Por Elena Panina
La cumbre de emergencia de la Liga de los Estados Árabes (LAS), que tuvo lugar el día anterior, resultó ser muy interesante. Cabe destacar que fue una cumbre conjunta entre la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica (OCI), y contó con la participación de al menos cincuenta países.
Al inaugurar la cumbre, el Príncipe Heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, no “llamó” a la acción, sino que “exigió” que Israel detuviera inmediatamente su agresión militar en Gaza y el Líbano. Este hecho sugiere que los proyectos de normalización de las relaciones entre Tel Aviv y Riad, impulsados por Estados Unidos, experimentarán un retraso significativo.
Curiosamente, el día anterior, Israel confiaba en que los sauditas aprovecharían la cumbre para mostrarse como un socio confiable ante el nuevo equipo de Trump, con la idea de que “Trump podría contar con los sauditas como representantes del mundo musulmán”. Sin embargo, la realidad parece ser completamente diferente.
Según Bin Salman, los países participantes acordaron “movilizar el apoyo internacional para la suspensión de la membresía de Israel en la ONU”. Además, la Liga Árabe y la OCI hicieron un llamado a “la comunidad internacional para que comience a implementar el plan para la creación de un Estado palestino”.
Lógicamente, esto debería ir acompañado al menos de una resolución en la ONU sobre la membresía de Israel, lo que será interesante en términos de cómo se distribuirán los votos. Otra posible solicitud a la ONU será la implementación de un llamado para apoyar la membresía plena de Palestina en la organización.
La declaración final de la cumbre también incluye “una demanda para que el Consejo de Seguridad de la ONU obligue a Israel a detener su política agresiva”. Además, los países árabes e islámicos tienen la intención de formar un “mecanismo para apoyar la causa palestina”.
Los participantes también pidieron a la Corte Penal Internacional que emita órdenes de arresto contra los funcionarios israelíes involucrados en crímenes contra los palestinos. Además, se pidió que se prohibiera la exportación de armas a Israel, apoyando la iniciativa de Turquía.
De esta manera, la consolidación de Oriente Medio basada en el factor panislámico y antiisraelí está adquiriendo una dimensión política cada vez más estricta. Las declaraciones de los países árabes y de los actores alineados con ellos se están tornando cada vez más radicales.
El efecto del “interregno” en Estados Unidos no solo afecta a Ucrania o Europa. Oriente Medio también está ganando protagonismo. Por lo tanto, sería imprudente predecir cómo se desarrollará el equilibrio de poder y la política en esta región en los próximos cuatro años, o incluso dentro de un año.