considerando seriamente el escenario en el que los dólares y los bonos estadounidenses deberán venderse de inmediato porque las acciones de Washington conducirán a una inflación planetaria y la catastrófica devaluación de la moneda estadounidense.

Hay otro elemento que quiero comentar, que no se comenta en absoluto en los medios de comunicación.

 

La principal amenaza para el sistema político mundial existente es una crisis en el mercado laboral

La principal amenaza para el sistema político mundial existente no es el coronavirus, sino una crisis en el mercado laboral. Si se prolonga durante varios meses, los gobiernos perderán toda la legitimidad y las élites nacionalistas en todos los países tendrán fuerzas para llevar a cabo una nueva ola de protesta y una regeneración de sus activos. Es decir, la nazificación de los sistemas políticos burgueses durante los períodos de crisis sistémica aguda generará un auge socialista imparable.

La crisis sistémica de nuestro tiempo, junto con la pandemia de coronavirus, está devolviendo al mundo a una situación de finales de los años 20 y principios de los 30 del siglo XX.

Con la formación de una nueva “generación perdida” que podría ser la de los millenials, quienes están perdiendo rápidamente sus empleos y sus perspectivas del futuro en la vida, el mundo podría estremecerse nuevamente ante las procesiones y las ruinas a la luz de las antorchas en forma de doble rayo. De hecho, esto es lo que está sucediendo ahora con Ucrania, el primer estado nazi en Europa.

La diferencia es que todo esto sucederá en el mundo donde hay internet y armas nucleares. Estamos lidiando con la crisis civilizatoria más profunda, y la gente —en su estado más espantoso de inconsciencia— espera que en dos, tres o quizás cuatro meses todo vuelva a ser como antes. O sea, una utopía digna de discusión.

 

Nacionalización y el giro antropológico hacia la izquierda

El post liberalismo es una era en la que nadie tiene una experiencia de supervivencia. He hablado muchas veces del giro antropológico a la izquierda. Muchos me criticaron, muchos que no tienen ni estudios políticos ni entienden nada de economía ni política profunda —es decir, los camareros de turno o youtubers sin oficio. Quiero explicarlo una vez más. El modelo comercial tradicional en medio de la pandemia de coronavirus se está derrumbando y demuestra que el sistema capitalista no puede sobrevivir sin transferir todas las funciones de gestión al Estado. La dichosa sociedad civil que tanto presumía el Occidente resultó ser una ficción política y tecnológica de inteligentes funcionarios globalistas. Los expertos dicen que es inevitable la nacionalización de las industrias principales y esto, por cierto, se llama socialismo —si es que hay alguien que todavía no pueda digerirlo.

Pero en la nacionalización es evidente que el mercado no puede redistribuir el producto nacional en condiciones extremas, asegurando la supervivencia del pueblo. Y, de hecho, la nacionalización en sí misma no es un objetivo, sino un medio para construir comunicaciones económicas administradas con proporciones predeterminadas que el mercado no puede establecer durante una emergencia.

Por ejemplo, durante la guerra, la producción funciona no con fines de lucro, sino con la necesidad de alimentar a la población y garantizar también la supervivencia del pueblo. Los costos y las ganancias del crédito se normalizan, se establecen planes de producción y la nomenclatura, los proveedores y los consumidores están unidos entre sí. Las personas no pierden sus trabajos y medios de subsistencia por escasos que sean. El presupuesto se hace de acuerdo con reglas completamente diferentes. Durante una guerra civil o los desastres, la economía y la sociedad no pueden ser preservadas de ninguna otra manera.

El problema es que para poder llevar este tipo de cambio o reformama tendrá que cambiar la clase dominante. ¿Pero quién lo va a hacer hoy en día? En la época del fin de zarismo en Rusia había un tal partido, como dijo Lenin, pero hoy en día no hay nadie capaz de llevar a cabo este cambio. Y si hay mecanismos extraordinarios funcionando durante la crisis para fortalecer la economía, nadie les va a quitar después de la crisis, lo que significa que se ha formado una grieta socialista muy importante en el sistema capitalista.

Más allá del aspecto económico, hay otro elemento clave que yo quería comentar.

 

El coronavirus como catalizador de la transición al sexto paradigma tecnológico

Quizás la situación real no sea tan simple, pero lanzar una guerra mundial en forma de “epidemia” no es tan importante. Tampoco lo es la lucha de Estados Unidos con China, ni la reelección de Trump, ni incluso la tentativa de otro golpe a Rusia mediante un embargo por parte de Estados Unidos y Europa con importantes pérdidas a nivel de economía.

Al final, todos estos problemas podrían resolverse de una manera muchísimo menos rígida. Por lo tanto, menos vinculante. Pero hay un problema de problemas: La transición del mundo al sexto paradigma tecnológico que he comentado varias veces en mis entrevistas y, sobre todo, en unas conferencias que di en México el año pasado.

¿Qué es el sexto paradigma tecnológico?

1. En primer lugar, la destrucción de la economía de servicios y la economía de entretenimiento relacionados con el quinto paradigma tecnológico.

2. En segundo lugar, la robótica, las tecnologías auditivas y una transición masiva a la producción sin la participación de los seres humanos. Es decir, una economía basada en la inteligencia artificial.

Futuro distópico, transhumanismo, dictadura digital, hackeo cerebral y data corporal

 

3. En tercer lugar, la producción poco dependiente de las redes de transporte y los mercados mundiales.

4. En cuarto lugar, la educación a distancia, algo que estamos viendo hoy en todos los países del mundo. Esto es el futuro.

5. En quinto lugar, las formas virtuales de vida, es decir, un mundo virtual.

6. En sexto lugar, criptomonedas controladas por los gobiernos, trueques, contratos inteligentes vía la inteligencia artificial y, finalmente;

7. El séptimo paradigma tecnológico, que son ciclos cerrados en la producción y

8. El octavo paradigma tecnológico, que son modelos del control reflexivo para los cuales es poco probable que el coronavirus ayude. Pero para habilitar los paradigmas anteriores (sexto y séptimo), la aparición del coronavirus es absolutamente perfecta.

Quisiera señalar que las medidas de cuarentena en relación con el coronavirus actúan como modus operandi de la destrucción de la globalización y los mercados globales, así como la migración de los flujos de capital desde los campos de la tecnología financiera, principalmente la banca, las economías de servicio y entretenimiento hacia el sector manufacturero y el sector de tecnología financiera alternativa representada por los fondos como los nuevos vendedores del Tesoro y los contratos inteligentes, es decir, sin la participación de las personas como nuevos acuerdos. Es decir, el coronavirus, como la I y II Segunda Guerra Mundial, será un catalizador para la transición de la sociedad al siguiente orden tecnológico. Y este es un resultado histórico de la misma escala que la crisis de la peste del siglo XIV.

Quiero explicarlo más detalladamente.

1. No hace falta decir que, dada la importancia social de la tarea y la cantidad de recursos asignados para su solución, se creará algún tipo de vacuna para luchar contra el coronavirus. Aunque estoy seguro que esta vacuna ya ha existido desde el principio de la crisis. Pero no actuará en todas las cepas y brindará una protección limitada.

2. El primer grupo de patogenicidad es la peste, la fiebre hemorrágica de Marburgo, el ébola, la fiebre argentina, boliviana, venezolana, el dengue, la enfermedad de Kyasanur, la viruela y la encefalitis crónica. El segundo grupo de patogenicidad es el cólera, el muermo, tularemia, tifus, enfermedades de Brill, encefalitis tipo fiebre amarilla, hepatitis viral, rabia, fiebre aftosa, sida, síndromes respiratorios incluyendo el de Hong-Kong y la gripe asiática, así como el coronavirus.

3. Aquí hay un detalle importante. En la Antigüedad, más tarde, en la Edad Media, cuando se formaron las lenguas europeas, la palabra peste que enfatiza una enfermedad específica con síntomas bien conocidos era sinónimo de la palabra peste que significa cualquier enfermedad infecciosa mortal. En consecuencia, en Atenas, después del comienzo de la Guerra del Peloponeso, comenzó la peste que los historiadores han asociado durante mucho tiempo con la plaga. Hay que tener en cuenta que con una población abarrotada en la sitiada Atenas, la ciudad se habría extinguido casi por completo y el asediado ejército espartano habría sufrido el mismo fin. Y, sin embargo, el término peste ateniense se usó antes del descubrimiento del análisis genético molecular, cuando se estableció un resultado positivo en el ADN del agente causante de la fiebre tifoidea y con un alto grado de certeza. Así que la peste ateniense es una epidemia de la fiebre tifoidea con importantes consecuencias históricas, pero desde un punto de vista mediático, no médico, el uso de la designación plaga para la epidemia de 430 antes de Cristo es bastante justificado.

4. La Guerra del Peloponeso es una guerra típica de la economía del mar contra el estado terrestre más fuerte. Tales guerras siempre son ganadas por el poder dominante del mar. La guerra del Peloponeso es quizás la única excepción. Por lo tanto, era muy probable la posibilidad de un mundo de Pericles en el que el Mediterráneo se organiza alrededor de la unión de Delos como una civilización comercial defendida por el innegable dominio de los atenienses en el mar. A propósito, Delos es una de las más pequeñas islas griegas de las Cícladas, en el mar Egeo.

5. Punto número cinco. La democracia siempre marca el valor de una persona que trabaja o lucha. La democracia ateniense y romana se asoció con el valor de un granjero libre, es decir, un guerrero, los cimientos del poder militar de los antiguos estados. Por el contrario, la transición a un ejército profesional y la degradación de la infantería a principios de la Edad Media —hablo de los períodos de tiempo— formaron una sociedad rígidamente estratificada en la que las “clases bajas” no tenían derecho. La aparición del mercado laboral y casi al mismo tiempo del armamento de los soldados de infantería —primero con arcos largos y después con ballestas— llevó a la eliminación de la caballería como fuerza militar, obligando nuevamente a las autoridades a buscar apoyo en los plebeyos otorgándoles algunos derechos, incluso algunos privilegios. No hay duda de que la robotización moderna de la producción, las formas de enseñanza a distancia, la transición a pequeños ejércitos altamente profesionales y drones, conducirán al desempleo masivo y la eliminación de los remanentes de una sociedad democrática.

6. Las pérdidas humanas por coronavirus hoy son 30,120, una cifra aparentemente muy alta. Aunque parece que varios países registran todas las muertes por influenza, neumonía bacteriana y viral como víctimas de coronavirus. Y sin embargo, esto no afectará especialmente las estadísticas generales de pérdidas en una escala de 1 a 3 años. Es decir, los datos, a finales de marzo del año 2020, dan 428 mil infectados, 110 recuperados y unos 30 mil muertos. Esto da una tasa de mortalidad de unos 4 por 100, que es el doble que las estimaciones iniciales de los médicos, y parece ser muy poco creíble.

7. En el año 2012 se registraron 3,7 millones de muertes por diabetes. Desde entonces, la tasa de mortalidad no ha cambiado y el número de casos ha aumentado notablemente. 17,4 millones de personas murieron por enfermedades cardiovasculares durante el mismo año, de las cuales 7,4 millones murieron por enfermedad coronaria y 6,7 millones por accidentes cerebrovasculares. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica, las infecciones respiratorias del tracto respiratorio inferior, mataron a otros 6,2 millones de personas. 1,6 millones representaron cáncer de pulmón. Incluso los accidentes de tránsito contribuyen a la tasa de mortalidad de 1,3 millones de personas por año, que excederá la “puntuación” total de un coronavirus y un escenario favorable promedio. Por cierto, la mayoría de las muertes atribuidas al coronavirus se pueden atribuir igualmente a las enfermedades enumeradas anteriormente. El coronavirus desempeña un papel, pero no como la principal causa de muerte, sino como el elemento impulsor.

8. Por supuesto, esto se logró incluso en relación con algunas de las cualidades únicas del virus. Afecta a las personas mayores que comen bien y generalmente son saludables. Pero es precisamente a esta categoría a la que pertenece la abrumadora mayoría de las figuras políticas del mundo moderno. Basta con mirar el listado de edad de los participantes en las elecciones de los Estados Unidos. Un virus es un virus. Y los sistemas de seguridad incluyen a la policía y la Guardia Nacional, que no pueden protegerse contra él. De ahí la repentina sensación de peligro personal del cual los políticos de la era posmoderna ya habían perdido el hábito. Después de todo, no es ningún secreto que los buques de guerra, donde los capitanes del primer rango, incluso los almirantes, tienen el mismo riesgo que los suboficiales y marineros, se encargan de la guerra más que los regimientos de infantería mencionados.

Bueno, estamos casi llegando al fin del programa. El mundo que conocimos hasta ahora ha cambiado para siempre. El mecanismo reproductivo, una vez depurado, simplemente dejó de funcionar. Se detuvo de manera repentina, rápida, radical, e inevitable. La economía murió repentinamente en el mundo entero y no sólo un país. No hay más refugio seguro. Aquella actividad habitual de negocios, de producción y consumo, se han detenido. Nada funciona. El mundo se congeló en solo un par de semanas. La sociedad del idilio sereno del ciclo económico alcista de once años seguidos se sumió en el caos y el colapso financiero y económico, como nunca hemos visto antes. Estamos presenciando los cambios más dramáticos en el equilibrio mundial durante varias generaciones. El choque es demasiado fuerte. Nunca antes, en ningún periodo de la historia mundial moderna, ni en los años 30 del siglo XX, ni durante la Segunda Guerra Mundial, ni sobre todo en el período de 2008-2009, se ha observado una transición de fase tan brusca a escala de la caída.

Aún no se ha estimado, pero es absolutamente seguro que la caída del PIB mundial será infinitamente más grande y más profunda que la crisis del año 2008. Pero nuevamente estamos hablando de la velocidad de transición de un estado estable a uno catastrófico. La cuenta va por semanas. Esto no tiene precedentes para casi todos los indicadores de actividad económica y financiera. Se separaron los registros de los últimos 100 años. Nunca antes se había enjaulado la mitad del mundo en un campo de concentración suspendido en modo de toque de queda, pues incluso durante la Segunda Guerra Mundial, los procedimientos restrictivos al mismo tiempo no eran a gran escala. Localmente sí, pero a gran escala y al mismo tiempo nunca. El hecho de que estemos presentes en tales acontecimientos y tratemos de darnos cuenta de todo esto es verdaderamente gracioso y grandioso. Con esto terminamos Gracias por acompañarnos y a nombre de ángel Metropolitano, soy Daniel Estulin. Otra vez, gracias, y hasta la semana próxima.

La agenda de ‘dictadura sin lágrimas’ post-coronavirus (por Daniel Estulin)

 

Fuente:

Daniel Estulin — Coronavirus como arma de pasaje al 6° desarrollo tecnológico.

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