Continuamos la publicación del libro Sous nos yeux, de Thierry Meyssan, publicado en español bajo el título De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes. En este capítulo, el autor muestra cómo el Reino Unido y Estados Unidos reclutaron a la Francia postcolonial para participar en las guerras contra Libia y Siria, pero sin darle a conocer el proyecto de «primaveras árabes». Absortos en sus propias tramas de enriquecimiento personal, los dirigentes franceses no vieron venir la maniobra de los anglosajones. Cuando por fin se dieron cuenta, su reacción se limitó a tratar de hacer creer que París dirigía todo y no se preocuparon por las consecuencias de los actos de sus “socios”.
18- Preparación de las invasiones
contra Libia y Siria
Incluso antes de que el Senado estadounidense la confirme en el cargo, la futura secretaria de Estado Hillary Clinton se pone en contacto con Londres y París para la realización de una doble operación militar en el «Medio Oriente ampliado». Después de su fiasco en Irak, Washington considera imposible utilizar sus propias tropas en este tipo de aventura.
Desde el punto de vista estadounidense, ha llegado el momento de rediseñar la región, o sea de modificar los límites de los Estados cuyas fronteras se habían establecido, en 1916, mediante un acuerdo entre los imperios inglés, francés y ruso –la Triple Entente– y es también hora de imponer fronteras favorables a los intereses de Estados Unidos. El acuerdo que acabamos de mencionar se designó con los apellidos de los delegados del Reino Unido, Mark Sykes, y de Francia, Francois Georges-Picot, mientras que el del delegado ruso Serguei Sazonov quedó en el olvido a raíz de la Revolución Rusa. Pero, ¿cómo convencer a Londres y París para que echen por tierra su propio legado? Sencillamente prometiéndoles que tendrán permiso para volver a colonizar la región. Surge así la teoría del «liderazgo desde atrás». Esta estrategia será confirmada posteriormente por Roland Dumas, ex ministro de Exteriores del presidente Francois Mitterrand. Ante las cámaras de una televisión francesa, Roland Dumas revela en efecto que británicos y estadounidenses lo contactaron, en 2009, para saber si los socialistas franceses –entonces en la oposición– apoyarían un nuevo proyecto colonial.
En noviembre de 2010, o sea antes del inicio de la llamada «primavera árabe», el primer ministro británico David Cameron y el presidente francés Nicolas Sarkozy firman en Londres los Tratados de Lancaster House [1]. Oficialmente, se trata de usar en común ciertos elementos de los dispositivos militares de sus respectivos países, incluyendo el armamento nuclear, para economizar fondos. La idea es simplemente estúpida dado el hecho que el Reino Unido y Francia tienen intereses muy diferentes, pero la opinión pública no entiende lo que en realidad está tramándose. Uno de los acuerdos pone en conjunto las «fuerzas de proyección» –léase “las fuerzas coloniales”– de ambos países.
En los Tratados de Lancaster House se indica que la fuerza expedicionaria franco-británica realizará las maniobras militares conjuntas más importantes en la historia de ambos países del 21 al 25 de marzo de 2011, bajo la denominación «Southern Mistral». El sitio web del ministerio de Defensa de Francia precisa que el guión de este “wargame” será un bombardeo realizado a muy gran distancia de ambos países para prestar ayuda a poblaciones amenazadas por «dos dictadores del Mediterráneo».
El 21 de marzo es precisamente la fecha que el AfriCom y el CentCom –o sea, los mandos regionales de las fuerzas de Estados Unidos en África y en el Medio Oriente– han escogido para que Francia y el Reino Unido ataquen simultáneamente Libia y Siria [2]. ¡Oh casualidad!, las fuerzas franco-británicas están listas. Pero, como las cosas nunca suceden como se planean, finalmente se pospone la guerra contra Siria y Nicolas Sarkozy, deseoso de ser el primero en pasar al ataque, ordena a las fuerzas armadas francesas iniciar solas la agresión contra Libia el 19 de marzo, durante la operación «Harmattan», traducción al francés del nombre de las maniobras «Southern Mistral».
Francia cree disponer de una importante carta de triunfo en la persona del jefe de protocolo del gobierno libio, Nouri Massoud El-Mesmari, quien ha desertado y solicitado asilo en París. Sarkozy está convencido de que este hombre es el confidente de Kadhafi y de que puede ayudarlo a identificar a los colabores del Guía que estarían dispuestos a traicionarlo. Por desgracia para Sarkozy, El-Mesmari es un charlatán que se ocupaba de la agenda del Guía, pero que no participaba en las reuniones [3].
Días después de la firma de los Tratados de Lancaster House, una delegación comercial francesa viaja a la Feria de Bengazi junto con funcionarios del ministerio de Agricultura, dirigentes de France Export Céréales y de France Agrimer, y varios cuadros de las empresas Soufflet, Louis Dreyfus, Glencore, Cani Céréales, Cargill y Conagra. Ya en Libia, los agentes de la DGSE (Dirección General de la Seguridad Exterior) que los acompañan se reúnen en secreto con varios militares libios para preparar un golpe de Estado.
Alertado por Estados Unidos, el gobierno libio detiene a los traidores el 22 de enero de 2011. Los libios creen que su nueva alianza con Washington les garantiza protección, cuando en realidad el gobierno de Estados Unidos se prepara para asestarles la puñalada mortal. Francia, por su parte, tendrá que conformarse con mantenerse a la sombra del Gran Hermano estadounidense.
Mientras los franceses se ocupan de preparar la invasión contra Libia, los estadounidenses inician su propia operación, mucho más amplia de lo que le habían dicho a su agente Sarkozy. No se trata sólo de derrocar a Muammar el-Kadhafi y a Bachar al-Assad, como le han hecho creer al presidente francés, sino de echar abajo todos los gobiernos laicos de la región y sustituirlos por la Hermandad Musulmana. Y comienzan por los Estados amigos –Túnez y Egipto–, dejando a británicos y franceses la tarea de encargarse de los Estados enemigos –Libia y Siria.
El primer golpe será en Túnez. El suicidio de un vendedor ambulante, Mohamed el-Bouazizi, el 17 de diciembre de 2010, da paso a una serie de manifestaciones contra los abusos de la policía y después contra el gobierno. Creyendo que son manifestaciones espontáneas, Francia propone enviar equipamiento antimotines a la policía tunecina.
Nicolas Sarkozy y su ministra de Exteriores, Michele Alliot-Marie, confían plenamente en el presidente tunecino Ben Alí, con quien tienen “negocios” personales. Después de ordenar la construcción de un Airbus A330 y de equiparlo como súper avión presidencial de Francia, Sarkozy y la señora Alliot-Marie revendieron los dos aviones franceses antiguamente destinados a los viajes oficiales. Uno de los A319 CJ fue discretamente retirado del inventario y cedido a la compañía tunecina Karthago Airlines, propiedad de Aziz Miled y de Belhassen Trabelsi, hermano de la esposa del presidente Ben Alí [4]. Nadie sabe quién es el feliz beneficiario de la transacción. Después de la huida de Ben Alí, Francia recupera ese avión, que acabará siendo vendido a una casa de juegos de Singapur y posteriormente a Turquía.
Mientras se ocupan de tratar de proteger a su cómplice tunecino, el presidente Nicolas Sarkozy y su ministra de Exteriores reciben una desagradable sorpresa cuando Ben Alí solicita que lo dejen aterrizar en París y que le den asilo. La oficina del presidente Sarkozy sólo tiene el tiempo justo de anular el envío a Túnez del avión cargado con el equipamiento antimotines prometido, –gracias a la lentitud de las formalidades aduanales necesarias para sacar de Francia aquel cargamento, el aparato aún estaba en espera en la pista del aeropuerto–, y de expulsar del espacio aéreo francés el avión del presidente derrocado.
Mientras tanto, en Egipto, el ingeniero en informática Ahmed Maher y la bloguera islamista Israa Abdel Fattah llaman la población a manifestarse contra el presidente Hosni Mubarak el 25 de enero de 2011, proclamado «Día de Cólera». Con el inmediato apoyo de la televisión qatarí Al-Jazeera y de la Hermandad Musulmana, estos dos personajes inician un movimiento que, con ayuda de las “ONGs” de la CIA, desestabiliza el régimen de Mubarak. A partir del 28 de enero, las manifestaciones se repiten todos los viernes, a la salida de las mezquitas, bajo la dirección de los hombres del fabricante estadounidense de «revoluciones de colores», Gene Sharp. Finalmente, Nicolas Sarkozy se entera, el 11 de febrero, por una llamada telefónica de su padre de adopción, el embajador estadounidense Frank Wisner Jr., de que, por instrucciones de la Casa Blanca, el propio Wisner ha convencido al general Mubarak para que abandone el poder.
La CIA organiza entonces una reunión secreta en El Cairo, a la que el presidente Sarkozy envía al cabildero Bernard-Henri Levy, ex amante de su nueva esposa Carla Bruni y de Segolene Royal. El miembro de la Hermandad Musulmana Mahmud Jibril llega a esa reunión como segundo personaje en importancia del gobierno libio y sale de ella como líder de «la oposición al tirano». Entre los sirios presentes están Malik al-Abdeh –quien, después de haber trabajado en la BBC, creó BaradaTV con dinero de la CIA y del Departamento de Estado– y Ammar Qurabi –miembro de un sinfín de asociaciones de derechos humanos y creador de OrienTV [5].
Acaban de comenzar las guerras contra Libia y Siria.
19- Inicio de la guerra contra Libia
La prensa occidental asegura que la policía libia dispersó a tiros una manifestación en Bengazi, el 16 de febrero de 2011. A partir de ese momento, prosigue esa prensa, Libia se subleva y las autoridades disparan a diestra y siniestra. Presintiendo un posible regreso al sistema esclavista, 200 000 trabajadores inmigrantes tratan de huir del país y las televisiones transmiten imágenes que muestran a esas personas esperando en los puestos fronterizos. Muammar el-Kadhafi se presenta ante las cámaras en 3 ocasiones. Denuncia una operación ejecutada por al-Qaeda y se declara dispuesto a morir como mártir. Seguidamente anuncia la entrega de armas a la población para que corran «ríos de sangre», exterminar las «ratas» y proteger el país. Sacándolas de su contexto, las televisiones occidentales divulgan las palabras de Kadhafi, pero no como un llamado a luchar contra el terrorismo sino como un anuncio de la represión contra una hipotética revolución.
El 25 de febrero, en Ginebra, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU escucha espantado las declaraciones de la Liga Libia de Derechos Humanos. El dictador se ha vuelto loco y «está masacrando a su propio pueblo». El embajador de Pakistán denuncia un uso abusivo de la fuerza. Inesperadamente, la delegación oficial libia hace entrada en la sala, avala los testimonios presentados y se declara solidaria con sus conciudadanos y en contra del dictador. El Consejo de Derechos Humanos adopta una resolución y la transmite al Consejo de Seguridad de la ONU [6]. Este último adopta de inmediato la Resolución 1970 [7] –bajo el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, que autoriza el uso de la fuerza–, resolución cuyo texto extrañamente ya estaba listo desde hace varios días. El Consejo de Seguridad remite además el tema a la Corte Penal Internacional y decreta un embargo contra Libia. Esta última medida será inmediatamente retomada y ampliada por la Unión Europea. Yendo aún más lejos que los demás occidentales, el presidente francés Nicolas Sarkozy declara que «¡Kadhafi tiene que irse!»
El 27 de febrero, los sublevados de Bengazi crean el «Consejo Nacional Libio de Transición» (CNLT) mientras que el ministro de Justicia, Mustafá Abdel-Jalil, abandona Trípoli y crea un Gobierno Provisional. Ambas instancias, bajo control de la Hermandad Musulmana, anuncian una fusión, tratando de ofrecer una imagen de unidad nacional. De inmediato aparecen en Bengazi banderas de la época del ex rey libio Idriss [8]. Desde Londres, Su Alteza Mohamed Senussi, hijo de aquel monarca, se declara dispuesto a reinar sobre Libia.
Al no lograr convencer a todos los miembros del CNLT para solicitar ayuda a las potencias occidentales, Abdel-Jalil fuerza la creación de un Comité de Crisis dotado de plenos poderes y encabezado por el antiguo número 2 de Kadhafi, Mahmud Jibril, ya de regreso del Cairo.
En París se admiran de como Washington maneja los acontecimientos. Sin embargo, contradiciendo las noticias que llegan de Bengazi y de la ONU, los diplomáticos y periodistas presentes en Trípoli reportan que allí no se ve nada parecido a una revolución. Pero, ¿qué importa la realidad con tal de que las apariencias sean favorables? El “filósofo” Bernard-Henri Levy convence a los franceses de que hay una causa justa que defender, y de paso afirma que, después de reunirse con los «revolucionarios» libios, él mismo ha logrado convencer al presidente de la República para que se implique en la lucha por la libertad.
El ejército francés se encarga de recoger a Mahmud Jibril en Bengazi y de llevarlo a Estrasburgo, donde habla ante el Parlamento Europeo para pedir una intervención «humanitaria» de Occidente en Libia. El 10 de marzo, el presidente francés Nicolas Sarkozy y el primer ministro británico David Cameron escriben al presidente de la Unión Europea solicitándole que reconozca al CNLT en lugar del «régimen» y que se instaure una zona de exclusión aérea [9]. De manera perfectamente coordinada, el eurodiputado ecologista francés Daniel Cohn-Bendit –el agente de influencia de los acontecimientos de mayo de 1968 en París– y el liberal belga Guy Verhofstadt logran ese mismo día que el Parlamento Europeo adopte una resolución de denuncia contra el «régimen» de Kadhafi, resolución que además llama a tomar el control del espacio aéreo de Libia para proteger a la población de la represión del dictador [10]. Ese mismo día, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, anuncia que está trabajando para reunir los medios técnicos necesarios con vista a instaurar la zona de exclusión aérea.
El 12 de marzo, la Liga Árabe vota a favor de la zona de exclusión aérea, a pesar de la oposición de Argelia y Siria.
En este concierto de unanimidad aparecen sólo dos notas discordantes. Recordando que Abdel-Jalil había cubierto las torturas a las enfermeras búlgaras y al médico palestino, Bulgaria niega su reconocimiento al CNLT. Por su parte, la Unión Africana se opone enérgicamente a toda intervención militar extranjera.
La Yamahiriya Árabe Libia está organizada según los principios enunciados en el Libro Verde de Muammar el-Kadhafi, admirador de los socialistas libertarios franceses del siglo XIX, Charles Fourrier y Pierre-Joseph Proudhon. Esa admiración llevó a Kadhafi a concebir un Estado mínimo que, en la práctica, resultará ser incapaz de defender a su pueblo ante los ejércitos imperialistas. Kadhafi había dado como misión al Estado responder a las aspiraciones de los beduinos: disponer gratuitamente de un medio de locomoción, de un alojamiento y del agua. Así que cada cual dispone de su propio automóvil y los transportes colectivos existen de hecho sólo para los inmigrantes. Al contraer matrimonio, cada libio recibe un apartamento donde vivir, pero a veces hay que esperar hasta 3 años a que el futuro domicilio esté terminado para poder casarse. La Yamahiriya realizó obras gigantescas para extraer el agua de los milenarios mantos freáticos, que se hallan a gran profundidad bajo las arenas del desierto. Libia se ha convertido en un país próspero. Su nivel de vida es el más alto de todo el continente africano. Pero no se ha hecho gran cosa en materia de educación. Las universidades son gratuitas pero la mayoría de los jóvenes abandonan precozmente los estudios. Muammar el-Kadhafi subestimó el peso de las tradiciones tribales. Tres millones de libios viven así cómodamente, con 2 millones de inmigrantes africanos y asiáticos a su servicio.
El 19 de marzo, 18 Estados (Alemania, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Emiratos Árabes Unidos, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Irak, Jordania, Marruecos, Noruega, Holanda, Polonia, Qatar y Reino Unido) y 3 organizaciones internacionales (la Liga Árabe, la Unión Europea y la ONU) se reúnen en París para anunciar su inminente intervención militar en Libia [11]. Horas después, adelantándose a todos, Francia es la primera en atacar.
Pero en Siria, las cosas demoran en concretarse. Los llamados a hacer manifestaciones en las calles de Damasco, los días 4, 11, 18 y 25 de febrero, y los del 4 y el 11 de marzo, quedan sin respuesta. Es en Yemen y Bahréin donde el pueblo se lanza a las calles, sin exhortación previa.
En Yemen, los miembros de la Hermandad Musulmana –entre los que se encuentra la joven Tawakkul Karman, quien acabará recibiendo el Premio Nobel de la Paz– inician una «revolución». Pero, al igual que Libia, Yemen está organizado de manera tribal, lo que hace imposible dar a esos acontecimientos una lectura exclusivamente política.
En Bahréin, a pedido del monarca local, el ejército de Arabia Saudita interviene para «restaurar el orden» en ese minúsculo reino, que sirve de base a la Quinta Flota de Estados Unidos. Por su parte, el Reino Unido envía al torturador Ian Anderson, quien ya había hecho “maravillas” dirigiendo la represión en la época colonial –o sea, antes de 1971. Para organizar la policía, Francia envía a Alain Bauer, consejero del presidente Sarkozy en temas de seguridad, quien fue además responsable de la NSA estadounidense a cargo de Europa y Gran Maestro del Gran Oriente de Francia [12].
El desorden se propaga por contagio. Sólo falta hacer creer que son los pueblos quienes lo inician y que el objetivo es instaurar democracias.
La Hermandad Musulmana como fuerza de tareas de MI6 y de la CIA
Notas
[1] «Déclaration franco-britannique sur la coopération de défense et de sécurité», Réseau Voltaire, 2 de noviembre de 2010.
[2] «Washington contempla el “Amanecer de la odisea” africana», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 23 de marzo de 2011.
[3] «Francia estaba preparando el derrocamiento de Kadhafi desde noviembre», por Franco Bechis, Red Voltaire, 25 de marzo de 2011.
[4] «Avión presidencial francés perdido en la cuarta dimensión», por Patrimoine du Peuple, Comité Valmy , Red Voltaire, 13 de marzo de 2011.
[5] Informe de la inteligencia exterior libia.
[6] «Résolution du Conseil des droits de l’homme sur la situation en Libye», Réseau Voltaire, 25 de febrero de 2011.
[7] «Resolución 1970 sobre Libia aprobada por el Consejo de Seguridad», Red Voltaire, 26 de febrero de 2011.
[8] «Quand flottent sur les places libyennes les drapeaux du roi Idris», por Manlio Dinucci, Réseau Voltaire, 1º de marzo de 2011.
[9] «Lettre conjointe de Nicolas Sarkozy et David Cameron à Herman Van Rompuy sur la Libye», por David Cameron y Nicolas Sarkozy, Réseau Voltaire, 10 de marzo de 2011.
[10] «Resolución del Parlamento Europeo sobre los países vecinos meridionales y Libia en particular», Red Voltaire, 10 de marzo de 2011.
[11] «Déclaration du Sommet de Paris pour le soutien au peuple libyen», Réseau Voltaire, 19 de marzo de 2011.
[12] «Francia implicada hasta el cuello en la represión de las insurrecciones en el mundo árabe», Red Voltaire, 4 de marzo de 2011.
Fuente:
Thierry Meyssan / Red Voltaire — Francia, manipulada por Londres y Washington.