Por Andrei Fursov
Ya he mencionado que para comprender mejor el momento actual, para no perderse en él, para no extraviarse al retomar las cartas de la historia, hay que mirar muy de cerca los orígenes de la situación actual. La «revolución estudiantil» de 1968 puede considerarse uno de los orígenes más importantes.
En los años 60 había situaciones muy difíciles, y la contracultura en los Estados Unidos resolvió una tarea muy importante para el sistema y sus amos, distrajo a los jóvenes de los problemas reales y llenó el vacío ideológico con estúpidos placeres fisiológicos y la cultura con barbarie.
En este sentido, el año 68 fue para Estados Unidos el comienzo apenas perceptible y exterior pero muy real de la barbarización, una zambullida en la Edad Media.
Si tenemos en cuenta que la hoy anunciada digitalización no es tanto un progreso sino la neobarbarización y futuroarqueización de la sociedad, entonces no es de extrañar que los propietarios de las plataformas digitales estén completamente encantados con la contracultura.
Así pues, existe una profunda conexión entre la contracultura, por un lado, y el engañoso transhumanismo digital, por otro. Y así, esta inmersión en el salvajismo digital de hoy comienza con la contracultura «al estilo del 68».
La revolución de la programación predictiva de H.G. Wells: OVNIs, Drogas y el Gran Reseteo
