Por Stewart Battle
El mundo está sentado sobre un polvorín absoluto, ya que ahora hay dos grandes conflictos que podrían estallar en cualquier momento en una guerra global. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, tiene previsto visitar Washington esta semana, donde discutirá una posible respuesta al ataque con misiles de Irán de la semana pasada y, al mismo tiempo, trabajará para que Estados Unidos se implique plenamente en la guerra de Israel contra Irán. A pesar de la cámara de eco que existe en Washington, incluso hay algunas voces a través del transatlántico que reconocen que nada bueno vendrá si se continúa con esta política, como el presidente francés Emmanuel Macron ha exhibido más recientemente al pedir el fin de los envíos de armas a Israel.
Sin embargo, tras un año completo de barbarie de tipo medieval por parte de Israel en Gaza, y ahora en Líbano, el mundo ya no es el lugar que era. Como ya se ha insinuado, Gaza no es sólo el cementerio de niños inocentes, sino también el cementerio del «orden basado en reglas».
Al mismo tiempo, la reciente victoria de Rusia en la ciudad de Ugledar [Vuhledar] ha desatado una especie de pánico en Occidente, dejando al descubierto una realidad mucho más cruda de lo que se permite mostrar en las páginas y pantallas de televisión de los principales medios de comunicación. Un conflicto que podría haberse evitado si los rusófobos neoconservadores de la OTAN hubieran accedido a negociar y a aceptar los intereses nacionales de Rusia se ha convertido ahora en un indicador de la ineficacia de la OTAN en su conjunto, a costa de cientos de miles de vidas y quizá de la propia nacionalidad ucraniana.
Los funcionarios occidentales están luchando a ambos lados del Atlántico, mientras se presentan nuevas propuestas para un alto el fuego en Ucrania y el presidente Biden y su teleprompter visitarán Alemania a finales de semana para discutir otras opciones. Estas incluirán blindar a la OTAN «a prueba de Trump» y la creación de un pie de guerra a largo plazo contra Rusia. Pero la unidad y la planificación de la OTAN no tienen buena pinta, como ejemplifica el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, que ha dicho que nunca permitirá que la vecina Ucrania entre en la OTAN mientras él esté en el cargo.
No obstante, el peligro sigue siendo enorme, pues quienes se empeñan en defender su condenada visión del mundo están conduciendo al mundo hacia un enfrentamiento termonuclear.
En una conversación mantenida hoy con sus asociados, Helga Zepp-LaRouche hizo hincapié en que estas próximas cuatro semanas previas a las elecciones estadounidenses de noviembre van a ser decisivas, y en ellas se producirán numerosos puntos de inflexión mientras el mundo atraviesa esta convulsión actual. Es probable que las tensiones no hagan sino aumentar -esperemos que no hasta el punto de no retorno-, pero el resultado aún no está decidido. También aumentarán las posibilidades de organizarse e introducir nuevas ideas sobre la dirección que debe tomar el mundo, y será una oportunidad para impulsar una respuesta de principios a esta crisis.
Como dijo Friedrich Schiller: «¡Hemos nacido para lo que es mejor!». Ha llegado el momento de sustituir el sistema neoliberal por otro adecuado a la dignidad y la belleza de la humanidad.
Fuente:
Stewart Battle, en EIRNS: Four Weeks To Change History. Oct. 07, 2024,
